Uma
cidade que vive uma tensão cotidiana, um projeto de apagamento da
memória coletiva e o afastamento sistemático dos pobres do mar.
Distopia::021 é um video documentário sobre a revitalização da zona
portuária do Rio de Janeiro no horizonte dos megaeventos esportivos
internacionais (Copa do Mundo de 2014 e Jogos Olímpicos 2016).
El
Concejo de Medellín aprobó en primer debate el Proyecto de Acuerdo que da vida
al Plan de Desarrollo 2012 – 2015 “Medellín, un Hogar para la Vida”, el cual
está fundamentado en dos pilares: la Vida como valor supremo y la Equidad para
lograr una sociedad más justa.
En la
sesión, a la que asistieron los miembros de las comisiones Primera y Segunda
del Concejo de Medellín, los ponentes realizaron exposiciones de cada una de
las cinco líneas del Plan, con recomendaciones para mejorar la carta de
navegación que guiará los destinos de la ciudad en los próximos cuatro años.
La
presidenta de la Comisión Primera, Aura Marleny Arcila, destacó que el Plan de
Desarrollo se fundamenta en una sociedad que valora y respeta la vida y busca,
en general, una sociedad menos desigual. Por su parte, el presidente de la
Comisión Segunda, Carlos Mario Mejía, expresó que lo mejor de la formulación
del Plan fue la democratización del mismo, pues la ciudadanía en pleno se volcó
a participar en la estructuración del contenido.
Durante
el mes de mayo, el Concejo Municipal lideró, con el apoyo de la Alcaldía de
Medellín, un total de 30 sesiones y dos grandes foros, a los cuales asistieron
más de 7.000 personas. En marzo, el Consejo Territorial de Planeación realizó
jornadas de participación ciudadana (con grupos sectoriales, poblacionales y
territoriales), las cuales lograron una asistencia superior a las 7.500
personas.
El Plan de Desarrollo 2012 – 2015 “Medellín, un
Hogar para la Vida” contará con un presupuesto de 14,5 billones de pesos para
el cuatrienio, recursos que serán invertidos en programas y proyectos que
beneficiarán a las familias de Medellín.
A pesar de la violencia y el conflicto social que
padecemos en la actualidad, los habitantes de las laderas de Medellín seguimos
caminando en torno a la construcción del Plan de Desarrollo Municipal (PDM) 2012-2015.
Camino que venimos labrando hace muchos años en la construcción participativa y
consciente de nuestros Planes de Desarrollo Comunales y Corregimentales y que
fueron inscritos como anexos en el programa de gobierno del alcalde Aníbal
Gaviria.
Sin embargo en la actualidad no evidenciamos
ninguna inclusión de nuestras propuestas en el PDM, las cuales han sido puestas
en el debate en los diferentes espacios de discusión ante las respectivas
instancias encargadas de realizar recomendaciones y sugerencias a dicho Plan:
en febrero, estuvimos reunidos los Equipos de Gestión de los Planes de
Desarrollo Local en el salón del diálogo de la Alcaldía, con el entonces asesor
Álvaro Berdugo (ahora Director de Planeación Municipal) y con algunos
funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social, además de participar en
diferentes espacios comunales y zonales donde presentamos las propuestas.
Durante el mes de marzo, participamos activa y
propositivamente en los diferentes foros realizados por el Consejo Territorial
de Planeación (CTP) donde se abordaron temas como Vivienda y Hábitat, Población
Desplazada, Mujeres, Cultura, entre otros. El CTP entregó su concepto
incluyendo las propuestas de la comunidad, pero tampoco fueron tomadas en
cuenta. En mayo participamos de las diferentes sesiones descentralizadas del
Concejo en nuestras comunas, y también nos movilizamos en la sesión donde se
discutió el tema de la vivienda y el hábitat.
Este proceso de participación y movilización es una
iniciativa totalmente comunitaria en la que no tiene nada que ver ningún
partido político, por el contrario es un esfuerzo por construir otro tipo de
política a la que tradicionalmente ha tenido el país, una donde la relación
elegido-electores cambie, y se comience a ver a las comunidades
como parte fundante y esencial del sistema político. Nuestras
motivaciones no son dádivas ni contratos, es el anhelo de construir un
buen vivir en nuestros territorios, donde la dignidad se convierta en una
constante que reemplace la profunda inequidad que nos azota.
