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Del viajero al turista


Texto basado en la investigación
Del viajero al turista: de la geografía naturalista y pintoresca a los recorridos urbanos,
de la Universidad Nacional de Colombia
Medellín se despliega coqueta entre las páginas de las guías turísticas. Desde 1906, cuando apareció su Primer Directorio General, nuestra ciudad posa frente a la cámara y frente a los ojos de prolijos escritores para mostrarse expandida, abierta, seductora, sorpresiva, con ese dejo de modernidad que no quiere soltar.

Los turistas la beben, tragándose las letras de las páginas y saboreando las imágenes. Porque antes de sentirla junto a la piel, Medellín quiere ser devorada con los ojos: esa es la magia de las guías. Entre sus capítulos aparece lo que nuestra ciudad vanagloria y se esconden nuestros más íntimos secretos. Con cada paso de hoja el turista descubre nuestras vergüenzas, orgullos y proyecciones. Normalmente en los artículos periodísticos las fuentes son personas y sus palabras se hacen voz, en este texto los testimonios están impresos y las guías son quienes hablarán para contarnos de esas contorsiones que hace nuestra ciudad turística para convertirse en el objeto de mayor deseo.

Naturaleza generosa

La primera guía fue escrita por Isidoro Silva, "distinguido caballero bogotano que vive hace algunos años, con su familia, en esta capital antioqueña, que ha consagrado largas horas de su tiempo de vagar, a coleccionar datos y noticias interesantes relativos a Medellín, con paciencia de benedictino, con claro criterio y loables propósitos, a fin de dotarnos de una Guía medellinense, a usanza de las que se estilan en todas las ciudades de importancia", dice la introducción.

Habla de una ciudad incipiente con todavía escasas atracciones turísticas como el Parque Bolívar, los Talleres y la Sociedad de San Vicente de Paul, la Universidad de Antioquia, el Museo y la Biblioteca de Zea, la estatua del Dr. Pedro Justo Berrío, el Teatro Medellín, el Cementerio de San Pedro y la nueva Catedral, estos dos últimos proyectos a futuro que incluso antes de ser construidos ya se consideraban dignos de ser vistos.

Pero fundamentalmente, esta visita guiada y directorio muestra una ciudad que se arma en conexión profunda con la naturaleza. Las montañas vigilantes, la abundancia hidrográfica, el verde espléndido, el clima prodigioso, la luz y la claridad rebosante son los ingredientes perfectos de una pócima de atracción bastante efectiva frente a la cual cualquier turista sucumbiría. "Recoja Ud. en su mente lo que en breves palabras acabo de apuntar sobre nuestra flora, y agréguele mucho más que dejo en el tintero, por no extender fuera de medida esta carta, y podrá creerme cuando le diga que, al contemplar un bosquecillo de sauces á la orilla del río, de mangales, de pomos y cipreses, de guamos y otros muchos árboles, cree el observador que ha caído en gratísimo ensueño, porque la realidad de tanta belleza no se alcanza con los sentidos en estado de vigilia; y crecerá su admiración cuando desde alguna altura divise, en cuanto alcance la mirada, desde el inofensivo color verde de los prados, con reflejos de oro, hasta el sombrío y oscuro que imita por su concentración el de las más aquilatadas esmeraldas de Muzo" (…) "Dirá Ud.: 'este escritor, aunque de modo imperfecto, como que tiene tendencia a pintarnos un paraíso.' A lo cual responderé yo, buena y simplemente, que no tengo la culpa de que sea tan hermosa esta tierra".

Itinerarios centrales


En 1916, aparece la Guía de Medellín y sus alrededores de Ricardo Olano (también conocido como Jean Peyrat), un personaje fundamental en la historia de nuestra ciudad: comerciante, industrial, periodista, miembro activo de la Sociedad de Mejoras Públicas y director de las revistas Alpha y Progreso. Con esta guía se intentaba "hacer un poco más agradable la permanencia entre nosotros de las personas que nos visitan, por eso escribimos estos ligeros y sencillos apuntes, que nos sabrán agradecer los turistas cultos, los que sepan apreciar una obra de arte, la belleza de un paisaje, una manifestación de progreso, o el color local de nuestras costumbres". El caballero Olano susurra entre letras a un lector más pragmático que considera que su tiempo es oro y no hay minuto que perder.

Aparecen entonces los primeros itinerarios partiendo del centro de la ciudad, que durante muchos años fue el Parque de Berrío, para desplegarse hacia lugares recomendados como iglesias y parques. Los trayectos se podían hacer a pie, en automóvil o a caballo y las instrucciones para no perderse y disfrutar al máximo de lo que debía ser mirado, son elementos fundamentales de la guía: "Un paseo de tres horas en automóvil por las calles de la ciudad, resultará muy interesante. Aconsejamos hacerlo entre las 9 a.m. y las 12, saliendo del Parque de Berrío y recorriendo el siguiente itinerario: PARQUE DE BERRÍO, en el centro comercial de la ciudad. Visítese el parque, que con frecuencia está muy florecido, con variedad de rosas. (…) El lado oriental donde está el parque presentan (sic) un aspecto interesante, con el amplio atrio, la catedral y los edificios modernos que lo completan. CALLE BOYACÁ. Están allí las oficinas de 'El Espectador' y 'El Correo Liberal'. Una placa de mármol indica la casa donde vivió y murió el Dr. Mariano Ospina Rodríguez, Presidente de Colombia. (…) PASEO DE LA PLAYA. Tómese la avenida izquierda. Este paseo se extiende a ambos lados de la Quebrada "Santa Helena" es el más hermoso de Medellín. (…) El paseo está rodeado de hermosas quintas. (…) CALLE JUNÍN. Hermosa calle de buenos edificios, algunos de ellos de estilo moderno. PARQUE BOLÍVAR. El Parque más grande de la ciudad, en el barrio Villanueva, sembrado de palmeras, acacias, guayacanes y otros árboles de hermoso follaje y flores abundantes. Artística fuente central. Por la calle Caracas hasta el Circo. (…) Visite el Circo de Toros, que es el mejor de Colombia. Ha sido adaptado últimamente para representaciones teatrales y de cinematógrafo. (…) PLAZUELA DE LA VERACRUZ. Iglesia de la Vera-Cruz edificada por los españoles. En una vetusta casa situada en la esquina sudeste de la plazuela, nació Atanacio Girardot, según lo indica una placa de mármol…"

