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Crónicas Urbanas

La foto que nos tomaban en Junín. Carlos Múnera. Todos Somos Iguales
 Algunas personas mayores de treinta y cinco años tenemos fotos de los famosos “poncherazos” en el centro de la ciudad. Son esas fotos que te tomaba desprevenidamente un fotógrafo, te entregaba un papelito y a los días reclamabas la fotografía en la dirección que aparecía en dicho papelito. La mayoría de esas fotos eran tomadas en el pasaje Junín, pasarela natural de la ciudad donde las personas lucían sus estrenes, sitio de encuentros amorosos y de amigos. Juniniar, verbo medellinense que significa pasear por la calle Junín es una palabra que se niega a morir con el tiempo.       

Olga en Junín.
Inicialmente la carrera Junín fue conocida como la calle del “Resbalón”. Dos son las versiones sobre ese viejo nombre, ambas versiones con orígenes en la época colonial: La primera alude a lo resbalosa que se tornaba esta calle en épocas de invierno, la cual era destapada para entonces, y la segunda, que es  la más conocida, habla de una antigua pieza musical llamada El Resbalón que se bailaba en los establecimientos públicos que al parecer estaban apostados sobre esta calle. En el albor del fervor patriótico de finales del siglo XIX, el nombre de las calles y carreras fueron cambiados por nombres conmemorativos de las gestas libertadoras, correspondiéndole a la Calle El Resbalón el nombre de Junín, batalla libertadora sucedida el 6 de agosto de 1824.

La lenta urbanización del norte de esta calle, desde mediados del siglo XIX se consolidaría hacia finales del mimo siglo con el barrio Villanueva, presentándole de paso un nuevo dinamismo a esta calle, hoy señalizada como carrera 49. Dicho  dinamismo se ratificaría con la delimitación de la Plaza de Villanueva, a la cual se le cambiaría posteriormente el nombre a Plaza de Bolívar y en cuyo marco se construyó  la Basílica Metropolitana.

Ya desde las últimas décadas del siglo XIX, Junín se constituía en un consolidado referente urbano, habitado por las personas “acomodadas” de la ciudad. Posteriormente, en los terrenos habitados por el señor Eusebio Jaramillo Zapata, se construyó el edificio Gonzalo Mejía compuesto por el Teatro Junín y el Hotel Europa, lo que la convertiría en una de las esquinas más importantes y representativas de la ciudad de Medellín. 

Teatro Junín. Esquina Junín con la Playa. Fotografía de Carlos Rodrígeuz. Años 50's
El legendario teatro y el hotel fueron construidos en los años veinte. El diseñador del edificio fue el arquitecto belga Agustín Goovaerts, quien lo concibió en un estilo Art Noveau. Desafortunadamente en los primeros días del mes de octubre del año 1967, el edificio con menos de cincuenta años ya era considerado viejo, desdeñando su patrimonio arquitectónico y memoria. Hoy de este hermoso edificio solo quedan algunas fotografías y el sabor amargo de saberlo solo un fantasma mítico de la arquitectura de la ciudad. En esta misma esquina se construyó el edificio Coltejer, que con su singular perfil y desde los años setenta del siglo XX, se convirtió por algunas décadas en el símbolo de la pujanza y la industrialización de la ciudad.

Teresa Moncada y Fanny Obando. 1940.

Desde finales de los años treinta, Junín ya se había convertido en un elegante centro de comercio de la ciudad, desde entonces y hasta finales de los años setenta, juniniar se convertía en el nuevo verbo que designaba el acto de salir a pasear a la elegante carrera a mirar vitrinas y conocer los nuevos productos comerciales; especialmente las modernas prendas para vestir y calzar. Igualmente Junín se constituyó en una pasarela natural de los medellinenses que buscaban lucir sus mejores prendas, asistir a algunos de sus teatros, tomar el algo en alguna de sus famosas cafeterías o salones de té, recorrer la calle para ir a la misa de la Basílica Metropolitana, aparecer en una foto caminando al frente del Club Unión o simplemente era el lugar ideal para cumplir una cita.

En Junín también se dieron cita varios personajes como la inolvidable Macua, homosexual que nació en el seno de una pudiente familia medellinense y que con su presencia  alegraba las carrera Junín, algunas veces vestido como todo un lord ingles, otras como una despampanante mujer y otras como un hombre corriente pero siempre con un fino humor y una presencia imposible de pasar inadvertida. La Macua murió en un trágico accidente automovilístico en 1985, algunos alegan que su muerte no fue un simple accidente.