Estamos inconformes con el PDM, nuestras propuestas
no quedaron incluidas en lo fundamental del Plan, y el ejercicio participativo
parece ser más bien demagogia que democracia. Con la participación legitimaron
el proceso, debido a los encuentros y debates tan numerosos donde fuimos los
que convocamos, pero sólo resultamos siendo cifras, no hubo una real inclusión.
Tampoco vemos con buenos ojos que diez días antes
de aprobarse el Plan, la Administración cambie el director de Planeación, quien
era el que había estado presente en los debates con las comunidades. Todo esto
parece indicar que nuestro tiempo invertido se perdió y como siempre la
comunidad participa pero el gobierno es el que decide.
Es por ello que decidimos movilizarnos hoy 30 de
mayo, cuando el Concejo está aprobando el PDM 2012-2015, ya que si ellos no nos
escuchan, las comunidades seguiremos defendiendo nuestras propuestas, que son
las rutas de gestión para la solución de las necesidades de la población y la
superación de la inequidad.
Los presupuestos asignados al tema de mejoramientos
y vivienda nueva en el PDM son muy escasos, no superan los 250.000 millones de
pesos y no alcanzan a cubrir los problemas de déficit cuantitativo y
cualitativo de vivienda en Medellín; los recursos de la ciudad se invierten
mayoritariamente en el sector del poder económico y privado y no en las
comunidades, no en la población. Una prueba de esto es que la Administración
anterior invirtió 400.000 millones en Autopistas de la Montaña y 150.000 millones
en el puente de la 4 Sur.
Por lo anterior, exigimos mayores recursos para
vivienda y hábitat, y la implementación del Plan de mitigación del riesgo, que
son las necesidades más sentidas de las comunidades. Debe incluirse además, el
mínimo vital de agua potable para toda la población de estratos 1 y 2 y la
aprobación del mínimo vital de energía, que fue una promesa electoral de este
gobierno. También planteamos que se debe tener una mayor inclusión de las
mujeres y de la población desplazada en dicho Plan.
Frente al logo de la
Administración “Cuéntanos tu idea al Plan”, queremos decirles que desde las
comunidades no nos basta con contar una idea, nosotros planteamos propuestas y
exigimos soluciones, y estamos convencidos de que el Plan no debe ser un acto
de buena fe del gobierno, sino fruto de la concertación política.
Proponemos una “Mesa de
diálogo y concertación” entre las comunidades y la Administración municipal,
donde se garantice una real participación de la población, debatiendo
problemáticas de fondo y no de forma, y decidiendo no solo sobre los programas
y proyectos sino también sobre los recursos, que son nuestros. Los proyectos
como los PUI, los planes parciales y en especial el Cinturón Verde se deben
construir de la mano con los Planes de Desarrollo Locales, y no al amaño de
firmas constructoras o tecnócratas que no conocen nuestro territorio y hacen
sus planes desde los escritorios.
Compartimos con ustedes la Acción de Movilización de las
Comunidades de las Laderas de Medellín,
en protesta por la no inclusión de sus
propuestas en el Plan de Desarrollo de
Medellín 2012 - 2015. Fotografías de
Lizeth Palacio y Kelly Gómez . 30 de
Mayo 2012. Clic Aquí
Tríptico noche y amarillo. Luis Bernardo Escobar. 2011.
Las interrupciones morfológicas y la producción de formas espaciales, mentales y corporales desde lo urbano es difícil superarlas sólo acudiendo al urbanismo y la modernización. Todos incluso los planificadores, arquitectos, estetas, urbanistas saben que falta algo. La crisis de lo urbano no es en vano. Los anteriores fragmentos de las urbs que mediatizados se convierten en lenguaje de un territorio imaginado y hecho, similar y diferenciado, parafraseando a Francesc Muñozen Urbanalización. Paisajes comunes, lugares globales es lo que moramos, discutimos e investigamos hoy, en el presente espacial de la vida citadina como nueva experiencia y acontecimiento.