También en 1916, Germán de Hoyos publica la Guía Ilustrada de Medellín con más atracciones turísticas, entre ellas balnearios, baños que replican la idea romana de la diversión pública, recintos de entretenimiento como el Circo España, clubes y descripciones detalladas de calles y barrios que dan a la ciudad un aspecto de ampliación creciente. Asimismo, se incluyen consejos directos para los viajeros: tips para cambiar monedas de diferentes latitudes y sugerencias para escoger el mejor alojamiento: "Hotel Europa. (…) Hotel de superior clase, que cuenta con 40 piezas, para habitaciones, muestrarios y oficinas. Baños en la casa. Precios ¡$2.00 y 3.50 diario con alimentación! El servicio del comedor y la cantina es conocido como el mejor posible. RESERVADOS LUJOSOS".

Incluso se le recomienda al visitante los suvenires que pueden adquirirse en Medellín para llevar a casa: "UNA MONEDA DE ORO ANTIOQUEÑA. El dibujo de los grabados fue hecho por el maestro F.A. Cano. La moneda de cinco pesos ($5) tiene el mismo valor intrínseco de la libra esterlina. OBJETOS DE ORO Y DE BARRO DE LOS INDIOS. D. Ramón Cuartas en la oficina bancaria de los Sres. Miguel Vásquez & Hijos, ha especializado en la compra y venta de estos artículos. GRANOS DE ORO DE LAS MINAS DE ANTIOQUIA (…) ALGUNAS OBRAS DE LITERATURA: Versos de Gutiérrez González, Epifanio Mejía. Frutos de mi tierra de Tomás Carrasquilla; (…) Inocencia de F. De P. Rendón; Sangre Conquistadora de Botero Saldarriaga; Cuadros de la Naturaleza, de J.A. Uribe; Kundry de Gabriel Latorre; Rara Avis de Gaspar Chaverra, etc., etc.".

El brebaje del progreso

En 1923, con Medellín República de Colombia, vuelve Ricardo Olano a pintar su ciudad pero esta vez dirigiendo su discurso a los empresarios e inversionistas que nos visitaban. En esta guía la ciudad se muestra industrial, creciente, avasalladora económicamente. Hay reseñas de la Sociedad de Mejoras Públicas, la Cámara de Comercio, varios representantes de la industria bancaria y de las diferentes empresas de Medellín. Incluso los edificios empiezan a venderse por su carácter moderno y progresista más que por su conexión con la historia: "EDIFICIO OLANO. El más grande y moderno de la Ciudad. Hermosas y amplias oficinas. Ascensor eléctrico. Situado en el centro comercial de la ciudad, Parque Berrío", dice esta guía en uno de sus anuncios publicitarios.

Además, en esta época Medellín se interconecta con el mundo, expande sus tentáculos y muestra sus alternativas. Hay muchas formas para llegar a ella: en vapor, en ferrocarril, en avión. "Más de diez líneas marítimas internacionales de importancia unen la República de Colombia con el mundo. Sean mencionados al servicio de Europa por la 'Línea real Holandesa de Vapores' y el de la América del Norte, de la América Central y de la América del Sur por la 'Grace Line'. Tocan los vapores en los puertos de Santa Marta, Barranquilla (Puerto Colombia), Cartagena, Colón y Buenaventura. De Colón suben los aviones de la 'Umca' dos veces por semana, en cuatro horas hasta Medellín; desde Buenaventura se puede usar el ferrocarril hasta Cali y los aviones de la 'Saco' que necesitan solamente una hora y media para llegar a Medellín. Los pasajeros que bajan en Cartagena de su vapor van en ferrocarril hasta Calamar a orillas del río Magdalena, y de Barranquilla y Calamar es recomendable subir en los vapores de la 'Naviera Colombiana' atravesando las llanuras inmensas del río Magdalena hasta Puerto Berrío de donde pueden llegar los visitantes a Medellín por medio de los trenes del Ferrocarril de Antioquia", escribe Hermann Oppenheimer en el Álbum de Propaganda de la ciudad de Medellín de 1935.

Asimismo, se menciona con elocuencia al Ferrocarril de Antioquia (como pasará en muchas de las guías de décadas posteriores) como "la obra civilizadora más querida de Antioquia". Y se enfatiza que para los primeros años del siglo XX la obra ya ha mostrado sus primeros frutos gracias "al espíritu emprendedor e inagotable de los antioqueños" y a las incontables obras que se adelantan como la perforación del Túnel de La Quiebra y el Hotel Magdalena que será construido en Puerto Berrío.

El progreso, entonces, es el hilo conductor de todas las narraciones de las guías entre los años veinte y cuarenta. "Quien viene por primera vez a Medellín se sorprende de encontrar en la zona tropical una ciudad tan moderna, agradable y progresista. Estas características se deben a su situación favorable, a su clima excelente, a la riqueza natural de sus alrededores y a la inteligencia, tenacidad y diligencia de sus pobladores", dice el Álbum de Propaganda de la ciudad de Medellín.

