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Vida fotográfica Mujer



La artista visual Camila Florez Quintero, asidua colaboradora y participante de este medio de comunicación investigativo, con la idea de rendir un homenaje y hacer memoria urbana de la ciudad nos entrega una serie fotográfica de nuestros hábitats, paisajes, cambios urbanos y oficios, que en el 2015, serán el banner fotográfico de nuestro blog.

Sea esta serie fotográfica la oportunidad para agradecerle a Camila por su trabajo y solidaridad con el grupo de investigación, a la vez que desearles a nuestros lectores felices fiestas por medio de la imagen, la visualidad y la invitación a recorrer las calles de asfalto.


















Barriología: Mi manifiesto Urbano.


El barrio como problema, fuente y desafío

Nubes. Comuna Nor-Oriental. Robinson Henao Cañon. 2010.
En el presente nos enfrentamos a problematizar para inmiscuirnos en la producción de conocimiento práctico y como sociedad en la opinión pública y el devenir de lo urbano ante lo no razonado de una homogenización y conducción alienada que nos acerca un modelo global de formas de ser, espacios urbanos y mercancías transnacionalizadas, los cuales borran los localismos, las apropiaciones, las diferencias, los entornos de la resistencia, movimientos, soluciones y memorias que se construyen día a día, casa a casa, paso a paso, noche a noche sin dar lugar y posibilidad a desde ahí valorar saberes, producir los referentes  y construir pensamiento propio del urbanita y el hábitat latinoamericano. 

Estas reflexiones interiorizadas y exteriorizadas que siguen a continuación tratan de situarse desde los estudios urbanos y culturales sobre una perspectiva indisciplinar para discutir, exponer las visiones y producir el barrio en la actualidad como problema, fuente y desafío de las ciudades, su renovación y las áreas en que se circunscriben. La intención es lograr decir algo que nos  mueva, promueva  el diálogo y el debate.

Digamos que el discurso de la planeación urbana: desde Medellín y su Plan Piloto diseñado por Ricardo Olano, pasando por Nel Rodríguez y Pedro Nel Rodríguez con el Plano Regulador hasta hoy y el Medellín  Bio20/30, en los Planes de Gobierno de los Alcaldes electos en la ciudad: la construcción urbana, la arquitectura, el espacio público y la movilidad son los figurantes y problemáticas, por tanto el barrio no aparece mucho en el gobierno ni en la propuesta de  ciudad. En las políticas urbanas y en los discursos de planeación no se articula al barrio al “desarrollo” de la  vida urbana planeada, proyectada y percibida.

Ante esta recalcitrante realidad del barrio problema como periferia alejada del centro, en esa jurisdicción administrativa indefinida que podremos llamar comunas, sería interesante que se explorará lo que han dicho poetas, escritores, periodistas y literatos de la ciudad, es decir; el pensamiento literario y las formas de construcción urbana, con su universo y formas de producción de conceptos y significados, para revitalizar la visión y representación de una Medellín comarca, Medellín centrípeta o contadas sus fuerzas que van dirigidas hacia el centro: la ciudad contenida.

Comuna 4, Aranjuez. Comuna 8, VillaHermosa Robinson Henao Cañon. 2010.
La idea es construir enlaces, puentes y mediaciones entre la literatura, el barrio y la ciudad, algo así como Medellín y su literatura, poniendo el sentido de la triada en lo experiencial, lo vivido y apropiado, la subjetividad urbana plástica, visual, artística y estética bajo la pregunta ¿cómo piensa la literatura la ciudad, cual es el pensamiento filosófico que subyace para comprender lo urbano, los efectos en la ciudad misma y los efectos de realidad de este discurso?

El no haberse leído ningún libro en específico sobre el barrio no desautoriza a nadie para hablar, referirse y producir saber desde este lugar y realidad concreta. En forma de pregunta afirmación partimos del barrio que sólo existe en relación a una periferia del centro y se encuentra situado en donde se ubican las fábricas u hospitales. Migrantes del campo a la ciudad,  grupos sociales laboriosos que pusieron su fuerza en las fábricas, clase trabajadora para hablar aquí de los territorios obreros, con relación al contexto y la historia de Medellín...
Ahora, pensando el dispositivo de clasificación social y geográfica: la imagen de los Barrios obreros vs. Barrios de empleados en la configuración de Medellín,  con la idea de distinguir las clases y sus rituales urbanos, se observa los “barrios” de los burócratas están ubicados demarcando el centro de la ciudad. 

En este caso en los años 50´s y 60´s del siglo XX, la ciudad imagen hace referencia al centro y como unidad territorial traza fronteras y no permite una identificación tal con ella. El barrio como unidad y espacio propio de gentileza e intercambio es más concreto que la ciudad o la nación y siempre será la patria de sus habitantes. A pesar de que son territorios que no cuentan con espacio público y lugares para el encuentro planeados, los ritos, la sociabilidad, los saberes, maneras y formas de construir sus entornos mantienen la vida urbana. 

En breve, son distintas las maneras y ordenes cotidianos de los barrios obreros que los de empleados, sólo la relación –visual y georeferenciable- de cercanía con el centro/periferia los ubica, les da comportamientos, rutinas, jucios, formas, valores, distinciones, gustos y mapas a las personas como cuerpos de un producto urbano formalizado.
Medellín Nor-Oriental. Robinson Henao Cañon. 2010.
La política de lo informal, la solidaridad y las relaciones instantáneas se oponen a la política de lo formal. Aunque se maquille y se busque con obras públicas y proyectos turísticos a las "comunas" como espacios de ciudad, nos atrevemos a afirmar que el barrio con respecto a la ciudad y su planeación ha sido desde siempre una periferia, donde se vive al diario y la sobrevivencia, que se opone y lo destruyen con  lo que se planea y ejecuta de los planes de gobierno, los urbanismos y los discursos oficiales, mediáticos y comerciales. A la par que el saber académico por decir algo está apartado de las realidades y necesidades de los entornos habitados por los marginados y empobrecidos.