La estetización de los espacios urbanos, privados y públicos, busca estimular la experiencia cotidiana de la vida metropolitana dando una impresión de ciudad democrática y civilizada. En las últimas décadas, en muchas ciudades colombianas y del planeta, hemos presenciado el paso de una planeación urbana ocupada principalmente de la vivienda, la movilidad, la idoneidad de los espacios públicos y comerciales hacia una consideración de la gestión urbanística en términos de proyecto y diseño
Este paso genera un nuevo tipo de intervención espacial que puede considerarse como simple maquillaje insulso que oculta los verdaderos problemas urbanos y sociales de una metrópoli o como la implementación de una nueva estrategia de equidad social, en la medida en que se extiende el rediseño espacial a todos los escenarios urbanos de una ciudad. Las zonas pobres, los territorios deprimidos, los barrios populares también son incluidas en este bello paisajismo urbanita que propone sitios con diseño contemporáneo y con nuevas comodidades.
Ciudad simulacro o simulada; mimesis que genera conformismo y pasividad; redistribución justa y adecuada de los recaudos municipales y tantas otras críticas o alabanzas atraviesan, hoy en día, estás prácticas gubernamentales o privadas de gestión urbana.
Piedra y Cielo. Luis Bernado Escobar.
La ciudad fragmentada de los territorios difusos crea las centralidades de los territorios proyectados en detrimento de los vividos. Es aquí donde La ciudad postmoderna, magia y miedo en la metrópoli contemporánea. Las Postmetrópolis, sus estudios críticos sobre las ciudades y las regiones se ponen a prueba con la nueva concepción de justica espacial, área regional, derecho a la ciudad y vida digna.
“Las ciudades son fascinantes, incluso hoy en día, precisamente porque cuestionan tanto la ilusión vana del orden como la fantasía del desorden y porque ponen de manifiesto hasta qué punto son falacias ideológicas las preferencias estéticas a favor de un estado o del otro. La ciudad es frustrante para el dictador pero también para el ropavejero”[1]. La ciudad como espacio donde se producen determinadas prácticas sociales y la ciudad como el cumulo de relatos que ayudan a producir dichas prácticas refuerzan la atracción, seducción y encanto.
Hay una necesidad de estudiar los fenómenos urbanos desde una esfera argumentada, humana, subjetiva en pos de producir análisis y teorías propias de las especificidades de las ciudades, en los procesos a escala local-mundial, como lo es el actual “modelo Medellín” a nivel global. Las aglomeraciones de personas y la diversidad de viejas y nuevas espacialidades en Medellín actualizan de una u otra forma tanto los discursos que se fabrican y los modos en los que la lectura se lleva a cabo, y estas formas de representación que se practican y encarnan, a la vez, secundan la construcción de una ciudad cada vez más móvil y más múltiple[2] donde urgen miradas y prospectivas de la ciudad, que debe ser investigada, cuestionada, puesta a prueba en los escenarios de la formación, el debate público y el trabajo con comunidades barriales, sociales, gubernamentales e investigativas.
En la misma línea de ideas, los pocos grupos de investigación, centros, académicos, redes sociales, investigativas y de trabajo que abordan o tienen como objeto o línea de investigación el universo urbano, los urbanismos y la Urbanalización en Medellín y Colombia, nos dan pie para arriesgarnos a buscar consolidarnos y fortalecer espacios, alianzas con ellos y nuevos grupos y laboratorios, frente al lugar que ocupa la ciudad y sus re-significados ante los nuevos dispositivos, equipamientos, instituciones, tecnologías, discursos y modelos.
Entendemos que las narrativas de la vida metropolitana son suscitadas por el dinamismo de las urbes modernas, pero también, que la ciudad se construye paralelamente a sus relatos e imágenes, que los necesita y le son indispensables para poder dotarse de sentido; de un sentido difuso que es al mismo tiempo contestatario y arraigado, ambiguo y preciso. Desde principios del siglo XX Medellín se convirtió en un campo de batalla simbólica y visual en el que cualquiera puede pasear por las calles sólo como espectador. Por ello la intención individual y colectiva de producir conocimiento, debate académico, oficial y mediático, y transformaciones en las estrategias, discursos y prácticas de planificación e intervención urbana con el fin de generar conocimiento práctico, participación y derecho a la ciudad, sinergias, cinecismo, vida digna y espacio público urbano.
¿Ciudad-es? Luis Bernardo Escobar. 2012.
[1]FRITZSCHE, PETER, Belín 1900. Prensa, lectores y vida moderna. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008, pp. 17.
[2] AMENDOLA, GIANDOMÉNICO, La ciudad postmoderna. Celeste, Madrid, 2000, pp. 169.
“La ciudad no es un artefacto o una disposición residual
Por el contrario, la ciudad encarna la verdadera naturaleza de la naturaleza humana.