Pero lo más importante de esta época es que en las guías se amplía el horizonte, el centro deja de ser el núcleo de lo turístico y la ciudad hace su sístole. Se recomienda entonces visitar Belén, Robledo, San Cristóbal y Bello, para finalmente sugerir un paseo a oriente. "Un paseo de gran sensación, que ningún turista debe dejar de hacer y que pone ante sus ojos los panoramas de Suiza, es trasmontar la más alta cordillera de las que circundan la ciudad, por el Tranvía de Oriente. Obra de un atrevimiento único en el País, es la demostración más palmaria del poco caso que hacen los antioqueños de los obstáculos de la naturaleza, cuando un grande ideal pone su voluntad al servicio de su inteligencia", dice la Guía para viajar por el departamento de Antioquia publicado por el Tranvía de Oriente en 1927.

Después de los cuarenta, se presenta un punto de giro que cambia la mirada del turista de la visión de edificios y empresas a la recolección de experiencias, a la cercanía con la vivencia. Hace su aparición el color local, las particularidades, las sensaciones extasiadas que pueden ofrecer los eventos únicos que nacen en Medellín. Se habla con propiedad de las fiestas populares que "…revisten gran interés para el turista porque en ellas se exhiben costumbres, comidas, canciones: los sentidos bambucos, instrumentos y trajes, aun cuando éstos no son vistosos, sí raros, especialmente para llevarlos", afirma Alfonso Villegas Montoya en la Guía Turística de Medellín publicada en 1943.

También los textos empiezan a jugar con imágenes que evocan sabores y hacen agua la boca de los turistas a través de la descripción de las comidas típicas: "estas, sin ser finas, son de un sabor deliciosamente agradable y son motivo de recordación grata para el turista. Así tenemos, por ejemplo, la 'arepa'; ésta se usa en lugar de pan, para acompañar las comidas". Incluso, se empiezan a evidenciar los diferentes caracteres con los que la ciudad se mostrará en adelante: una ciudad cultural, epicentro artístico; una ciudad hospitalaria, vanguardista en la ciencia; una ciudad deportiva, centro de eventos de este talante; y una ciudad universitaria, locación de varias instituciones educativas de alto prestigio nacional.

Memorias proyectadas

Por su parte, en las guías de los 60 y 70 hay una pugna: entre lo tradicional, el mundo rural, lo que nos hace antioqueños, con inclusión del carriel, la ruana, los campesinos vestidos a la vieja usanza, los caminos de herradura, la tradición cafetera con la chapolera, el cafetal y la mula; y lo moderno (o modernista), las enormes carreteras, los edificios vanguardistas, las obras de urbanismo progresista. Y entonces lo rural se escenifica en la ciudad y lo moderno se mezcla con lo ancestral. "El Antioqueño residente en Medellín es aficionado al campo, en los días festivos se organizan paseos a los alrededores aprovechando la frescura y la exuberancia de la naturaleza, vestido con el traje típico, canta y danza los aires folclóricos", afirma Medellín guía–guide, publicado por la Oficina de Fomento y Turismo de Medellín en 1960, al pie de una foto que retrata un grupo mixto de bailarines folclóricos en plena acción de ritmo de cumbia o bambuco rodeados por un paisaje muy verde; como si todos los paseantes domingueros de Medellín pusieran en escena aquellos espectáculos dancísticos.

Adicionalmente, los eslóganes hacen su aparición: "ciudad de la eterna primavera", "tierra de contrastes", "ciudad de las flores", "capital nacional de la moda", "capital de la montaña". Las guías empiezan a incluir enormes fotografías, acompañadas de pies de página con descripciones precisas —cargadas de adjetivaciones— o datos históricos y arquitectónicos. Las fotos empiezan a mostrar un tono distinto para registrar la ciudad, ya no es tan informativo como poético porque la ciudad empieza a aprender realmente a posar frente a la cámara: ya cada rincón sabe su mejor ángulo.

Hoy, la ciudad se gana el protagonismo por encima de escritores y fotógrafos casi invisibles. Las guías son manuales o "fichas de supervivencia" llenos de instrucciones fragmentadas donde los textos evocan menos que las fotografías. Las cartillas están llenas de infografías, esquemas, cuadros sinópticos y líneas de tiempo. Los libros de gran formato de la ciudad se han convertido en objetos de colección. Los nombres de los genios detrás de esas visiones mágicas de ciudad pocas veces salen a flote, asomándose detrás de la penetrante sombra de las administraciones locales. Pero los cuerpos de los turistas se hacen cada vez más esponjosos para captar las fantasías de los libros y vivirlas por medio de esa geografía íntima y expandida que es su propio cuerpo cuando llega el tiempo de viajar.

Catalina Arango es Comunicadora Social-Periodista. Especialista en Estudios Urbanos, docente-investigador. // Alberto Castrillón es Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.

Del hábitat o de la espacialidad de la vida humana.


“SEÑAL”: Reflejos MDE07. Adolfo Bernal
Lo que se pretende abordar en este artículo es, como ya advertía José Luis Pardo en su libro Las formas de la exterioridad (1992), el carácter fundamental del espacio en la construcción de la vida social y humana estuvo altamente subestimado por la filosofía moderna durante largo tiempo. Esta, la filosofía moderna, elevó el estatuto del tiempo a su máxima expresión: como el único horizonte de manifestación y comprensión del ser; por tanto, el espacio era reducido a las explicaciones contenidas en “lo dado”. Así, la modernidad estará asociada de forma explícita a estos dos rasgos, una dialéctica de lo “real” que dividía el funcionamiento de lo temporal y de lo espacial en procesos disociados. La diferencia entre res cogitans, el tiempo o el fundamento del espíritu humano, y res extensa, el espacio en tanto “abstracción geométrico-mecánica desprovista de todas las cualidades de la percepción sensible, desnuda de toda facticidad y alejada de la riqueza de las significaciones” (Pardo, 1992, pp. 22), es constitutiva en la comprensión de la vida humana, por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX.


