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Espacio público, espacio institucional, poder y consumismo

El espacio, la verificación de la soledad


La categoría de espacio como consecuencia del ejercicio del consumismo y la distinción, y la manera como éste se estructura a partir de su relación con los referentes de espacio institucional y espacio público se sustentan en este artículo con una distinción constitutiva: la pretensión de estructurar, a partir de una eticidad, una estética del consumismo. Dicha distinción acerca los conceptos de ética y estética con las sustancias valorativas de la producción del espacio, por medio de la materialización de la ciudad. Se trata de mostrar que lo apto para el mercado y el desperdicio del mercado son estructurantes del espacio, y este a su vez es el teatro del fracaso. Además, hoy la sustancialidad del individuo es un estructurante del espacio público, y dicha sustancialidad alimenta la soledad del individuo que va contra la ficción espectacular en que se convierte el espacio institucional.

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La pobreza: consumo de identidad social en la ciudad


La idea central se delimita a partir de la pregunta por la forma en que la categoría de identidad surge de la satisfacción al momento de consumir y además como se plantea a partir de su relación con el referente estigmatizante de pobreza. Lo que se quiere sustentar es que esta distinción es constitutiva de la pretensión de estructurar una estética de la ciudad y para la ciudad.

Con base en estos planteamientos, el texto se organiza esbozando una premisa general sobre los juicios, individuales y colectivos, como estructurantes de un ejercicio de construcción social para el mercado, además de como se aborda la individualidad en la sociedad de consumo, para seguir con el señalamiento de algunos ejes centrales sobre la pobreza, la diversidad de estigmatizaciones, y la vida pública. Se intentara sugerir que este no es un problema meramente epistemológico, y que la escisión entre lo colectivo y lo individual es articuladora de una serie de prácticas de identidad social, en tanto que encarna una apuesta normativa sobre lo que debe ser la pobreza como índice de discriminación y de estigmatización, problemas asociados a la pobreza como desarrollos propios y singulares del capitalismo de consumo. 

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http://revistaurbanismo.uchile.cl/index.php/RU/article/viewFile/23211/30056
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La ciudad verdadera


 Medellín sede del Foro Urbano Mundial. Foto Henry Agudelo. Septiembre 2012.

Darío Ruiz Gómez

El propósito de Albert Speer el arquitecto de Hitler fue muy preciso: arrasar las arquitecturas que conforman a través del tiempo el palimpsesto urbano para construir la nueva arquitectura, los nuevos escenarios de la sociedad aria. El maligno talento de Speer determinó los espacios propicios para los desfiles de las multitudes sometidas bajo la presencia de los símbolos nazis. Arrasar fue, también, curiosamente, aquello que alentó los bombardeos sobre trece ciudades alemanas por parte de la aviación Aliada, tal como lo recuerda en un texto magistral, “Sobre la historia natural de la destrucción”, G. W Sebald uno de los grandes escritores contemporáneos. El caso de Dresde arrasada por los bombardeos británicos supuso la muerte de 40. 000 habitantes. Fue en este punto, iniciada la Paz, donde, en el comienzo de una nueva vida no han dejado de plantearse dilemas morales como el del olvido y el perdón, el del silenciamiento de la tragedia para eludir responsables directos. Y, como corolario de esto, el problema de las víctimas.

Recordemos la insania con que las FARC durante las conversaciones de Paz del Caguán, se dedicó a destruir poblaciones enteras en un alarde diabólico de capacidad destructora, fusilamientos de población civil, cilindros de gas repletos de metralla, irrespeto al espacio sagrado de las iglesias. Nadie llegó a imaginar que la economía sometida a las leyes propias de los nuevos capitales se iría a convertir en las últimas décadas en una fuerza arrasadora tan insana como la que esos ejemplos ilustran. En este caso el consumismo ha supuesto el arrasamiento urbano, no para construir una nueva ciudad, para propiciar nuevas espacialidades sino para sustituir los espacios cívicos con simulacros escenificados, para destruir el barrio y convertirlo en lugares de aislamiento e insolidaridad, para destruir la belleza de las arquitecturas de las antiguas aristocracias y sustituirlas por el mal gusto de los nuevos ricos.

La demostración del poder de este tipo de capital que aquí se llamó “subterráneo”, se puso de presente con la presencia de los grandes capitales del narcotráfico en el comienzo de la especulación inmobiliaria hacia los años 80 y el arrasamiento de la malla urbana, de las arquitecturas vigentes para colocar a cambio una arquitectura anodina, curiosamente firmada por prestigiosas empresas de la construcción, por Alberts Speer de ínfima categoría estética. Este proceso de arrasamiento se detuvo, momentáneamente, con el asesinato de Lara Bonilla. Ya para estas fechas la Oficina de Planeación había desaparecido en sus funciones regularizadoras de estos cambios inesperados y dañinos y el suelo urbano comenzó a ser manipulado a su antojo por la nueva especulación.

Pero si observamos hoy la geografía colombiana, el arrasamiento del paisaje histórico, del perfil de las arquitecturas tradicionales, se produce, con la impostación de las manidas torres de vivienda, de lujosas unidades residenciales de fin de semana de estilos nórdicos, mexicanos. Creo que quedarse en el simple análisis de lo que significa, el concepto deformado de densificación, es quedarse en la superficie del problema olvidando que el verdadero fondo de estos desmanes lo constituye la presencia de capitales cuyos propietarios son tan efímeros como lo indica su origen inestable, la precariedad social de cada hornada de nuevos ricos que produce.

Rescatar de los politiqueros el concepto necesario y urgente de Planeación, con profesionales idóneos, conocedores de los nuevos usos, de las nuevas problemáticas urbanas, del significado real de las territorialidades a reconocer, la creación de un pensamiento crítico de estos desmanes y defensor de un crecimiento bajo parámetros para los cual es más importante la rehabilitación de sectores deprimidos, la resemantización de los barrios tradicionales, que, estas construcciones inhumanas que destruyen la ciudad verdadera, se constituye en la única respuesta posible para que sea propicia una nueva cultura ciudadana dentro de la pluralidad y el respeto a los demás.

Éticas y Estéticas de la Urbe


Tan lejos y tan cerca del centro histórico. El Morro, Moravia. Fotografía Robinson Henao.
La categoría de espacio como consecuencia del ejercicio del consumismo y la distinción, y la manera como éste se estructura a partir de su relación con los referentes de espacio institucional y espacio público se sustentan en este artículo con una distinción constitutiva: la pretensión de estructurar, a partir de una eticidad, una estética del consumismo. Dicha distinción acerca los conceptos de ética y estética con las sustancias valorativas de la producción del espacio, por medio de la materialización de la ciudad. Se trata de mostrar que lo apto para el mercado y el desperdicio del mercado son estructurantes del espacio, y este a su vez es el teatro del fracaso. Además, hoy la sustancialidad del individuo es un estructurante del espacio público, y dicha sustancialidad alimenta la soledad del individuo que va contra la ficción espectacular en que se convierte el espacio institucional.

Ciudad de Pobres Corazonez. de misterio, de amor... de dinero y soledad. Fotografía Daniel González 
El artículo completo lo pueden descargar dando click aquí. Bitácora urbano\territorial; Vol 21, No 2 (2012): Nuevos transportes y movilidad urbana.
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