Se trata de una expresión de la humanidad en general
y específicamente de las relaciones sociales generadas por la territorialidad”
Morris Janowitz, Citado en Posmetrópolis, Edward Soja
Contextualizar una investigación en un escenario urbano no coincide con la obligación de tener un referente espacial como lugar donde ubicar acontecimientos o como el deber ser de dibujar un territorio donde se efectúan cierto tipo de prácticas sino que, más bien, responde a la convicción de que han sido las ciudades a lo largo de toda la historia las que han configurado y de las que ha dependido el funcionamiento de todos los elementos que constituyen la vida humana.
Ha sido en las ciudades donde se han establecido todas las formas de vida humana; los espacios de poder han tenido como centro de funcionamiento las ciudades; las economías, los mercados y las relaciones de intercambio son prácticas propiamente urbanas; las técnicas y las tecnologías tienen como escenario de efectuación las ciudades y sus espacios.
Podría decirse que el mundo rural -el que se ha considerado el “antípoda” del urbano-, funciona gracias y a favor de las ciudades: la mayor parte de los recursos producidos por las comunidades rurales están destinados para el abastecimiento de las ciudades, pero la creación, distribución y amoblamiento de los espacios rurales depende de insumos netamente urbanos.
Las conexiones viales, económicas y políticas más importantes para las especialidades rurales se establecen con las ciudades. Las migraciones a la ciudad ha venido aumentado desde los dos últimos siglos de forma vertiginosa. Por lo tanto, la ciudad entendida como prácticas sociales y el espacio urbano como lugar de relaciones e intercambios no deberían ser analizados dentro de sus límites territoriales; en efecto, están en relación con otras espacialidades y se presentan más como la “sede de un control territorial” que como un enclave nominal. Sin embargo, este mundo históricamente urbano, constituyente fundamental de las relaciones sociales, ha sido poco incluido en las problematizaciones académicas y sociales.
La primacía del tiempo como eje articulador de muchas de las investigaciones ha hecho que el espacio sea solo un dato referente a la localización geográfica. Lo que aquí se pretende es, por el contrario, dar mayor relevancia a las espacialidades urbanas como productoras de tiempos y subjetividades múltiples.
No obstante, sería inexacto sugerir una cierta luz de soluciones de continuidad en relación a las diversas ciudades y a sus tiempos diferenciados. No es lo mismo hablar de la Atenas de Pericles que de la Nueva York multicultural; tanto los tiempos locales como la configuración socioespacial establecen las especificidades de los entornos urbanos. Las ciudades, de esta forma, dependen de las condiciones de existencia de una determinada época.
Así, las ciudades de la modernidad tienen características que les son propias. La primacía de la razón, la utopía del progreso, el fortalecimiento y asentamiento casi absoluto del sistema capitalista, la industrialización de las mercancías, la mercantilización de los objetos, el nacimiento del pensamiento urbanista y del urbanismo como disciplina, el crecimiento de la población, la instrumentalización de los cuerpos para la producción, la migración, la consolidación de los sistemas de transportes y de comunicación, el declive del Arte y la proliferación de las vanguardias artísticas, el nacimiento de la sociedad del consumo y del espectáculo, la emergencia de “nuevas” clases sociales son condiciones constituyentes de las transformaciones de las ciudades en la modernidad.
De hecho, cualquier objeto de estudio que aborde cuestiones modernas no debería eludir a la ciudad como campo problemático; y así, como advertirían Baudelaire y Benjamin, son justamente las ciudades los escenarios que sostienen todos los espectáculos de la modernidad.
Alejándonos de los reduccionismos conceptuales es posible sugerir que el epítome de la modernidad es la expansión y aglomeración constante de la ciudad; “La noción de ciudad implica la aglomeración de una población, o sea la concentración del asentamiento y de las actividades; estas últimas se diferencian del aprovechamiento directo del suelo porque llevan a la especialización y contribuyen sobre todo al intercambio y a la organización de una sociedad”[1].
De esta forma la ciudad moderna, como todas las ciudades, tendría unas formas de organización social más o menos constantes y unos modos de distribución del territorio y de los elementos urbanos que implican la construcción de una estructura social. En otras palabras, la modernidad urbana conlleva inexorablemente a tener una relación pensada y estratégica con el espacio y con los modos de vida en él representados, que posibilite, por ende, tener cierto control sobre la población y sus hábitos urbanos.