Para conocer el Texto completo de Sandra Cardona, publicado en La Revista FORUM del Departamento de Ciencia Política, sede Medellín Vol. 1, núm. 4 (2013), dar clic aquí

LECTURAS PORNOGRÁFICAS Y ESCRITURAS PELIGROSAS

“Mi cuerpo ya no será sino la grafía que tú escribas sobre él, significante indescifrable para cualquier otro que no seas tú. Pero ¿qué eres tú, Ley que transformas el cuerpo en tu signo?”
Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano: Artes de hacer

UNA SOCIEDAD INTERSTICIAL

La adopción de horarios y medidas para el tiempo del trabajo, el estudio o el ocio, el control de las basuras y desechos, el acceso al agua y a otros servicios, la construcción de las viviendas teniendo en cuenta la orientación y localización de las de los demás, la definición de áreas aceptables para el desarrollo de ciertas actividades productivas, comerciales o recreativas, son situaciones en las cuales la ciudad impone una coordinación…”
Jorge Orlando Melo, Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización.

-¿En dónde se ha encontrado usted, del mes de mayo del año próximo pasado a hoy; en compañía de quién o quiénes, de qué se ha ocupado y de qué asuntos ha tratado?
-Me he encontrado en el distrito de Medellín y en esto, me he encontrado solo, no he tratado de ningún asunto y durante el tiempo que he estado en este municipio me ocupé en trabajar en El Silencio.
-¿Sabe usted quién es un individuo que en el mes de mayo próximo pasado fue traído a esta población por los conductores José Parra y Ramón Pavón, a cumplir la pena de un año de confinamiento a que lo condenara por vagancia el Inspector de Belén y la Jefatura General de Policía?
-Sí señor, yo soy.
-¿Sabe usted quién es el individuo que a mediados del año referido se ausentó de este distrito para el de Medellín, donde fue capturado y remitido nuevamente a esta población en el mes de septiembre del mismo año?
-Sí señor, yo soy.
¿Sabe usted quién es el individuo que después del expresado mes de septiembre volvió a ausentarse de este distrito para el de Medellín, donde una vez más fue capturado y remitido a esta población a donde llegó ayer?
-Sí señor, yo soy. [1]

Esta escena, en la que la ley tiende sus ojos de Argos sobre el cuerpo del criminal, transcurre entre Medellín y Segovia en 1918. El accionar del interrogado es descompuesto en dos tiempos: un pasado y un presente inmediato, que la ley conoce y a los que hace referencia a través de preguntas que comportan la carga de imperativos. La ley quiere saber cuándo, con quién y en dónde ha estado durante su fuga, además de los asuntos que ha tratado con dichas personas, en dicho lugar y en dicho momento. Aunque se camufla bajo enunciados desiderativos, el interrogado sabe que sólo se quiere confirmar lo que ya se conoce. No miente, porque no tiene escapatoria. Ante las preguntas-narración del delito, no le queda más que asentir y reconocer que él es el criminal que huyó de la vigilancia del sistema; él es ese sujeto que se fuga una y otra vez, en una especie de tragicomedia, en la que a cada paso que da fuera de su confinamiento, vuelve a ser apresado por ese ente ubicuo que aunque abstracto, hace sentir su omnipotencia a través de sus hombres y sus instituciones; ese ente que es el estado.[2] 

Este caso es ilustrativo de los procesos criminales a los que se enfrentaba la justicia de la ciudad durante el primer cuarto del siglo XX. Durante este período, Medellín se encontraba en un proceso de transición entre dejar de ser una aldea y convertirse en una gran ciudad, de lo que dan cuenta los acelerados procesos de modernización que transformaron su industria, su infraestructura, sus medios de transporte  y sus medios de comunicación, entre otras técnicas que, aunadas a los procesos de un modernismo creciente que se introducía en las concepciones de los habitantes de esta ciudad; hicieron de ésta una urbe en formación en la que el impulso de la modernidad tomó un ritmo vertiginoso.

Para algunos investigadores, como Melo, es entre 1880 y 1930, cuando se efectúa la transición de Medellín como ciudad moderna. Para otros, como Espinal y Ramírez, es en la mitad del siglo XX, a finales de la década del 40, cuando este proceso toma forma definitiva. El primero se centra en tres discursos  que constituyen los cimientos de la modernidad medellinense: “[1] el desarrollo de una imagen de ciudad moderna y los esfuerzos para poner en práctica, en forma planeada, unos ideales de vida urbana; [2] el proceso por el cual se intentó educar a la población para esa vida urbana y [3] la forma como la literatura trató de encontrar su punto de inserción en esa ciudad en proceso de modernización y civilización…”[3] No obstante, al plantear estos procesos del modernismo como hilos de la modernización, no ilustra de manera eficaz la dialéctica entre modernismo y modernización así como tampoco su diferencia operativa.

Por otro lado, Espinal y Ramírez, centran su análisis en la construcción de un “cuerpo cívico”  a través de diferentes discursos institucionales y mediáticos, que derivaron en una praxis social que podría denominarse “higienista y reguladora” y a través de la transformación urbana acarreada por el Plan Piloto que Wiener y Sert, elaboraron para la ciudad bajo la dirección de Le Corbusier.[4]

Así, ambas perspectivas se refieren a dos etapas distintas del proceso de modernización medellinense; la primera, a una etapa de formación y, la segunda, a una etapa de consolidación. Este estudio, por su parte, se centrará en la primera etapa, sin descuidar, de un lado, sus conexiones con procesos históricos de larga duración, especialmente los referidos a la sociedad colonial y, de otro, las conexiones con la ciudad moderna que se consolidará a mediados del siglo XX. Aún más, estas reflexiones serán actualizadas en su relación con los imaginarios que hoy tejen las intrincadas tramas del espacio urbano de la Medellín contemporánea.