Más que nunca hoy el obrar del urbanismo social, las políticas urbanas mediatizadas y el desconocimiento académico nos referencian al barrio como problema –inconcluso, sin conocerse o reconocerse-, fuente documental –de la resistencia ante la anomia globalizante, el relicto de la diversidad a la urbanalización-, y desafío –con sus  formas de hacer, saber y practicar- a la ciudad, sus planes de gobierno que los descentran bajo el sofisma o cortina de humo de recuperarlos o intervenirlos para transformarlos poco a poco a los modelos de lo mismo. 

Tomemos el caso concreto de Junín como un lugar para el brillo social  de acuerdo a su última remodelación urbana en pro de los transeúntes y turistas. Recordemos que antes, en otros tiempos era un lugar de distinción y exhibición pública y social de diferenciación de las clases medias y altas de la ciudad. Sin embargo lo que se está generalizando en los parques temáticos construidos es que los usan y disfrutan los (des)hechables, los residuos que habitan en los barrios, llenos de brillo más que de distinción para los que no estan planeados y ejecutados estos lugares en el modelo de la gentirficación. 

Moravia-Coltejer. 4-10. Robinson Henao Cañon. 2010.
Hoy el centro de las ciudades paradójicamente no se piensa para los habitantes de los barrios, sin embargo, son ellos sus pobladores, hombres y mujeres considerados desperdicios humanos, frustrados y bandadas de criminales los que marcan, vitalizan, recargan la energía del centro y por ende de la ciudad, dejando una huella en estos espacios globales. Saludos a las gentes y jóvenes de los barrios, con esto ha comenzado mi manifiesto urbano.

Tiendas de Barrio

 Tiendas y Tenderos de la Cruz y la Honda


Tienda en el barrio la Honda. Fotografía: Víctor Jiménez. 2011.

BARRIO, TIENDAS, TENDEROS E IMAGINARIO URBANO EN LAS CIUDADES COLOMBIANAS es un trabajo investigativo que busca tener en cuenta varias posiciones en lo que tiene que ver con las diferentes categorías que aparecen al acercarse un poco a un tema o problema especifico, tal como lo vemos en este caso enunciado en el titulo.

La búsqueda se enfoca en un rastreo bibliográfico por las diversas posiciones en cuanto a la economía, lo solidario, la construcción social del territorio, lo cotidiano, los modos de vida urbanos, el desarrollo y subdesarrollo dentro de los imaginarios de las personas que habitan la periferia, etc. Específicamente la indagación se orienta al Mercado de la tienda de barrio. De esta manera se encuentra entonces una serie de diversos conceptos como lo son: Informalidad, Operaciones de trueque, modos de vida, vida cotidiana, ventas al menudeo, servicios domésticos, trabajo atípico, entre otros.

No obstante el propósito de este trabajo es dar cuenta, desde lo micro de las relaciones que se establecen en el marco de las lógicas que se desarrollan dentro de la vida cotidiana de la Tienda de Barrio sin dejar a un lado la estructura general del mercado y la función global de la economía, lo cual incide directamente desde su contexto general sobre las relaciones sociales del nuestro en la función económica de la tienda como alternativa para tenderos y consumidores.

Autoservicio el Gangazo. Barrio la Cruz. Fotografía: Víctor Jiménez. 2011.
Más allá de que la Tienda de Barrio sobreviva a pesar del crecimiento de las grades cadenas de supermercados, y que ese sea un elemento generador de satisfacción para muchas de las personas que trabajan en este sector de la economía, llamado “informal” se deben revisar más bien los diferentes elementos que de algún modo ubican a este sector de la economía en la informalidad a pesar de que el producto mismo genere impuestos. La fragilidad del sector esta en que los actores alrededor de esta actividad (que como sector informal de la economía) carecen de las garantías que el Estado debe proporcionar laboralmente.

Debido a esto, no adentramos entonces a la “construcción social del territorio periférico” y como conceptos básicos y ordenadores, los modos de vida y la subjetividad, hacia la reconstrucción del concepto de “imaginarios urbanos” en la periferia del Valle de Aburrá específicamente en la comuna 3, barrios La Cruz y La Honda, ubicados en la zona nororiental de Medellín.

Esta tesis de grado para optar la titulo en sociología de la U de A, presentada por Jaime Ricaurte se propone un acercamiento a la “construcción social del territorio periférico” con un objetivo claro y es el de entenderla como una forma de estudiar la periferia de las grandes ciudades, seguido a esto se abordará el concepto de modo de vida y la subjetividad social como engranajes conceptuales que permiten dar un acercamiento a los imaginarios urbanos alrededor de estas pequeñas unidades económicas llamadas tiendas de barrio.

Para conocer la investigación completa, puedes descargarla, haciendo clic aquí

Crónicas Urbanas

Ya no esta en su casita.


La Nacha y su hábitat doméstico, eran un nicho de memoria palpitante, un relato nostálgico de un pasado glamoroso de arrabal y pasional de Medellín. La calle Lovaina en la cual se encuentra la casa, vio transitar las meretrices más buscadas de la ciudad, algunas de ellas inmortalizadas en los cuadros de Débora Arango, Fernando Botero, o en las líneas literarias que buscaban la prostituta de la historia perfecta, la mujer de cuatro en conducta. 