Junín Hoy. Fotografía Juan F. Hernández.
A finales la década de los ochentas, Junín perdió su encanto y se convirtió en un mercado público de prendas, ya que los venteros peatonales se tomaron esa calle. La administración de Juan Goméz Martinez, recuperó ese espacio para los peatones durante la década de los noventa. Los centros comerciales tipo “corazón de manzana” que surgieron durante la década de los ochenta se intensificaron a finales del siglo XX y principios del XXI, convirtiendo de paso lugares tan emblemáticos como el Club Unión en un centro comercial más.

Hoy Junín tras muchos esfuerzos de la administración pública en compañía del comercio del sector, intenta reanimar los encantos de un pasado esplendoroso donde la palabra “juniniar” era sinónimo de distinción. Junín al igual que muchas otras calles y sectores de la ciudad tienen su propia historia que hace parte del legado cultural de Medellín. Una ciudad en transformación constante, que algunas veces suele desdeñar el patrimonio intangible de su memoria.     

Juan Fernando Hernández

La vigencia de la Ciudad y lo Urbano

Medellín -vista desde el barrio- Llanaditas. 2012. Víctor Jiménez..
La promesa moderna, reforzada en la época clásica y en la ilustración, de un mejoramiento incesante de las condiciones humanas de vida a través de las conquistas de una razón tecnocientífica dominadora, no tiene actualmente vigencia. La razón de las luces y las luces de la razón, el progreso industrial, la extensión colonizadora de los imaginarios europeos son hoy en día severamente criticados.

La reivindicación de grupos humanos con coeficientes de existencia propios, es decir, no sumisos a los valores morales, culturales y políticos euro occidentales es cada día más fuerte. Sin embargo, a pesar de tantas críticas, independencias y procesos de resistencia la complejidad del proceso de modernización euro occidental en relación a la configuración de la vida social en espacios urbanos dominantes continúa siendo expansiva.

Medellin -vista desde el- Picacho. 2012. Víctor Jiménez..
Es decir, si bien la flecha del tiempo progresista no orienta nuestros modos de ser contemporáneos el espacio citadino en el cual esa flecha nació tiene una vigencia inusitada. Las lógicas del tiempo están sumergidas y son sucedáneas de los estratos espaciales. Las superficies urbanas del planeta indican los usos y las funciones de las zonas no urbanizadas. Todos somos tributarios de lo urbano. La Urbs, territorio de sujetos móviles y políticas cambiantes y no la polis idealizada de lo estable determina la producción de subjetividades contemporáneas.

Ciudad maldita y contaminadora; ciudad de consumos y placeres; ciudad educadora; ciudad de trancones y tiempo perdido; ciudad de miserias y de robos; ciudad de transportes y de parques; ciudad verde y ecológica; la telépolis y sus mediaciones. Las máscaras múltiples de la ciudad la fabrican como territorio activo de la desterritorialización y la reterritorilización subjetiva virtual y contemporánea.

Representar la ciudad sin las presencias móviles de los sujetos que la territorializan desterritorializándose constantemente es una farsa. La ciudad obediente, sumisa y ordenada es cada segundo modificada por la verdadera ciudad móvil, accidentada, ruidosa, engañosa, cotidiana y contaminada. Las urbes son heterogéneas e impredecibles, son espacios habitados por diferentes territorios ciudadanos que viven de forma segmentada los distintos rincones de la ciudad.


Cielo, líneas y cemento. 2012. Víctor Jiménez.
Ahora bien, las calles, las carreteras, los cables, el metro, los aeropuertos coordinan la extensión de las trasmisiones y la expansión desmesurada del espacio urbano hasta la saturación planetaria. Las ciudades adquieren una inercia propia de expansión. Devoran los territorios vecinos y los transforman acomodándolos a sus múltiples lógicas y formas. Las políticas no abordan los procesos de expansión pero sí los de intensificación del territorio. Dicho de otra manera, la extensión ya no es expansiva sino intensiva. La modificación de las dimensiones de la urbe se realiza en sus tradicionales  enclaves y no en la lejana periferia. La participación de imágenes, pantallas, dispositivos publicitarios también actúa en beneficio de estos ordenamientos intensivos contemporáneos.
  
En síntesis, lo urbano, la ciudad, el cuerpo, el territorio, la mirada y las técnicas son dispositivos existenciales e históricos. Somos cuerpo en lugares con condiciones técnicas de habitalidad. Estamos también volcados hacia una exterioridad social que vemos, miramos y observamos y en la cual también somos vistos. Las trasformaciones recientes de los medios técnicos de información, comunicación y virtualización asociadas a las formas renovadas de modificación espacial en las ciudades provocan una sensación de transformación existencial acelerada. Sin embargo, desconocemos los alcances de dichos cambios.