Si bien no se puede determinar el momento exacto en el que la ciudad pasa de ser una aldea premoderna (y semicolonial) a una urbe pletórica de  modernismo[5]; sí se puede aprehender, a través de determinados “casos límite”[6], algunos procesos sociales que ilustran ese tránsito, con sus contradicciones y sus problemas irresolutos. Aquí, se presentarán algunos de esos “casos límite” que pueden ser considerados como procesos sociales cristalizados, en los que la (des)estructuración que implica la modernización, se aprecia con algunos matices.

Imagen del telegrama que anuncia la fuga de Misael Restrepo. AHJM, Criminales,  Violación de Confinamiento,
 documento nro. 14487, 1918, s.f.
Volviendo al prófugo apresado por el Argos (panoptes) de la ley, que ilustra la sociedad disciplinaria en consolidación, tenemos que las preocupaciones que ya desde las Reformas Borbónicas inquietaban al estado (sobre el que se refundaría, en buena media, la república), siguen siendo una constante: el cuerpo vacante es un número negativo dentro de la sociedad. Asimismo, la modernización empieza a mostrar los efectos que trae sobre el mundo, acortando distancias y aumentando velocidades; por medio del telégrafo se comunican las huídas del prófugo que una vez rompe el cerco de su confinamiento, ya está siendo rastreado por los tentáculos de un estado potenciado por la tecnología.[7] 

A diferencia de los casos que estudiaremos a continuación, este termina en una condena; se suma a la pena de confinamiento en Segovia, la reclusión por dos años en la cárcel departamental. En éste, se puede apreciar un delito común sobre el que se despliegan los mecanismos de un estado moderno, que ya no tendrá la necesidad de aplicar una tortura sobre el cuerpo criminal, sino que lo obliga a cumplir su confinamiento para luego pasar al espacio aún más reducido de la celda. La ley se inscribe sobre el cuerpo esposado que, además, es trasladado por sus gendarmes al lugar donde debe cumplir su pena. La ley, vuelve sobre su vasto cuerpo de papel y caracteres, para consultar los cargos de que se acusa al criminal[8] Misael Restrepo (ahora tiene nombre) y comprueba en su corpus que éste es culpable. La historia de este acusado de vagancia y hurto que, además, viola la restricción legal que pesa sobre él, es interpretada a la luz de un código legal que prescribe para ella un desenlace: el castigo. Éste, a su vez,  ilustra los dos espacios de disciplinamiento con que cuenta el sistema para hacer cumplir sus mandatos: primero, un emplazamiento funcional, con unos límites que le asignan un lugar al reo del que no puede salir y, segundo, un espacio de confinamiento: la cárcel. El primero tan efectivo como el segundo, pues a falta de paredes de concreto, cuenta con dispositivos tendidos en red, que interceptan sus pasos y lo reinsertan en el espacio que para él ha sido (a)signado.

La historia del delito de Misael Restrepo, nos permite introducirnos tanto en la sociedad disciplinaria que se venía construyendo desde el siglo XVIII, aún bajo la dominación española[9]; como en el ámbito de la moral, aquél en el que mejor que en ningún otro, la consciencia social[10] brota en formas inesperadas, que no son más que la cristalización anacrónica de las corrientes de cambio que modelan lenta y subrepticiamente el cuerpo social. Si bien este delito común nos permite ver la operatividad de la maquinaria disciplinaria, en su funcionamiento normal; los delitos que se considerarán a continuación tienen todos una particularidad: fueron sobreseídos[11], es decir, la ley no pudo fallar sobre ellos, tanto por ineficacia en sus mecanismos inquisitoriales como porque comportan conflictos tales, que sobrepasan la formalidad del marco jurídico y traen consigo problemas que, aunque aparentemente banales, desbordan las dimensiones normativas al referirse directamente a un conjunto de prácticas o, si se quiere, costumbres, que están siendo transformadas y que, a su vez, requieren la transformación de los códigos sociales en que se enmarcan para adquirir legitimidad.