Las palabras de La Nacha, revelaban en esencia una persona sola; pero que habitaba en compañía. Sus relaciones de tipo doméstica y afectiva fueron del orden económico, el trato y las relaciones con los inquilinos siempre estuvieron en el plano de clientes. La noche y sus encantos le había traído tantos desamores y mentiras que toda sonrisa de amistad le parecía sospechosa.  

Una pregunta rondaba el aire, al escuchar la voz gastada y ronca de ese viejo travestí, que era todo un referente de recuerdos de la vieja calle Lovaina: ¿qué construcción de memoria habitaba en los afectos y recuerdos de La Nacha?

Esa  memoria del entorno, y en el su inquilinato, parecían haber moldeado un hábitat particular adecuado por La Nacha: ¿cual prevalecía en su caso?, ¿la memoria colectiva?, ¿la memoria particular?, ¿las relaciones con sus inquilinos?

Como indica su cedula Armando Ignacio Franco, más conocido como La Nacha, nació un diez de junio de 1922, en la ciudad de Medellín, pero gran parte de su niñez la vivió en Riónegro, Antioquia. 

A Lovaina, La Nacha llegó en el año 1936, cuando contaba con catorce o quince años. Primero desempeño varios oficios en los lupanares, fue mandadero, empleado doméstico y portero entre otros. Las madames que administraban las casas de placer, gustaban de emplear como mandaderos a muchachos amanerados, ya que eran delicados en el trato con la clientela y además no solían tener relaciones pasionales con las muchachas.

Su madre Carmen Franco, solía decirle desde pequeño que era muy buen mozo y que se casaría y tendría hijos. La Nacha comentaba al respecto: Desde pequeño nunca me gusto el calor de la mujer. ¿Quizás por eso fui desgraciado?[1]

La Nacha prefería hablar poco de su familia; sin embargo dejaba entrever que perdió un hermano militar, ese hermano dejo dos hijos; los sobrinos de La Nacha a los cuales ya no reconocía, según sus palabras: Si pasan junto a mi lado, no los reconozco. La pérdida más dolorosa en su vida, la constituyó sin duda la muerte de su madre: Aún cuando estoy en misa, se me viene a la memoria el recuerdo de mi madre y me corren los lagrimones.

La Nacha asistió mientras pudo, a misa todos los domingos en la mañana a la iglesia El Sagrario del barrio Sevilla, se sentía molesta cuando debido a su progresiva pérdida de la vista, tropezaba y caía: Sufro mucho porque a veces me caigo, ya que pierdo el control, ¡pum!. De un momento al otro en el suelo. Entonces la gente dice ¡mira se cayó La Nacha, Jua, jua, jua! ...y yo por dentro que me quiero condenar de la ira.

Sus ojos claros ya seniles, buscaban formas y luz entre los lavadores de taxis de la calle Lovaina que reemplazaron las prostitutas y los maricas de antaño, ahora fantasmas que vagan en el olvido.

Sin más enemigos que los maleficios de la terrible Rosa, [2] La Nacha vivió sus días entre la atención que le robaba el inquilinato y los recuerdos de un pasado, que parecían escenas de una película que se vieron hace un mes. Bajando el tono de la voz, como si temiera que la escuchase algún fantasma comentaba sobre la terrible Rosa: Me manda todo tipo de maldiciones, dizque para que yo me quede ciega y se me caiga el pelo. Sin embargo aún me puedo hacer una cola en el cabello.
La casa de la Nacha y la calle Lovaina: dos lugares de memoria para la ciudad.
La primera propietaria de la casa fue Rosa Cardona, la señora Cardona compró el lote a la Sociedad Barrio Pérez Tríana. Ya desde la segunda década del siglo XX, se venían ofreciendo lotes para vivienda de autoconstrucción en lo que inicialmente se llamaría barrio Pérez Triana. La calle Lovaina se trazaría a comienzos de 1920. Antes de urbanizarse el lugar ya era conocido, tanto por su vecindad con el Cementerio de los ricos, así como por sus famosos baños y cantinas.

La casa de La Nacha en el periodo comprendido entre 1940 y 1950, no se hallaba dentro de la categoría de casas que se calificaban como casas de familias decentes, la casa pasaría luego a ser propiedad de la señora Ligia Sierra.

La fama de la calle Lovaina, transcendió las barreras de lo local, durante los años treinta y principios de los cuarenta, fue sitio visitado por propios y extraños, atraídos por las mujeres y los aires de intelectualidad que se vivía en los burdeles. Incluso hubo quienes frecuentaban la zona hasta en el plano familiar. La Nacha recuerda: Cuando eso el barrio era muy lindo. Allí en toda la esquina había un cenadero, venia el alcalde, el gobernador con sus hijas, sus hijos, sus mujeres a tomar chocolate, eso era lo único bueno que habido por aquí.

La Nacha le gustaba pararse en la puerta de su casa, se ponía feliz cuando la saludaban y ella contestaba el saludo de todos. Allí estaba, tratando de encontrar remedio a su progresiva ceguera, en la luz de una calle que ilumino su vida desde su adolescencia, sus amores soñados y quizás no olvidados, así como las pasiones vividas y fugadas de sus recuerdos.
Con sus propias y sencillas palabras, definía el valor de su casa trayendo a la memoria personajes de la historia del Medellín de arrabal: En esa época,  las mujeres todas muy hermosas, en esta casa estuvieron Lilia Pintuco Y Marta La Pintuco...he Avemaría que eleganciaaa...       
    
Al cambiarse la casa como inquilinato, la cocina fue convertida en alcoba, cuya parte del poyo se observa aún al final del corredor, el comedor fue arreglado también como habitación. La casa por lo tanto carece de cocina exterior y anteriormente cuando en ella habitaban inquilinos con familias, estas cocinaban en el interior de las piezas. 

