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Manico Mio Medellín

Vista general del Manicomio.
 Benjamín de la Calle Muñoz. 1916. BPP.
Tradicionalmente la locura ha sido replegada a las formas de intervención médico-psiquiátricas a través de unas técnicas de entrevista que se consideran extracción de información subjetiva para volverla objetiva. En tanto que para el psicólogo la gama de elaboraciones subjetivas representa la mayor riqueza del estado psicótico. Así, el loco es para la medicina un objeto de la intervención psiquiátrica, en tanto que para el psicólogo es el sujeto de sus indagaciones. Ambos dispositivos de indagación clínica parten de la interpretación de la palabra y el pensamiento del paciente, pero las consecuencias terapéuticas son diametralmente opuestas. La psiquiátrica busca reducir la producción de incoherencias del pensamiento, mientras la otra busca avivar las producciones discursivas. La una calla al paciente, mientras la otra lo hace hablar. La primera niega su subjetividad, mientras que la segunda la afirma.

Vista de los enajenados, Manicomio Medellin, Benjamín de la Calle M. 1910.
La presente investigación nace de esta coyuntura entre las visiones tecnológicas de intervención sobre la locura y establece la necesidad de una crítica al discurso psicopatológico de la psiquiatría para hallar las justificaciones de su actuar. Es decir, que se busca justificar el conocimiento crítico de la historia de las transformaciones técnicas de la psiquiatría en Medellín como una acción ética que puede realizar el que trata la locura para no mal-tratarla. Esta investigación considera que la locura ha sido objetivada en un cuerpo, su subjetividad ha sido negada y por tal la reconstrucción histórica de dicha subjetividad sólo puede ser ficcionada. Este trabajo pretende ser un proyecto genealógico sobre la subjetividad negada de la locura, es decir que precisa de una heurística negativa sobre la historia moral de la sociedad antioqueña. En este caso la historia de la locura se presenta como el revés de la moral.

Manicomio Departamental. Mejía, Francisco, 192? Archivo Fotográfico BPP.
 Leer la tesis de maestría completa de Andrés Felipe Silva Mantilla, haciendo click aquí la puedes descargar.  

Manicomio Francisco Mejía 1939. Archivo Fotográfico BPP.

La locura como la frontera de la inteligibilidad del hombre.

La inserción del cuerpo en la moral en Medellín


El trabajo de José Andrés Felipe Silva Mantilla hace  manifiesta la tensión entre los distintos mecanismos de intervención sobre la locura, cuyos funcionamientos se sitúan desde ciertas orillas institucionales y epistemológicas. Es precisamente allí adonde apunta Silva Mantilla para entender que la visualidad de la locura está inscrita en unas relaciones diferenciales con el tiempo y con el espacio.

Epifanio Mejia. Retratos. Foto Rodríguez. Biblioteca Virtual BPP.
En efecto, el autor problematiza  el sujeto loco circunscrito a una historia temporal en constante transformación, con diferentes estratos de significación, y unas territorialidades instrumentalizadas y organizadas a partir de unos dispositivos cada vez más finos, hasta sobrevenir en un control de las corporalidades.

Desde los primeros renglones del articulo “La inserción del cuerpo en la moral en Medellín”  Andrés Felipe despliega una primera bifurcación entre una posición que él define como subjetiva, en contraposición de otra perspectiva objetiva a la hora de entender la locura por parte de la psicología, y la psiquiatría. Eso quiere decir que ambas buscan juzgar unas maneras de entender los conectores psíquicos en el loco. Pero en principio, el loco, el anormal, el demente, deben ser localizados. Y esa localización posee una matriz sustentada en el desarrollo de las formas capilares del poder. Silva menciona sus primeras prácticas clínicas realizadas en el Hospital San Vicente de Paul. Y es precisamente en este dispositivo espacial donde confluyen dos vertientes del saber que difieren en cuanto al silencio absoluto o a la interacción del loco y el profesional.

Hospital San Vicente de Paúl
Sin embargo ese dispositivo espacial  nos permite entender que la emergencia del tratamiento de esta anomalía, parte de una intensión de aplacar una fuerza que se desborda en si misma, y es allí en donde convergen ambas. Tanto la psicología como la psiquiatría ostentan unos estilos de razonamiento que definen sus propios sistemas de restricciones, regulan los conjuntos de elecciones posibles en el acto de las producciones discursivas. Porque en últimas ¿Qué hacerse con el silencio o con la perorata del loco? De ahí que Silva Mantilla observe la trascendencia del cuerpo como territorio de intervenciones técnicas, necesarias para la psiquiatría en su búsqueda de un umbral de positividad, en donde la práctica discursiva adquiera autonomía, y pueda reinscribir a la disciplina en un nuevo despliegue de soberanía  microfísica dentro del asilo. 

Hospital la Maria. En: FAM
En definitiva, Silva Mantilla  traza una ruta de análisis del cuerpo contenido en una categoría de lo moral, que devendrá a finales del siglo XIX, y comienzos del XX  un proceso de normalización desde las aulas escolares. La figura del niño representa una búsqueda a largo plazo de las eficacias laborales, a partir de la homogenización de los valores físicos,  morales,  y cívicos. Es decir, un boceto de fabricación de un buen ciudadano enmarcado dentro de un proyecto de identidad nacional, a partir de una batalla ideológica desde las instituciones escolares como transmisoras de una memoria  que convocará  a los futuros hombres gobernables.


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