Para leer y descargar el artículo completo de Daniel Pajón Toro, hacer clic AQUÍ

[1] AHJM (Archivo Histórico Judicial de Medellín),  Criminales,  Violación de Confinamiento, documento nro. 14487, 1918, f. 9r.
Todas las fuentes primarias citadas en el cuerpo de la investigación han sido modernizadas, para hacer más amena su lectura; disponiendo de los cuidados necesarios para no alterar el sentido,  allí donde ha sido pertinente aplicar correcciones ortográficas o gramaticales.  
[2] Este es el mecanismo del panoptismo que se cierne sobre el cuerpo criminal. Como lo plantea Foucault, el panoptismo “es polivalente en sus aplicaciones; sirve para enmendar a los presos, pero también para curar a los enfermos, para instruir a los escolares, guardar a los locos, vigilar a los obreros, hacer trabajar a los mendigos y a los ociosos.” FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 124.
[3] MELO J. O., “Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización”.
[4] Si bien estas investigadoras reconocen que la transición de pueblo a ciudad, tiene lugar entre 1890 y 1920; centran sus análisis en los procesos que tienen lugar a mediados de siglo, cuando Medellín “ya era una ciudad industrial.” Para establecer,  a partir de la Carta de Atenas (1943) y su influencia en el Plan Piloto diseñado para la ciudad, la consolidación del espacio urbano que se gestaría en la modernidad medellinense, cuyos cimientos estaban representados en cuatro ideas básicas: habitar, cultivar el cuerpo y el espíritu (recrearse), trabajar y circular.” ESPINAL PÉREZ C. E. y RAMÍREZ BROUCHOUD M. F., “Cuerpo civil, controles y regulaciones…” pp. 43, 50.
[5] En este punto, habría que revisar la tesis según la cual Medellín vivió “una modernización sin modernidad; en otras palabras, modernización económica y técnica dentro de una sociedad tradicional y católica.” REYES CÁRDENAS A. C., “La vida cotidiana en Medellín…”, p. 302.
En primer lugar, es importante la distinción operativa que propone Berman para distinguir el proceso de transformaciones técnicas y científicas (materiales) del proceso de transformación de imaginarios colectivos (simbólico); entendiendo su  relación dialéctica que, no obstante, no implica una dependencia entre ambos en cuanto al ritmo de su desarrollo y al carácter de las configuraciones sui generis que adquiere en cada sociedad.  En segundo lugar y, en ese orden de ideas, es importante resaltar el papel del modernismo en el siglo XIX que, si se rastrea a través de una opinión pública moderna emergente, por medio de la prensa; se encontrará como un elemento vigoroso que desde los periódicos y los pasquines, pasando por las hojas sueltas hasta la publicidad, se enfrascó en debates en los que se discutían los proyectos de nación que, por entonces, terminaban por decidirse en los campos de batalla.
Por eso, sin ahondar más en este punto, pues se darán claves de esta perspectiva a lo largo de este estudio; si bien las primeras dos o tres décadas del siglo XX fueron de formación de una industria que, por ende era incipiente, los imaginarios en que se ancló dicha modernización, fueron los que posibilitaron que se instaurara una experiencia moderna con sus implicaciones directas en los ritmos y los estilos de vida. La mejor muestra de que en este primer cuarto de siglo sí hubo modernismo pero sin modernización, es la obra de Tomás Carrasquilla; valga citar las palabras de Juan Guillermo Gómez: “la novela de Carrasquilla es representativa de esta fase de desarrollo urbano en una forma ejemplar. En ella se pone de presente la aguda conciencia de un cambio social originado por el dinamismo urbano, por la presencia de una capa social dirigente que impulsa nuevos negocios y que, muy en particular, genera nuevos hábitos de sociabilidad. Esta nueva praxis cultural, que se revela en la introducción de determinadas modas lingüísticas, de novedosas formas de vestir, de hábitos alimenticios inéditos y de nuevas costumbres como paseos y bailes, entra en contradicción con las costumbres tradicionales de origen campesino y provinciano.  […] La nostalgia es en Carrasquilla el prisma que sirve de instrumento para descomponer analíticamente la nueva luz del progreso que se filtra, como un chorro incontenible, “metodizado o caótico”, sobre la ciudad de Medellín.”  GÓMEZ GARCÍA J. G., “Literatura y sociedad: otro juicio sobre Tomás Carrasquilla…”, p. 360.
[6] Esta es una expresión acuñada por Ginzburg, para referirse  a procesos sociales cuya excepcionalidad se perfila en términos de una ruptura. Este enfoque microhistórico privilegia el cambio y, dentro de esta corriente social incesante que es el cambio, a aquellos procesos que se presentan como eslabones entre un estadio y otro. Un ejemplo de un “caso límite” es Menocchio, el famoso molinero friulano de El queso y los gusanos, que representa el tránsito entre un mundo de oralidad primaria (teocéntrico) a un mundo dominado por las técnicas de lecto-escritura (y sus procesos de racionalización y laicización); que es considerado por Ginzburg como un “eslabón perdido”, entre la baja Edad Media y la Modernidad.
El molinero “había vivido en primera persona el salto histórico, de alcance incalculable, que separa el lenguaje gesticulado, murmurado, chillado, propio de la cultura oral, de aquel otro, carente de entonación y cristalizado sobre el papel, propio de la cultura escrita. El primero es casi una prolongación del cuerpo, el otro es «una cosa mental». La hegemonía de cultura escrita sobre cultura oral fue fundamentalmente una victoria de la abstracción sobre el empirismo. En la posibilidad de emanciparse de las situaciones particulares radica el vínculo que ha ligado siempre inextricablemente la escritura al poder.”
GINZBURG C., “El queso y los gusanos…”, pp. 18-19, 99.
[7] “Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados, en el que un trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y la periferia, en el que el poder se ejerce por entero, de acuerdo con una figura jerárquica continua, en el que cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos—todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario.” FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 119.
[8] “Febrero 6 de 1918
1. Sí consta al libro 86, folio 348, que el señor Misael Restrepo, fue condenado por el Inspector 4º Municipal de Medellín, el 17 de noviembre de 1914, a sufrir la pena de seis meses de reclusión. Sentencia que reformó la Jefatura General de Policía el 21 de diciembre del mismo año, condenándolo sólo a 3 meses de la misma pena.
2. Fue condenado por el Inspector de Policía de la América el 18 de Mayo de 1916 a sufrir la pena de dos meses de reclusión por delito [de] Hurto.” AHJM (Archivo Histórico Judicial de Medellín),  Criminales,  Violación de Confinamiento, documento nro. 14487, 1918, f. 13r.
[9] Y, sobretodo en la república.  Valga mencionar las reformas que los criollos introdujeron con su llegada al poder, en el ámbito privilegiado para el cambio social (y para la instauración del nuevo orden) por la ilustración: la educación. “No sin tropiezos, con las renovadoras ideas educativas se avanzó hacia una transformación de la educación que se manifestó en diversos aspectos: en lo social fue más incluyente (pensó en los indígenas, las mujeres y los pobres); en lo ideológico se acudió a pensadores más civilistas (Bentham); en lo pedagógico se miró a autores con otros referentes culturales (Lancaster); y en lo institucional se amplió la cobertura poblacional…” ESPINOSA CAMPOS I., “Vida escolar y cultura impresa…” pp. 101.
[10] “Toda la conciencia social no llega íntegramente a exteriorizarse y materializarse. Toda la estética nacional no está en las obras que inspira; toda la moral no se formula en preceptos definidos. La mayor parte permanece difusa. Hay una vida colectiva que está en libertad; toda clase de corrientes, van, vienen, circulan en varias direcciones, se cruzan y se mezclan de mil maneras diferentes, y, precisamente porque se encuentran en un perpetuo estado de movilidad, no llegan a concretarse en una forma objetiva.” DURKHEIM E., El suicidio,  p. 345.
[11] Según el diccionario jurídico, “El sobreseimiento es un acto procesal que pone fin al juicio; pero le pone fin sin resolver la controversia de fondo, sin determinar si el acto reclamado es o no contrario a la Constitución y, por lo mismo, sin fincar derechos u obligaciones en relación con el quejoso y las autoridades responsables. Es, como acertadamente anota don Ignacio Burgoa, de naturaleza adjetiva, ajeno a las cuestiones sustantivas, ya que ninguna relación tiene con el fondo.” Tomado de: < http://www.diccionariojuridico.mx/?pag=vertermino&id=117>. [Consultado el  20/10/2013]. 