La Nacha fue perdiendo la autonomía de su casa, confundía las voces de sus fantasmas interiores con las de sus inquilinos, el cansancio inevitable de los años desdibujo su voz ronca, su pasado de maquillaje y amantes se desvaneció entre las paredes de su casa otrora burdel y ahora vetusto inquilinato.   

A mediados del 2011, La Nacha perdió definitivamente la lucha por permanecer en su casita, esa entrañable presencia viva tan suya de la cual dijo algún día: A mi no me inviten a salir, escasamente voy a misa los domingos por la mañana. Aquí en la casa tengo todo lo que necesito.

Se la llevaron a un ancianato, para poder velar por su cuerpo tan ajado como la calle Lovaina. Ya no esta en el umbral de la puerta saludando a todos con su particular coquetería. La calle Lovaina continua en cambio agitada con sus lavadores de taxis, los mecánicos y los inquilinatos, pronto vendrá el Plan Parcial… La Nacha ya no esta en su casita.
Juan Fernando Hernández   
juferh@yahoo.com

[1]Entrevista con Armando Ignacio Franco La Nacha. Medellín Octubre 10, 2009.
[2] Alfonso o La Rosa, otro de los travestís del sector, vivió anteriormente en la casa que hoy ocupa La Nacha. Según la versión de esta última, cuando La Rosa se dio cuenta que los dueños de la casa le habían dicho a La Nacha que se quedara allí y que la administrara para ella hasta que se muriera, La Rosa encolerizo y se declaro enemiga de La Nacha         

Crónicas Urbanas

A finales de la década de los sesentas en Envigado, al joven Edilberto Arenas sus padres le tenían prohibido el alquiler de bicicletas, por eso a sus catorce años no sabia conducir una. Sin embargo eso a él no le preocupaba, más bien ocupaba su tiempo en estudiar y trabajar lavando las ollas de doña Dolores, una vecina que fabricaba arequipe.

Un día Edilberto le sugirió a Dolores, que le ayudara a buscar empleo en uno de los locales donde ella vendía el dulce. Dolores accedió, y le encargo un pote de arequipe que debía llevar al Salón de Té Versalles en Medellín. Al día siguiente el joven Edilberto tomó la escalera que salía cada hora para Medellín, eran los ocho de la mañana cuando salió de Envigado con el encardo de doña Dolores en busca del famoso Salón de Té, recorrió varias calles y aunque preguntaba una y otra vez por el negocio, solo lograba perderse aún más. Desesperado a eso de las tres de la tarde pidió ayuda a un policía quien personalmente lo llevó al Salón de Té Versalles, donde lo recibió Leonardo Nieto dueño del establecimiento, le ofreció un pastel de pollo y un refresco y luego le pregunto a Edilberto que si le interesaba trabajar en el negocio, a lo que el entusiasta muchacho respondió afirmativamente.       

Al día siguiente Edilberto, estaba en el local a  las cuatro de la madrugada. Durante tres días el muchacho que dejaría el puesto de mensajero, le enseñó la ruta de la distribución, le insistió que montara en bicicleta pero Edilberto sugirió que mejor seguía su entrenamiento a pie.

Llego el día en que debía asumir el puesto de mensajero, y aunque madrugaba más de lo normal, los pedidos siempre llegaban tarde. Preocupado por la demora del joven aprendiz, Leonardo Nieto le pregunto la causa de la demora, el joven se vio obligado entonces a responder con sinceridad que no sabia montar bicicleta: “Don Leonardo se indignó demasiado pero aun así fue muy compresivo y me dio un tiempo para que aprendiera, incluso me daba 15 centavos diarios para que yo alquilara bicicletas en Envigado, lo cual hice al escondido de mi familia”.      


Muchos fueron los tropiezos que Edilberto sufrió mientras aprendía a conducir la bicicleta para entregar los pedidos: “Me caía con frecuencia y se derramaban  los panes y  los pedidos por el suelo, una vez subí una mercancía catorce pisos (por las escaleras) porque tampoco sabía manejar un ascensor”.

A pesar de los tropiezos el joven Edilberto aprendió a conducir la pesada bicicleta del establecimiento y en solo dos semanas, ya entregaba los pedidos de forma tan rápida y eficaz que incluso le sobraba tiempo para atender otros oficios.  Tan eficiente fue su desempeño, que el mismo jefe le sugirió continuar sus estudios de bachillerato para que luego se especializara en repostería y manejos de alimentos en general, lo cual efectivamente hizo el joven, llegando a especializarse en Tecnología en Alimentos y Desarrollo Gerencial.

Edilberto lee los cambios de la ciudad a ojo de buen cubero y comparte su percepción sobre las transformaciones que ha vivido Junín:  

“El perfil de los visitantes de Junín ha cambiado mucho, recuerdo a principios de la década de los setenta, como a eso de las dos a cuatro de la tarde, llegaban las damas que vivían en el barrio Prado a tomar el té; este lo acompañaban con moritos, tostadas con mantequilla o mermelada, corazoncitos de hojaldre y otros productos de repostería fina. Cuando ellas se marchaban entre las cuatro media y cinco, llegaban las colegialas del Liceo Antioqueño que quedaba enseguida del teatro El Lido, ellas venían con el afán de encontrarse con Julio Cesar Luna, que era el galán de la época y quien frecuentaba a Versalles en compañía de otros personajes como Armando Moreno, Lalo Martel, todos argentinos, también venían a tertuliar Rodolfo Aicardy, el baladista Fernando Calle, el loco Gustavo Quintero y otros personajes de la vida pública de la ciudad y el país”.