La creación de las espacialidades modernas están dirigidas precisamente al “progreso permanente, avances tecnológicos, democratización, nivelación de las formas de vida, decidida orientación hacia el tiempo y el dinero, movilidad en aumento, y aceleramiento de la circulación (y de las modas) y del monumentalismo”[2]. Tales características posibilitaron la acelerada transformación de las ciudades a partir del siglo XIX a favor tanto de la regulación como del dinamismo moderno.
Si bien las ciudades modernas orientaban sus formas de gobierno y de legitimación en los marcos de los grandes metarrelatos: “emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnociencia capitalista”[3], la condición misma de la modernidad, tal cual lo argumentaron Lyotard y Berman, es la de tanto absorber permanentemente los discursos originados en su seno como la de crear constantemente ilusiones y fantasmagorías que susciten prácticas sociales en favor de la consolidación de la economía capitalista.
El eclecticismo moderno sería entonces la condición de posibilidad y existencia de las ciudades. Es decir, la condición de la modernidad es el desvanecimiento y la reinvención constante de sus discursos; y de eso depende la fuerza que pueda llegar a tener en una sociedad.Dicho eclecticismo es precisamente el que da sustento a la movilidad urbana; las características de la ciudad moderna atañen no solo al movimiento y a la eficacia de las relaciones políticas, económicas y sociales mediadas por unos espacios funcionales construidos para posibilitarlas sino a la circulación de unos imaginarios urbanos producidos por los dispositivos mediales.
Periódico El Colombiano. Septiembre de 2006.
Fotografía: Víctor Jiménez.
La prensa, la radio, los espectáculos masivos, las exposiciones universales y nacionales y la publicidad son unos de esos dispositivos que emergen en la modernidad y terminan por refinarla. Y, como más adelante se expondrá con detenimiento, la capacidad de tales dispositivos radica en que, más que informar y representar unas realidades urbanas, las induce y produce. La imagen de una ciudad en movimiento constante y en continua construcción implica la imagen de la fragmentación: la “ciudad collage”[4] moderna es la ciudad dividida en reductos funcionales y estratégicos que permiten una relación racionalizada del espacio. No obstante, un mundo convertido en ciudad y el triunfo de ésta sobre las relaciones sociales ha posibilitado que los principios de racionalidad espacial se expandan y se multipliquen en favor de las orientaciones y los itinerarios individuales.
Ahora bien, según la tesis de Santiago Castro-Gómez la entrada del capitalismo en Colombia tuvo como condición de posibilidad el ingreso, en un primer momento, de un “capitalismo imaginado”[5]. Capitalismo narrado, visual y simbólico, que tuvo como raigambre las viejas relaciones sociales pero que las transformó sutilmente orientándolas a unas condiciones propias y creadas por el mismo capitalismo. El ideal de reconocimiento de unos actores sociales con las condiciones individuales y sociales capitalistas vigentes en Europa y Estados Unidos posibilitó la paulatina entrada, a través de los medios de comunicación, de este “capitalismo imaginado”;
...diversos actores sociales empezaron a identificarse imaginariamente con un estilo de vida capitalista para el cual no existían todavía las condiciones materiales. Es en esta identificación que se van formando los “sujetos” que harán posible que el capitalismo se convierta luego en la forma hegemónica de producción en Colombia. El mudo simbólico de la forma-mercancía “interpela” a los individuos (los llama, los convoca, los seduce) para convertirlos en sujetos deseosos de materializar los símbolos del progreso que la mercancía ofrece: riqueza, salud, confort y felicidad.[6]
Aun así, este “capitalismo imaginado” no debe entenderse sólo como condición de posibilidad sino como la condición de existencia del capitalismo. Pues tanto la modernidad como el capitalismo dependen de mantener un flujo constante de imágenes y narrativas que los estén tanto reafirmando en su influjo social y en su fuerza económica como renovando constantemente. Sin ahondar sobre la discusión de si la modernidad es propia del capitalismo o viceversa, sabemos que entre el uno y el otro a existido una concomitancia hasta cierto punto pragmática.