Imagen de uno de los 100 carteles fijados por Antonio Mejía, sin pie de imprenta.AHJM, Criminales,  Infracción ley de prensa, documento nro. 13661, 1915-1920, f. 2r.


MONSTRUOS MORALES: HOMOSEXUALES Y SUICIDAS

Estudio de la criminalidad desde una perspectiva foucaultiana en Medellín

 (1880-1930)


La modernidad es una fábrica de cuerpos dóciles y útiles, una gran máquina cuyos mecanismos de poder operan dejando la impronta de los disciplinamientos sobre los sujetos que pasan por sus dispositivos de producción[1]. No obstante, como en todo proceso, pareciera tener una serie “productos” (léase cuerpos) defectuosos en los que esa marca apenas se insinúa o ni siquiera logra fijarse. Esas anomalías, esos sujetos monstruosos, son los criminales.

La anterior metáfora no debe entenderse como una especie de vuelta al mecanicismo por parte de Foucault;  sólo sirve para ilustrar una serie de operaciones y dispositivos en los que el poder se encuentra diseminado, en una lógica relacional por la cual establece esquemas de docilidad, que operan en escalas, objetos y modalidades de control en una suerte de movimiento reticular, que caracteriza el modus operandi de esta analítica del poder.

Sin embargo, como se dijo, hay una serie de sujetos que escapan a esos disciplinamientos, subvirtiendo el orden establecido por los poderes en tanto introducen una transgresión de la norma como elemento regulador de la vida social. Estos “monstruos políticos” (en adelante se utilizará “monstruos morales” para efectos de lo expuesto, sin cambiar sustancialmente el concepto inicial) como los denomina Foucault, hacen su aparición hacia el siglo XVIII cuando el Antiguo Régimen entra en decadencia y sus rituales de castigo como una teatralidad del derecho del soberano sobre la vida y la muerte, ceden el paso a los subrepticios mecanismos del nuevo sistema Burgués en el que la exaltación de la vida se soporta sobre una serie de controles en los que los cuerpos individuales se modelan (anatomopolítica[2]) y el cuerpo social, la población, se controla (biopolítica[3]).

Así, el nuevo biopoder, se instalará bajo la lógica de la normalización[4], en donde las relaciones sociales del tipo que sean (familiares, sexuales, de producción, etc.) no obedecerán ya a un discurso imperativo como a unas argucias libertarias, propias de la nueva economía de los mecanismos de poder[5]:

El momento histórico de las disciplinas es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés. Fórmase entonces una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos.[6]

Todas estas coerciones subrepticias que se interiorizan en el cuerpo individual y se normalizan en el cuerpo social están inscritas, a su vez, en una red de vigilancia de la que, no obstante, logran escapar los monstruos morales: los criminales. Al sustraerse, aunque momentáneamente, no sólo rompen el pacto social al ubicarse por debajo de la ley, también, actúan despóticamente al ejercer una voluntad que anula el contrato como elemento regulador de las relaciones sociales; quedando por fuera de ésta[7]. Así, el criminal es doblemente monstruo pues no sólo está por fuera de los límites que traza la ley sino, también, logra romper ese entramado epistémico, así sea desde una praxis no razonada, en ese umbral en el que han solido ubicarse la locura y el crimen y donde, paradójicamente residen las posibilidades del cambio social, entendido en su acepción más amplia.



Dicho esto, lo que se propone a continuación son dos análisis de caso, uno sobre la moral sexual burguesa y, otro, sobre el suicidio, desde su tipificación como delitos contra la moral. El interés de esta reflexión está centrado en estudiar la manera en que esa red de vigilancia se activa ante estos puntos de fuga que suponen los criminales y la manera en que esa frontera infranqueable de la normalización, se ha ido extendiendo a través de estas rupturas, hasta nuestros días. El espacio-tiempo elegido para este estudio será la ciudad de Medellín en su primera etapa de modernización comprendida entre 1880 y 1930.[8]