Hoy Edilberto es el administrador de Versalles, negocio en el cual un día inició su vida laboral como mandadero siendo todavía un niño. Nunca pensó que su futuro estaría signado por los pedales y las ruedas de una pesada bicicleta, de la cual solo queda una fotografía que conserva su madre, la cual lo muestra en la calle Junín pedaleando hacia su destino. 

Juan Fernando Hernández   

Medellín - México


Manuel Álvarez Bravo,  pionero de la fotografía artística en México, es considerado como el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX. Su obra se extiende de finales de la década de 1920 a la de los noventa. Camila Flórez Quintero, Fotografa y Artista Plástica realizó una investigación visual sobre Manuel Alvárez -uno de sus referentes- que dio como resultado una exposición, de la cual ya hemos compartido en otras entradas y escritos con relación a los estudios urbanos. Sea esta la oportunidad para exaltar y reconcoer el trabajo de Camila, con su obrar, en favor de este espacio virtual, el grupo de investigación y el centro de estudios urbanos.

Calvas. Centro de la Ciudad. Camila Flórez Quintero. 2010.

Destinos. Barrio 12 de Octubre. Camila Flórez Quintero. 2010.
 
Pasatiempos. Camila Flórez Quintero. 2010.

 


Músicos populares. Parque Berrio.Camila Flórez Quintero. 2010.

Reflejos de comercio y ciudad. Medellín. Camila Flórez  Quintero. 2010.


Crónicas Urbanas


La piel del rostro de Ramona esta manchada por el sol, los dientes que aún le quedan lucen negros y carcomidos por la caries, Ramona detesta su nombre pues es el nombre de una caricatura, “No me gusta el personaje de Ramona, y no me parezco en nada a esa señora malgeniada y creída”, dice.

Una tarde hace veintidós años, la madre de Ramona supo que su hija estaba embarazada, y sin más miramientos la puso de patitas en la calle, a pesar del estado de preñez de la entonces joven Ramona, “Una hermana me dio posada los primeros meses de embarazo, pero igual me echo cuando estaba a punto de dar a luz” Ramona acudió al padre de la criatura, pero este negó toda responsabilidad, ella entonces enfurecida como en una canción de despecho, saco una cuchilla “de esas de afeitar” y dejo un recuerdo perenne en el semblante del hombre.

El pasado de Ramona esta signado por la locura y las pasiones, “Cuando mi hija  tenia como un año, el suegro me pago un apartamento en Manrique para que yo viviera con el caricortado y la niña, pero el caricortado se  entrego al vicio y no iba a la casa, yo de verraca, hice lo mismo y me dedique a fumar bazuco, descuide mucho la niña y el suegro me la quito, se la llevo a mi madre, quien la crió como una hija, y esta es la hora que mi hija  no sabe que la verdadera madre soy yo, ya que no me dejaron volver a verla”

Tras la perdida de su hija, Ramona se dedico aún más al consumo de sustancias, una día llego a vivir en una casa donde se comerciaba droga y en un descuido de la dueña de la casa, quien era la que vendía el bazuco, se fumo en una noche con dos hombres, más de dos libras “Esa noche casi me muero, pero lo peor fue al otro día cuando la señora se dio cuenta y entonces me echo de la casa”

Hace ocho años que Ramona vive en “El Pasaje”, de allí han intentado sacarla varias veces pero ella se mantiene aferrada a la vieja casa como hiedra al muro, “Cuando los inquilinos no pagaban la pieza, la antigua administradora los mandaba a golpear con los muchachos de la bandas, que eran sus amigos, pero conmigo nunca tocaron, aunque si me le echaban candado a la pieza y yo tenia que quedarme durmiendo en los corredores con mis  hijas”

Cuando Ramona llegó al “El Pasaje”, ya tenía otras tres hijas, fruto de su relación con un hombre alcohólico, a quien conoció tras la salida de su tercera estadía en la cárcel. En “El Pasaje”, nació su único hijo varón, “El es un niño lleno de amor, somos pobres pero Marco es un niño rico en afectos, las hermanitas y yo le damos todo el cariño del mundo”

Ramona recuerda sus noches de desesperación, cuando no tenia para comprar droga, entonces despertaba a sus hijas a cualquier hora, y aunque estuviera lloviendo las hacia salir a pedir limosna, para poder comprar su vicio, “Yo me subía a los buses con las niñas e inventaba cualquier historia, cuando recogía el dinero las acostaba de nuevo y me iba a comprar el vicio, me lo fumaba luego en la pieza, y las niñas me decían que se iban a enfermar con ese humo, pero yo no les hacia caso y seguía consumiendo. El remordimiento me mataba al día siguiente, me daba golpes contra las paredes, quería terminar de una con ese maldito desenfreno”

La pieza de Ramona es la numero trece, pero al contrario de lo que podría creerse, este numero le ha traído suerte según ella, ya que allí nació su hijo Marco, y como si esto fuera poco, dejo de consumir el bazuco hace cinco años, la misma edad de su pequeño. “Antes de nacer Marco vivía en la pieza quince, y allí fue donde más consumí vicio, al llegar a la pieza trece nació mi hijo, me hice cristiana, deje de meter  droga”       
                 
A diferencia de muchas mujeres que quieren adelgazar, el orgullo de Ramona fue haber aumentado de peso cuando dejo de drogarse, ella mira sus vecinas inquilinas y en voz baja comenta “Mira, así de flacuchenta y chupada, como esa mujer que atraviesa el corredor, así era mi cuerpo, el polvo te chupa toda, te hace robar lo que sea, yo era tremenda escapera antes, robaba hasta los calzones de mis vecinas, ahora menos mal que ya no robo, pues con tanta alarma, timbres y campanitas que tienen los objetos en los almacenes, cualquiera se da cuenta”  