Por lo tanto las imágenes de mercancías, espectáculos, eventos sociales, exposiciones, objetos técnicos, cuerpos y ciudades son parte constituyente del capitalismo y la modernidad misma. Es decir, entre imaginación y realidades capitalistas existe el mismo grado de ficcionalización. Por lo tanto, ni un “capitalismo imaginado” ni un “capitalismo real o materializado” posibilitan al otro, sino que los dos son integrantes fundamentales para la inserción de unas espacialidades, de unos dispositivos y de unas prácticas sociales característicos de estos dos ejes explicativos. Lo que entonces tanto la modernidad como el capitalismo provocan es el asentamiento constante de una violencia simbólica a través de muchos frentes que los perpetúa como los productores de las nuevas subjetividades; éstas subjetividades cinéticas creadas lentamente a partir de los finales del siglo XIX en nuestro país y tempranamente en Medellín -con respecto al ámbito nacional- son precisamente las que permiten que capitalismo y modernidad se arraiguen definitivamente.
Esta violencia simbólica estriba en que los esquemas ideales y representados difieren considerablemente de las realidades sociales. No obstante, aunque la asimilación paulatina de unos modos de vida se dibuje claramente desde la segunda década del siglo XX ésta violencia permanece como el alimento necesario para reforzar las nuevas formas de existencia del capitalismo. Por paradójico que parezca, la ficcionalización de tiempos, espacios y cuerpos son el principal elemento para la construcción de los tiempos, los espacios y los cuerpos modernos.
Punto cero y Barranquilla. Procesamiento digital.
Fotografía: Víctor Jiménez.
Así, la construcción de las subjetividades urbanas está vinculada, en efecto, a la organización y distribución incesante del espacio de las ciudades y los dispositivos urbanos; pero es necesario advertir que el análisis de las subjetividades y de las prácticas sociales son el insumo principal para dicha organización.
Con todo, lo que aquí se ha querido y se quiere hacer evidente es que la ciudad moderna es un campo de acción y de relaciones transductivas y móviles que ponen el acento en los principios de una racionalidad difusa; difusa en tanto que el poder ya no se encuentra concentrado en la figura de un soberano que tiene la potestad absoluta sobre la vida de sus súbditos, sino que se multiplicó para quedar fragmentado y constituir así una “microfísica del poder”. Los poderes de la modernidad como los espacios de la ciudad tienen cada uno su campo de acción y su grado de efectividad sobre la vida de los hombres.
[1] RONCAYOLO, MARCEL, La ciudad, Ed. Paidós, Barcelona, 1988, pp. 10 - 11.
[2] FRISBY, DAVID, Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007, pp. 32.
[3] LYOTARD, JEAN-FRANÇOIS, La posmodernidad (explicada a los niños), Ed. Gedisa, Barcelona, 1996, pp. 29.
[4] Este termino es utilizado por Giandomenico Amendola en su texto La ciudad postmoderna para afirmar que la ciudad, en este caso la postmoderna -pero que puede ser usado con las precisiones conceptuales correspondientes para la moderna-, no tiene ni una coherencia espacial, ni simbólica, ni temporal, ni imaginada, ni visual, ni léxica que la permita representar.
[5] CASTRO-GÓMEZ, SANTIAGO, Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910 – 1930), Universidad Javeriana, Bogotá, 2009.
"Estar contra las purificaciones, las reproducciones del disciplinamiento y una arquitectura obsidional entre guetos, prisiones y fortalezas, dejar emerger el nomadismo, movimiento, la diversidad que hace la diferencia, es lo que nos motiva. Romper con la simbiosis de la ciudad como una prisión o de las partes de la ciudad como prisión". Vera Malaguti
"Una colección de ciudades carcelarias, un archipiélago de recintos normalizados y espacios fortificados que atrincheran, tanto voluntaria como involuntariamente, a los individuos y a las comunidades en islas urbanas visibles y no tan visibles, supervisadas por formas reestructuradas de poder y autoridad pública y privada". Edward Soja
Ese nuevo orden impuesto “rechaza la singularidad de los lugares, las memorias, las estrategias y tácticas de sobrevivencia de las capas populares”, que componen una trama íntimamente ligada a la materialidad de los lugares. Sin ella no existe urbanidad, solo “artificialidad”, es decir, el escenario deseado por las grandes corporaciones, por los propietarios de los medios de comunicación y por los dueños de marcas. El nuevo modelo de ciudad global, caracterizado por lo artificial, “ha sido cuidadosamente confeccionado por el nuevo economicismo, a través de vínculos operacionales entre economía, política y cultura. Lima Carlos