Marcha Cannabica. Camila Flórez Quintero. 2011.
El equipamiento conceptual y teórico necesario para entender los acontecimientos que caracterizan este presente brevemente descrito existe en los estudios urbanos, culturales, visuales contemporáneos, en la mediología, en las historias recién publicadas del cuerpo, en los ya numerosos estudios sobre biopolítica de procesos de territorialización, de industrialización y de consumo. Los trabajos sobre el funcionamiento del sistema contemporáneo de imágenes, sobre las configuraciones históricas de lo femenino y lo masculino, sobre los procesos de individuación y colectivización ligados a la técnica, los estudios históricos y antropológicos sobre diferentes prácticas, por ejemplo, alimentarias, vestimentales, de transporte y políticas. La renovación actual de los estudios estéticos que involucran a la estética ya no sólo con el arte sino con un juego amplio de cultura. Todas estas nuevas disciplinas y corrientes de pensamiento contemporáneas aportan elementos conceptuales idóneos para desde el presente comprender el presente y el pasado de la ciudad y lo urbano.
¿Por qué Urbano?

Tríptico noche y amarillo. Luis Bernardo Escobar. 2011.
Las interrupciones morfológicas y la producción de formas espaciales, mentales y corporales desde lo urbano es difícil superarlas sólo acudiendo al urbanismo y la modernización. Todos incluso los planificadores, arquitectos, estetas, urbanistas saben que falta algo. La crisis de lo urbano no es en vano. Los anteriores fragmentos de las urbs que mediatizados se convierten en lenguaje de un territorio imaginado y hecho, similar y diferenciado, parafraseando a Francesc Muñoz en Urbanalización. Paisajes comunes, lugares globales es lo que moramos, discutimos e investigamos hoy, en el presente espacial de la vida citadina como nueva experiencia y acontecimiento.

La estetización de los espacios  urbanos, privados y públicos, busca estimular la experiencia cotidiana de la vida metropolitana dando una impresión de ciudad democrática y civilizada. En las últimas décadas, en muchas ciudades colombianas y del planeta, hemos presenciado el paso de una planeación urbana ocupada principalmente de la vivienda, la movilidad, la idoneidad de los espacios públicos y comerciales hacia una consideración de la gestión urbanística en términos de proyecto y diseño
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Parque Biblioteca España
Parque Biblioteca San Javier
Parque Biblioteca La Ladera
Este paso genera un nuevo tipo de intervención espacial que puede considerarse como simple maquillaje insulso que oculta los verdaderos problemas urbanos y sociales de una metrópoli o como la implementación de una nueva estrategia de equidad social, en la medida en que se extiende el rediseño espacial a todos los escenarios urbanos de una ciudad. Las zonas pobres, los territorios deprimidos, los barrios populares también son incluidas en este bello paisajismo urbanita que propone sitios con diseño contemporáneo y con nuevas comodidades.

Ciudad simulacro o simulada; mimesis que genera conformismo y pasividad; redistribución justa y adecuada de los recaudos municipales y tantas otras críticas o alabanzas atraviesan, hoy en día, estás prácticas gubernamentales o privadas de gestión urbana.

Piedra y Cielo. Luis Bernado Escobar.
La ciudad fragmentada de los territorios difusos crea las centralidades de los territorios proyectados en detrimento de los vividos. Es aquí donde La ciudad postmoderna, magia y miedo en la metrópoli contemporánea. Las Postmetrópolis, sus estudios críticos sobre las ciudades y las regiones se ponen a prueba con la nueva concepción de justica espacial, área regional, derecho a la ciudad y vida digna.

“Las ciudades son fascinantes, incluso hoy en día, precisamente porque cuestionan tanto la ilusión vana del orden como la fantasía del desorden y porque ponen de manifiesto hasta qué punto son falacias ideológicas las preferencias estéticas a favor de un estado o del otro. La  ciudad es frustrante para el dictador pero también para el ropavejero”[1]. La ciudad como espacio donde se producen determinadas prácticas sociales y la ciudad como el cumulo de relatos que ayudan a producir dichas prácticas refuerzan la atracción, seducción y encanto.

Hay una necesidad de estudiar los fenómenos urbanos desde una esfera argumentada, humana, subjetiva en pos de producir análisis y teorías propias de las especificidades de las ciudades, en los procesos a escala local-mundial, como lo es el actual “modelo Medellín” a nivel global. Las aglomeraciones de personas y la diversidad de viejas y nuevas espacialidades en Medellín actualizan de una u otra forma tanto los discursos que se fabrican y los modos en los que la lectura se lleva a cabo, y estas formas de representación que se practican y encarnan, a la vez, secundan la construcción de una ciudad cada vez más móvil y más múltiple[2] donde urgen miradas y prospectivas de la ciudad, que debe ser investigada, cuestionada, puesta a prueba en los escenarios de la formación, el debate público y el trabajo con comunidades barriales, sociales, gubernamentales e investigativas.
En la misma línea de ideas, los pocos grupos de investigación, centros, académicos, redes sociales, investigativas y de trabajo que abordan o tienen como objeto o línea de investigación el universo urbano, los urbanismos y la Urbanalización en Medellín y Colombia, nos dan pie para arriesgarnos a buscar consolidarnos y fortalecer espacios, alianzas con ellos y nuevos grupos y laboratorios, frente al lugar que ocupa la ciudad y sus re-significados ante los nuevos dispositivos, equipamientos, instituciones, tecnologías, discursos y modelos.