Su habitación, carece de objetos de gran valor comercial, solo un pequeño televisor en blanco y negro, (objeto muy común en las piezas de inquilinato), un camarote de dos puestos, al lado de una mesa que hace las veces de cocina, y en la cual están además de las ollas, un vaso con cepillos dentales, un frasco con un poco de champú, un cepillo de fregar ropa, y una vieja camiseta que sirve como cogedor de ollas. En una de las paredes donde esta el camarote se lee la frase “Jesús es amor, búscalo”, hay además un  escaparate de madera con una de las puertas abiertas, y en el cual se puede observar la ropa en desorden, al escaparate le falta uno de los cajones, y parece insuficiente para la familia, ya que deben colgar algunas otras prendas en un rincón junto a este armario. Sobre este escaparate o armario, esta además el pequeño televisor a blanco y negro, un pequeño cofrecito dorado, un cepillo para el cabello, un muñeco, tres revistas, un vaso plástico de color fucsia, algunas prendas de vestir, y un tarro de galletas navideñas.

Sin embargo, hay algo en la habitación que posee demasiado valor, no solo para las niñas y el niño, sino también para Ramona, son los juguetes que cuelgan del techo en bolsas plásticas, la mayoría de ellos sin desempacar, estos juguetes fue lo único que escapo a los impulsos de Ramona, por venderlo todo, en aquellos oscuros años, cuando su vicio le arrebato su primera hija, su juventud, y la libertad en casi todos los aspectos de su vida.

Ramona vivió además, parte de los años tenebrosos de “El Pasaje”, cuando algunas de las bandas del sector de Niquitao, inundaron el barrio de armas y homicidios, “Me toco escuchar como torturaban a las personas en las piezas, los mataban y los sacaban envueltos en sabanas en horas de la noche, quien sabe a donde, los muchachos se turnaban para violar las peladas que vivían en las piezas, y que trabajaban como prostitutas. Y así no fueran putas, las violaciones eran más comunes en esa época, aunque aún violan. También supe de personas secuestradas en las piezas, en el solar aparecían uno o dos muertos al mes asesinados no solo en “El Pasaje”, sino también en inquilinatos cercanos a éste y que comparten los lotes vacíos de atrás, algunas veces torturaban a alguien y luego no se veía el cuerpo”

El padre de sus hijas, se fue de “El Pasaje”, pues tenía deudas pendientes con la antigua administración y para no ser golpeado o torturado, decidió irse del lugar, Ramona enfrento la situación y aunque le toco dormir varias veces en el corredor o fuera de la casa con sus hijas, hizo lo posible por desamarrarse de las deudas y volver de nuevo a la veterana casa.
Noches de impotencia y desespero por la falta de bazuco, meses y meses de cárcel, sin saber de sus hijas, gritos y muerte al lado de su pieza, hambre, pobreza, son algunas de las cosas que Ramona ha vivido y soportado. Solo hay algo que aún le quita el sueño a sus noches y que le hace lloviznar la mirada cuando lo dice en voz alta, es la falta del abrazo y el perdón de su familia, especialmente de su madre, a quien visito hace dos años después de más de quince años de ausencia, pero sus hermanas no la dejaron entrar a la casa, la llevaron a un parque cercano del barrio El Pedregal, y allí la entretuvieron quizás con el temor de que su hija la viera, “cuando llego mi  madre a verme al parque donde me llevaron mis hermanas, mis  hijas la abrazaron felices de tener una abuela, pero mamá las aparto y saco un billete de diez mil pesos y lo extendió hacia mi, me sentí tan ofendida y triste que lo único que le dije fue que yo solo iba a presentarle a mis hijas y que no necesitaba ayuda económica de ella, fue tan duro que cogí mis muchachitas y mi niño y salí llorando y corriendo del lugar”

Sentada en un pequeño muro del patio inferior de “El Pasaje”, Ramona lloro de nuevo veintidós meses después, cuando redacto una carta con la ayuda de un amigo, esta carta que quería hacer llegar a su madre y hermanas, llevaba la voz de su nueva vida cambiada por el amor hacia sus niñas, de lo feliz que era en su pieza en “El Pasaje” la cual deseaba que visitaran, ella haría lo posible por ofrecerles un almuerzo y juntas se abrazarían para borrar el pasado dolorido, les contaría de sus noches de soledad en la cárcel, y como a pesar de todo, siempre las guardo en su mente y en su corazón que no albergaba ningún rencor.

Un día de Mayo el mensajero entregó la carta en la dirección indicada por Ramona, la señora algo sorprendida miro al muchacho que esperaba una respuesta, tras abrir la carta y leer unas pocas líneas la señora rompió la carta frente al mensajero y luego le extendió los pedacitos, “Dígale que esta es mi respuesta”. Algo preocupado el amigo de Ramona que hizo las veces de mensajero, le dijo a esta que no encontró a la señora, pero que le dejó la carta con una vecina, Ramona que en medio de la mentira y la oscuridad había aprendido a conocer la verdad con solo escuchar la voz, supo entonces que sus noches de tormento aún no terminarían, no dijo nada, solo bajo la cabeza y en sus ojos de nuevo apareció la lluvia.    
Autor de la Crónica y Fotografías: Juan Fernando Hernández -  juferh@yahoo.com       

Centro de Estudios Urbanos

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A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
“La ciudad no es un artefacto o una disposición residual
Por el contrario, la ciudad encarna la verdadera naturaleza de la naturaleza humana.
 Se trata de una expresión de la humanidad en general
y específicamente de las relaciones sociales generadas por la territorialidad”
Morris Janowitz, Citado en Posmetrópolis, Edward Soja

Contextualizar una investigación en un escenario urbano no coincide con la obligación de tener un referente espacial como lugar donde ubicar acontecimientos o como el deber ser de dibujar un territorio donde se efectúan cierto tipo de prácticas sino que, más bien, responde a la convicción de que han sido las ciudades a lo largo de toda la historia las que han configurado y de las que ha dependido el funcionamiento de todos los elementos que constituyen la vida humana.