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[1] “La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos <>. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una <>, una <> que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta.”  FOUCAULT Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2002, p. 83.
[2] Procedimientos de poder característicos de las disciplinas en los que se perfila “el cuerpo como máquina: [y se propugna por] su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos…” FOUCAULT Michel, Historia de la Sexualidad: I. La voluntad de saber, Madrid, Siglo Veintiuno, 1998, p. 83.
[3]  Conjunto de intervenciones y controles donde “el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar”; es el elemento central de la nueva mecánica del poder. …” FOUCAULT Michel, Historia de la Sexualidad: I. La voluntad de saber, Madrid, Siglo Veintiuno, 1998, ibíd. 
[4] “Ya no se trata de hacer jugar la muerte en el campo de la soberanía, sino de distribuir lo viviente en un dominio de valor y de utilidad. Un poder semejante debe calificar, medir, apreciar y jerarquizar, más que manifestarse en su brillo asesino; no tiene que trazar la línea que separa a los súbditos obedientes de los enemigos del soberano; realiza distribuciones en torno a la norma.” FOUCAULT M., “Historia de la Sexualidad…”, p. 86.
[5] Que Foucault define como “un conjunto de procedimientos y, al mismo tiempo, de análisis, que permiten aumentar los efectos de poder, disminuir el costo del ejercicio de éste e integrarlo a los mecanismos de la producción. […] Es decir, que [el poder] ya no se ejercía a través del rito, sino de los mecanismos permanentes de vigilancia y control.” FOUCAULT Michel, Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 88.
[6] FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 83.
[7] “De modo que, cuando el criminal retoma, en cierta forma, su interés egoísta, lo arranca a la legislación del contrato, o a la legislación fundada por éste, y lo hace valer contra el interés de todos los demás […] Por consiguiente, ¿no nos toparemos, en el caso del criminal, con un personaje que será, a la vez, el retorno de la naturaleza interior de un cuerpo social que renunció al estado natural por el pacto y la obediencia a las leyes? […] ¿No vamos a vernos ante un individuo de naturaleza que trae consigo al viejo hombre de los bosques, portador de todo ese arcaísmo fundamental anterior a la sociedad, y que será al mismo tiempo un individuo contra la naturaleza? En resumen, ¿el criminal no es precisamente la naturaleza contra natura? ¿No es el monstruo?” FOUCAULT M., “Los anormales…”, p. 91.
[8] Esta periodización ha sido un tema de gran debate, que no viene al caso ahondar. Por eso, se tomará como referente la propuesta teórica de Jorge Orlando Melo, para quien durante el período de 1880 a 1930, Medellín empieza, a través de tres ejes, un proceso acelerado de modernización: “[1] el desarrollo de una imagen de ciudad moderna y los esfuerzos para poner en práctica, en forma planeada, unos ideales de vida urbana; [2] el proceso por el cual se intentó educar a la población para esa vida urbana y [3] la forma como la literatura trató de encontrar su punto de inserción en esa ciudad en proceso de modernización y civilización…” MELO Jorge Orlando, “Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización”, en: Biblioteca Virtual del Banco de la República, Bogotá, 2004. 

Artes, subjetividades, poéticas y otras escrituras


Feria de Fanzines en  Taller 7

“No hay lugar para el temor ni para la esperanza,
sólo cabe buscar nuevas armas”
Gilles Deleuze

Debemos crear placeres nuevos.
Entonces, quizás el deseo continúe.
Michel Foucault

De una descomplicada observación de la realidad se puede reflexionar en torno a que en medio del espacio heterotópico por excelencia donde sucede la modernidad con todos sus dispositivos de control, esto es la ciudad, suceden también múltiples prácticas como la que es objeto de la presente propuesta que permiten la invención de libertad a través de la intervención del propio ser, haciendo evidente cómo “donde hay poder, hay resistencias”.

Los fanzines pueden ser definidos como publicaciones no profesionales “especializadas, aperiódicas, confeccionadas y editadas” acudiendo a herramientas básicas como lápiz, papel, imágenes y mecanismos técnicos que permitan la reproducción en gran cantidad; no tiene “ánimo lucrativo” y se dirigen a un público minoritario en tanto depende del gusto de los seguidores por la publicación y del número de tirajes que realice su autor.

Producidas por seguidores de un fenómeno cultural particular (como puede ser un género literario, musical, historiestístico)” (Naúfrago, 2011), para el placer propio de su creador en tanto le permite la difusión de ideas y construcciones culturales, políticas, artísticas, sociales o de cualquier tipo, a través de palabras o imágenes.
La Fanzinoteca

Según la página de la Cátedra Cosgaya de la Universidad de Buenos Aires – Argentina, “el fanzine es el medio de expresión más urgente, auténtico y poderoso del que nos ha dotado la subcultura. Mientras que el gran público ignoraba su existencia, en las partes más subterráneas de la sociedad los fanzines fueron tomados como instrumento para la lucha y la expansión de ideas y consignas por aquellos que se posicionaban en los márgenes.” (Pérez S., 2013)

Antonio Lara, académico perteneciente a la primera generación española de teóricos del cómic desde 1976 ya atribuía a los fanzines:




“un papel fundamental en la evolución general de los medios, y, más concretamente, de las formas culturales marginadas por las instituciones oficiales administradoras del saber. (…) Los fanzines, en el fondo, de forma inconsciente, nos han hecho replantear las bases culturales de nuestra vida. Desde un sistema clausurado para siempre, en el que todo tenía un sitio, pero nada nuevo podía acontecer, nos hemos encontrado con una variada gama de fenómenos abiertamente contraculturales o, al menos, indiferentes al modelo oficial de saber establecido. Toda aspiración, por tímida que sea, necesita un soporte propagandístico y los fanzines han servido de unión a grupos de aficionados que, sin ellos, no hubieran podido proliferar.” (Lara, 1976)

http://feriaanarquistadellibromedellin.blogspot.com/

Así las cosas, la presente propuesta tiene por finalidad indagar las particulares características de la “práctica fanzinera” en la ciudad de Medellín, esto es lo que respecta a las formas de creación, producción y circulación y lo que concierne al propio contenido, para a partir de ello vislumbrar qué caracteriza a los individuos y grupos que se dedican a ésta práctica creativa, de qué manera se impactan sus vidas y se construyen subjetividades políticas,  pero también, cuál es el impacto de los fanzines como medio de construcción de conocimiento y de expresión alternativo a los dominantes en la sociedad normalizada y si a partir de ésta práctica es posible  una suerte de transformación del deseo en clave foucaultiana para hacer manifiesta la disidencia y la posibilidad que existe de construir un mundo diferente. 


"Los fanzines, publicaciones amateur de pocos ejemplares y hechas por lo general con métodos rudimentarios, tienen ya un lugar donde son recopilados, preservados y divulgados: La Fanzinoteca". http://www.fanzinoteca.net/