La promesa moderna, reforzada en la época clásica y en la ilustración, de un mejoramiento incesante de las condiciones humanas de vida a través de las conquistas de una razón tecnocientífica dominadora, no tiene actualmente vigencia. La razón de las luces y las luces de la razón, el progreso industrial, la extensión colonizadora de los imaginarios europeos son hoy en día severamente criticados.
La reivindicación de grupos humanos con coeficientes de existencia propios, es decir, no sumisos a los valores morales, culturales y políticos euro occidentales es cada día más fuerte. Sin embargo, a pesar de tantas críticas, independencias y procesos de resistencia la complejidad del proceso de modernización euro occidental en relación a la configuración de la vida social en espacios urbanos dominantes continúa siendo expansiva. Es decir, si bien la flecha del tiempo progresista no orienta nuestros modos de ser contemporáneos el espacio citadino en el cual esa flecha nació tiene una vigencia inusitada. Las lógicas del tiempo están sumergidas y son sucedáneas de los estratos espaciales. Las superficies urbanas del planeta indican los usos y las funciones de las zonas no urbanizadas. Todos somos tributarios de lo urbano. La Urbs, territorio de sujetos móviles y políticas cambiantes y no la polis idealizada de lo estable determina la producción de subjetividades contemporáneas. Ciudad maldita y contaminadora; ciudad de consumos y placeres; ciudad educadora; ciudad de trancones y tiempo perdido; ciudad de miserias y de robos; ciudad de transportes y de parques; ciudad verde y ecológica; la telépolis y sus mediaciones. Las máscaras múltiples de la ciudad la fabrican como territorio activo de la desterritorialización y la reterritorilización subjetiva contemporánea. Representar la ciudad sin las presencias móviles de los sujetos que la territorializan desterritorializándose constantemente es una farsa. La ciudad obediente, sumisa y ordenada es cada segundo modificada por la verdadera ciudad móvil, accidentada, ruidosa, engañosa y contaminada. Las urbes son heterogéneas e impredecibles, son espacios habitados por diferentes territorios ciudadanos que viven de forma segmentada los distintos rincones de la ciudad.
Ahora bien, las calles, las carreteras, los cables, el metro, los aeropuertos coordinan la extensión de las trasmisiones y la expansión desmesurada del espacio urbano hasta la saturación planetaria. Las ciudades adquieren una inercia propia de expansión. Devoran los territorios vecinos y los transforman acomodándolos a sus múltiples lógicas y formas.
Las políticas no abordan los procesos de expansión pero sí los de intensificación del territorio. Dicho de otra manera, la extensión ya no es expansiva sino intensiva. La modificación de las dimensiones de la urbe se realiza en sus tradicionales enclaves y no en la lejana periferia. La participación de imágenes, pantallas, dispositivos publicitarios también actúa en beneficio de estos ordenamientos intensivos contemporáneos.
De otra parte, las trasformaciones en el valor social del trabajo, otrora pilar fundamental de las sociedades burguesas, en beneficio de una nueva sociedad que promueve la valoración de la información y el uso plural del tiempo, orienta a los sujetos hacia la recreación, el turismo, los deportes, el consumo de imágenes, las prácticas gastronómicas exóticas y la formación continua.
Dichas modificaciones producen comportamientos humanos nuevos caracterizados por la construcción de una vida fragmentada que funciona sin un principio de realidad único sino más bien anhelando el disfrute de variadas formas de placer. Estaríamos en tránsito de una sociedad fundamentada en el trabajo como principio de realidad primario hacia otra, la actual, basada en el principio de placer, en las prácticas activas del consumidor, del turista, del deportista y del esteta. Además, ya no se promueve el consumo de artículos suntuosos, escasos y exclusivos de épocas anteriores, debido a que el consumo moderno se caracteriza, desde el comienzo del siglo XX, por la promoción masiva de mercancias y servicios.
En síntesis, el cuerpo, el territorio, la mirada y las técnicas son dispositivos existenciales e históricos. Somos cuerpo en lugares con condiciones técnicas de habitalidad. Estamos también volcados hacia una exterioridad social que vemos, miramos y observamos y en la cual también somos vistos. Las trasformaciones recientes de los medios técnicos de información, comunicación y virtualización asociadas a las formas renovadas de modificación espacial en las ciudades provocan una sensación de transformación existencial acelerada…
Sin embargo, desconocemos los alcances de dichos cambios. El equipamiento conceptual y teórico necesario para entender los acontecimientos que caracterizan este presente brevemente descrito existe en los estudios visuales contemporáneos, en la mediología, en las historias recién publicadas del cuerpo, en los ya numerosos estudios sobre biopolítica de procesos de territorialización, de industralización y de consumo.
Los trabajos sobre el funcionamiento del sistema contemporáneo de imágenes, sobre las configuraciones históricas de lo femenino y lo masculino, sobre los procesos de individuación y colectivización ligados a la técnica, los estudios históricos y antropológicos sobre diferentes prácticas, por ejemplo, alimentarias, vestimentales, de transporte y políticas. La renovación actual de los estudios estéticos que involucran a la estética ya no sólo con el arte sino con un juego amplio de cultura. Todas estas nuevas disciplinas y corrientes de pensamiento contemporáneas aportan elementos conceptuales idóneos para desde el presente comprender el presente y el pasado.
Entre nosotros existe un desfase casi constituvo entre la existencia de procesos sociales que rápidamente se apropian de esas transformaciones que hemos evocado, las cuales se producen en ese mundo llamado globalizado, y las herramientas heurísticas utilizadas por los científicos sociales para comprender dichos cambios.