Ha sido en las ciudades donde se han establecido todas las formas de vida humana; los espacios de poder han tenido como centro de funcionamiento las ciudades; las economías, los mercados y las relaciones de intercambio son prácticas propiamente urbanas; las técnicas y las tecnologías tienen como escenario de efectuación las ciudades y sus espacios.

Podría decirse que el mundo rural -el que se ha considerado el “antípoda” del urbano-, funciona gracias y a favor de las ciudades: la mayor parte de los recursos producidos por las comunidades rurales están destinados para el abastecimiento de las ciudades, pero la creación, distribución y amoblamiento de los espacios rurales depende de insumos netamente urbanos.

Las conexiones viales, económicas y políticas más importantes para las especialidades rurales se establecen con las ciudades. Las migraciones a la ciudad ha venido aumentado desde los dos últimos siglos de forma vertiginosa. Por lo tanto, la ciudad entendida como prácticas sociales y el espacio urbano como lugar de relaciones e intercambios no deberían ser analizados dentro de sus límites territoriales; en efecto, están en relación con otras espacialidades y se presentan más como la “sede de un control territorial” que como un enclave nominal. Sin embargo, este mundo históricamente urbano, constituyente fundamental de las relaciones sociales, ha sido poco incluido en las problematizaciones académicas y sociales.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
La primacía del tiempo como eje articulador de muchas de las investigaciones ha hecho que el espacio sea solo un dato referente a la localización geográfica. Lo que aquí se pretende es, por el contrario, dar mayor relevancia a las espacialidades urbanas como productoras de tiempos y subjetividades múltiples.

No obstante, sería inexacto sugerir una cierta luz de soluciones de continuidad en relación a las diversas ciudades y a sus tiempos diferenciados. No es lo mismo hablar de la Atenas de Pericles que de la Nueva York multicultural; tanto los tiempos locales como la configuración socioespacial establecen las especificidades de los entornos urbanos. Las ciudades, de esta forma, dependen de las condiciones de existencia de una determinada época.

Así, las ciudades de la modernidad tienen características que les son propias. La primacía de la razón, la utopía del progreso, el fortalecimiento y asentamiento casi absoluto del sistema capitalista, la industrialización de las mercancías, la mercantilización de los objetos, el nacimiento del pensamiento urbanista y del urbanismo como disciplina, el crecimiento de la población, la instrumentalización de los cuerpos para la producción, la migración, la consolidación de los sistemas de transportes y de comunicación, el declive del Arte y la proliferación de las vanguardias artísticas, el nacimiento de la sociedad del consumo y del espectáculo, la emergencia de “nuevas” clases sociales son condiciones constituyentes de las transformaciones de las ciudades en la modernidad.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
De hecho, cualquier objeto de estudio que aborde cuestiones modernas no debería eludir a la ciudad como campo problemático; y así, como advertirían Baudelaire y Benjamin, son justamente las ciudades los escenarios que sostienen todos los espectáculos de la modernidad.

Alejándonos de los reduccionismos conceptuales es posible sugerir que el epítome de la modernidad es la expansión y aglomeración constante de la ciudad; “La noción de ciudad implica la aglomeración de una población, o sea la concentración del asentamiento y de las actividades; estas últimas se diferencian del aprovechamiento directo del suelo porque llevan a la especialización y contribuyen sobre todo al intercambio y a la organización de una sociedad”[1].

De esta forma la ciudad moderna, como todas las ciudades, tendría unas formas de organización social más o menos constantes y unos modos de distribución del territorio y de los elementos urbanos que implican la construcción de una estructura social. En otras palabras, la modernidad urbana conlleva inexorablemente a tener una relación pensada y estratégica con el espacio y con los modos de vida en él representados, que posibilite, por ende, tener cierto control sobre la población y sus hábitos urbanos.

La creación de las espacialidades modernas están dirigidas precisamente al “progreso permanente, avances tecnológicos, democratización, nivelación de las formas de vida, decidida orientación hacia el tiempo y el dinero, movilidad en aumento, y aceleramiento de la circulación (y de las modas) y del monumentalismo”[2]. Tales características posibilitaron la acelerada transformación de las ciudades a partir del siglo XIX a favor tanto de la regulación como del dinamismo moderno.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo.
Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
Si bien las ciudades modernas orientaban sus formas de gobierno y de legitimación en los marcos de los grandes metarrelatos: “emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnociencia capitalista”[3], la condición misma de la modernidad, tal cual lo argumentaron Lyotard y Berman, es la de tanto absorber permanentemente los discursos originados en su seno como la de crear constantemente ilusiones y fantasmagorías que susciten prácticas sociales en favor de la consolidación de la economía capitalista.

El eclecticismo moderno sería entonces la condición de posibilidad y existencia de las ciudades. Es decir, la condición de la modernidad es el desvanecimiento y la reinvención constante de sus discursos; y de eso depende la fuerza que pueda llegar a tener en una sociedad.Dicho eclecticismo es precisamente el que da sustento a la movilidad urbana; las características de la ciudad moderna atañen no solo al movimiento y a la eficacia de las relaciones políticas, económicas y sociales mediadas por unos espacios funcionales construidos para posibilitarlas sino a la circulación de unos imaginarios urbanos producidos por los dispositivos mediales.

Periódico El Colombiano. Septiembre de 2006.
Fotografía: Víctor Jiménez.
La prensa, la radio, los espectáculos masivos, las exposiciones universales y nacionales y la publicidad son unos de esos dispositivos que emergen en la modernidad y terminan por refinarla. Y, como más adelante se expondrá con detenimiento, la capacidad de tales dispositivos radica en que, más que informar y representar unas realidades urbanas, las induce y produce. La imagen de una ciudad en movimiento constante y en continua construcción implica la imagen de la fragmentación: la “ciudad collage”[4] moderna es la ciudad dividida en reductos funcionales y estratégicos que permiten una relación racionalizada del espacio. No obstante, un mundo convertido en ciudad y el triunfo de ésta sobre las relaciones sociales ha posibilitado que los principios de racionalidad espacial se expandan y se multipliquen en favor de las orientaciones y los itinerarios individuales.

Ahora bien, según la tesis de Santiago Castro-Gómez la entrada del capitalismo en Colombia tuvo como condición de posibilidad el ingreso, en un primer momento, de un “capitalismo imaginado”[5]. Capitalismo narrado, visual y simbólico, que tuvo como raigambre las viejas relaciones sociales pero que las transformó sutilmente orientándolas a unas condiciones propias y creadas por el mismo capitalismo. El ideal de reconocimiento de unos actores sociales con las condiciones individuales y sociales capitalistas vigentes en Europa y Estados Unidos posibilitó la paulatina entrada, a través de los medios de comunicación, de este “capitalismo imaginado”;

...diversos actores sociales empezaron a identificarse imaginariamente con un estilo de vida capitalista para el cual no existían todavía las condiciones materiales. Es en esta identificación que se van formando los “sujetos” que harán posible que el capitalismo se convierta luego en la forma hegemónica de producción en Colombia. El mudo simbólico de la forma-mercancía “interpela” a los individuos (los llama, los convoca, los seduce) para convertirlos en sujetos deseosos de materializar los símbolos del progreso que la mercancía ofrece: riqueza, salud, confort y felicidad.[6]

Aun así, este “capitalismo imaginado” no debe entenderse sólo como condición de posibilidad sino como la condición de existencia del capitalismo. Pues tanto la modernidad como el capitalismo dependen de mantener un flujo constante de imágenes y narrativas que los estén tanto reafirmando en su influjo social y en su fuerza económica como renovando constantemente. Sin ahondar sobre la discusión de si la modernidad es propia del capitalismo o viceversa, sabemos que entre el uno y el otro a existido una concomitancia hasta cierto punto pragmática.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo.
Por lo tanto las imágenes de mercancías, espectáculos, eventos sociales, exposiciones, objetos técnicos, cuerpos y ciudades son parte constituyente del capitalismo y la modernidad misma. Es decir, entre imaginación y realidades capitalistas existe el mismo grado de ficcionalización. Por lo tanto, ni un “capitalismo imaginado” ni un “capitalismo real o materializado” posibilitan al otro, sino que los dos son integrantes fundamentales para la inserción de unas espacialidades, de unos dispositivos y de unas prácticas sociales característicos de estos dos ejes explicativos.  Lo que entonces tanto la modernidad como el capitalismo provocan es el asentamiento constante de una violencia simbólica a  través de muchos frentes que los perpetúa como los productores de las nuevas subjetividades; éstas subjetividades cinéticas creadas lentamente a partir de los finales del siglo XIX en nuestro país y tempranamente en Medellín -con respecto al ámbito nacional- son precisamente las que permiten que capitalismo y modernidad se arraiguen definitivamente.

Esta violencia simbólica estriba en que los esquemas ideales y representados difieren considerablemente de las realidades sociales. No obstante, aunque la asimilación paulatina de unos modos de vida se dibuje claramente desde la segunda década del siglo XX ésta violencia permanece como el alimento necesario para reforzar las nuevas formas de existencia del capitalismo. Por paradójico que parezca, la ficcionalización de tiempos, espacios y cuerpos son el principal elemento para la construcción de los tiempos, los espacios y los cuerpos modernos.


Punto cero y Barranquilla. Procesamiento digital.
Fotografía: Víctor Jiménez.
 Así, la construcción de las subjetividades urbanas está vinculada, en efecto, a la organización y distribución incesante del espacio de las ciudades y los dispositivos urbanos; pero es necesario advertir que el análisis de las subjetividades y de las prácticas sociales son el insumo principal para dicha organización.

Con todo, lo que aquí se ha querido y se quiere hacer evidente es que la ciudad moderna es un campo de acción y de relaciones transductivas y móviles que ponen el acento en los principios de una racionalidad difusa; difusa en tanto que el poder ya no se encuentra concentrado en la figura de un soberano que tiene la potestad absoluta sobre la vida de sus súbditos, sino que se multiplicó para quedar fragmentado y constituir así una “microfísica del poder”. Los poderes de la modernidad como los espacios de la ciudad tienen cada uno su campo de acción y su grado de efectividad sobre la vida de los hombres.


[1]    RONCAYOLO, MARCEL, La ciudad, Ed. Paidós, Barcelona, 1988, pp. 10 - 11.
[2]    FRISBY, DAVID, Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007, pp. 32.
[3]    LYOTARD,  JEAN-FRANÇOIS, La posmodernidad (explicada a los niños), Ed. Gedisa, Barcelona, 1996, pp. 29.
[4]    Este termino es utilizado por Giandomenico Amendola en su texto La ciudad postmoderna para afirmar que la ciudad, en este caso la postmoderna -pero que puede ser usado con las precisiones conceptuales correspondientes para la moderna-, no tiene ni una coherencia espacial, ni simbólica, ni temporal, ni imaginada, ni visual, ni léxica que la permita representar.
[5]    CASTRO-GÓMEZ, SANTIAGO, Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910 – 1930), Universidad Javeriana, Bogotá, 2009.
[6]    Ibid, pp. 26.