La reivindicación de grupos humanos con coeficientes de existencia propios, es decir, no sumisos a los valores morales, culturales y políticos euro occidentales es cada día más fuerte. Sin embargo, a pesar de tantas críticas, independencias y procesos de resistencia la complejidad del proceso de modernización euro occidental en relación a la configuración de la vida social en espacios urbanos dominantes continúa siendo expansiva. Es decir, si bien la flecha del tiempo progresista no orienta nuestros modos de ser contemporáneos el espacio citadino en el cual esa flecha nació tiene una vigencia inusitada. Las lógicas del tiempo están sumergidas y son sucedáneas de los estratos espaciales. Las superficies urbanas del planeta indican los usos y las funciones de las zonas no urbanizadas. Todos somos tributarios de lo urbano. La Urbs, territorio de sujetos móviles y políticas cambiantes y no la polis idealizada de lo estable determina la producción de subjetividades contemporáneas. Ciudad maldita y contaminadora; ciudad de consumos y placeres; ciudad educadora; ciudad de trancones y tiempo perdido; ciudad de miserias y de robos; ciudad de transportes y de parques; ciudad verde y ecológica; la telépolis y sus mediaciones. Las máscaras múltiples de la ciudad la fabrican como territorio activo de la desterritorialización y la reterritorilización subjetiva contemporánea. Representar la ciudad sin las presencias móviles de los sujetos que la territorializan desterritorializándose constantemente es una farsa. La ciudad obediente, sumisa y ordenada es cada segundo modificada por la verdadera ciudad móvil, accidentada, ruidosa, engañosa y contaminada. Las urbes son heterogéneas e impredecibles, son espacios habitados por diferentes territorios ciudadanos que viven de forma segmentada los distintos rincones de la ciudad.
Ahora bien, las calles, las carreteras, los cables, el metro, los aeropuertos coordinan la extensión de las trasmisiones y la expansión desmesurada del espacio urbano hasta la saturación planetaria. Las ciudades adquieren una inercia propia de expansión. Devoran los territorios vecinos y los transforman acomodándolos a sus múltiples lógicas y formas.
Las políticas no abordan los procesos de expansión pero sí los de intensificación del territorio. Dicho de otra manera, la extensión ya no es expansiva sino intensiva. La modificación de las dimensiones de la urbe se realiza en sus tradicionales enclaves y no en la lejana periferia. La participación de imágenes, pantallas, dispositivos publicitarios también actúa en beneficio de estos ordenamientos intensivos contemporáneos.
De otra parte, las trasformaciones en el valor social del trabajo, otrora pilar fundamental de las sociedades burguesas, en beneficio de una nueva sociedad que promueve la valoración de la información y el uso plural del tiempo, orienta a los sujetos hacia la recreación, el turismo, los deportes, el consumo de imágenes, las prácticas gastronómicas exóticas y la formación continua.
Dichas modificaciones producen comportamientos humanos nuevos caracterizados por la construcción de una vida fragmentada que funciona sin un principio de realidad único sino más bien anhelando el disfrute de variadas formas de placer. Estaríamos en tránsito de una sociedad fundamentada en el trabajo como principio de realidad primario hacia otra, la actual, basada en el principio de placer, en las prácticas activas del consumidor, del turista, del deportista y del esteta. Además, ya no se promueve el consumo de artículos suntuosos, escasos y exclusivos de épocas anteriores, debido a que el consumo moderno se caracteriza, desde el comienzo del siglo XX, por la promoción masiva de mercancias y servicios.
En síntesis, el cuerpo, el territorio, la mirada y las técnicas son dispositivos existenciales e históricos. Somos cuerpo en lugares con condiciones técnicas de habitalidad. Estamos también volcados hacia una exterioridad social que vemos, miramos y observamos y en la cual también somos vistos. Las trasformaciones recientes de los medios técnicos de información, comunicación y virtualización asociadas a las formas renovadas de modificación espacial en las ciudades provocan una sensación de transformación existencial acelerada…
Sin embargo, desconocemos los alcances de dichos cambios. El equipamiento conceptual y teórico necesario para entender los acontecimientos que caracterizan este presente brevemente descrito existe en los estudios visuales contemporáneos, en la mediología, en las historias recién publicadas del cuerpo, en los ya numerosos estudios sobre biopolítica de procesos de territorialización, de industralización y de consumo.
Los trabajos sobre el funcionamiento del sistema contemporáneo de imágenes, sobre las configuraciones históricas de lo femenino y lo masculino, sobre los procesos de individuación y colectivización ligados a la técnica, los estudios históricos y antropológicos sobre diferentes prácticas, por ejemplo, alimentarias, vestimentales, de transporte y políticas. La renovación actual de los estudios estéticos que involucran a la estética ya no sólo con el arte sino con un juego amplio de cultura. Todas estas nuevas disciplinas y corrientes de pensamiento contemporáneas aportan elementos conceptuales idóneos para desde el presente comprender el presente y el pasado.
Entre nosotros existe un desfase casi constituvo entre la existencia de procesos sociales que rápidamente se apropian de esas transformaciones que hemos evocado, las cuales se producen en ese mundo llamado globalizado, y las herramientas heurísticas utilizadas por los científicos sociales para comprender dichos cambios.
Atte,
Alberto Castrillón Aldana
Doctor en Historia y Filosofía de las Ciencias
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París-Francia.
Profesor Asociado e Investigador
Director Grupo de investigación en Historia y Filosofía de la Historia y de las Ciencias
Universidad Nacional de Colombia sede MedellínFacultad de Ciencias Económicas y Humanas Escuela de Historia
Alberto Castrillón Aldana
Doctor en Historia y Filosofía de las Ciencias
Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París-Francia.
Profesor Asociado e Investigador
Director Grupo de investigación en Historia y Filosofía de la Historia y de las Ciencias
Universidad Nacional de Colombia sede MedellínFacultad de Ciencias Económicas y Humanas Escuela de Historia