Entendemos que las narrativas de la vida metropolitana son suscitadas por el dinamismo de las urbes modernas, pero también, que la ciudad se construye paralelamente a sus relatos e imágenes, que los necesita y le son indispensables para poder dotarse de sentido; de un sentido difuso que es al mismo tiempo contestatario y arraigado, ambiguo y preciso. Desde principios del siglo XX Medellín se convirtió en un campo de batalla simbólica y visual en el que cualquiera puede pasear por las calles sólo como espectador. Por ello la intención individual y colectiva de producir conocimiento, debate académico, oficial y mediático, y transformaciones en las estrategias, discursos y prácticas de planificación e intervención urbana con el fin de generar conocimiento práctico, participación y derecho a la ciudad, sinergias, cinecismo, vida digna y espacio público urbano.
  
¿Ciudad-es? Luis Bernardo Escobar. 2012.
[1] FRITZSCHE, PETER, Belín 1900. Prensa, lectores y vida moderna. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008, pp. 17.
[2]  AMENDOLA, GIANDOMÉNICO, La ciudad postmoderna. Celeste, Madrid, 2000, pp. 169.

Centro de Estudios Urbanos

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A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
“La ciudad no es un artefacto o una disposición residual
Por el contrario, la ciudad encarna la verdadera naturaleza de la naturaleza humana.
 Se trata de una expresión de la humanidad en general
y específicamente de las relaciones sociales generadas por la territorialidad”
Morris Janowitz, Citado en Posmetrópolis, Edward Soja

Contextualizar una investigación en un escenario urbano no coincide con la obligación de tener un referente espacial como lugar donde ubicar acontecimientos o como el deber ser de dibujar un territorio donde se efectúan cierto tipo de prácticas sino que, más bien, responde a la convicción de que han sido las ciudades a lo largo de toda la historia las que han configurado y de las que ha dependido el funcionamiento de todos los elementos que constituyen la vida humana.

Ha sido en las ciudades donde se han establecido todas las formas de vida humana; los espacios de poder han tenido como centro de funcionamiento las ciudades; las economías, los mercados y las relaciones de intercambio son prácticas propiamente urbanas; las técnicas y las tecnologías tienen como escenario de efectuación las ciudades y sus espacios.

Podría decirse que el mundo rural -el que se ha considerado el “antípoda” del urbano-, funciona gracias y a favor de las ciudades: la mayor parte de los recursos producidos por las comunidades rurales están destinados para el abastecimiento de las ciudades, pero la creación, distribución y amoblamiento de los espacios rurales depende de insumos netamente urbanos.

Las conexiones viales, económicas y políticas más importantes para las especialidades rurales se establecen con las ciudades. Las migraciones a la ciudad ha venido aumentado desde los dos últimos siglos de forma vertiginosa. Por lo tanto, la ciudad entendida como prácticas sociales y el espacio urbano como lugar de relaciones e intercambios no deberían ser analizados dentro de sus límites territoriales; en efecto, están en relación con otras espacialidades y se presentan más como la “sede de un control territorial” que como un enclave nominal. Sin embargo, este mundo históricamente urbano, constituyente fundamental de las relaciones sociales, ha sido poco incluido en las problematizaciones académicas y sociales.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
La primacía del tiempo como eje articulador de muchas de las investigaciones ha hecho que el espacio sea solo un dato referente a la localización geográfica. Lo que aquí se pretende es, por el contrario, dar mayor relevancia a las espacialidades urbanas como productoras de tiempos y subjetividades múltiples.

No obstante, sería inexacto sugerir una cierta luz de soluciones de continuidad en relación a las diversas ciudades y a sus tiempos diferenciados. No es lo mismo hablar de la Atenas de Pericles que de la Nueva York multicultural; tanto los tiempos locales como la configuración socioespacial establecen las especificidades de los entornos urbanos. Las ciudades, de esta forma, dependen de las condiciones de existencia de una determinada época.

Así, las ciudades de la modernidad tienen características que les son propias. La primacía de la razón, la utopía del progreso, el fortalecimiento y asentamiento casi absoluto del sistema capitalista, la industrialización de las mercancías, la mercantilización de los objetos, el nacimiento del pensamiento urbanista y del urbanismo como disciplina, el crecimiento de la población, la instrumentalización de los cuerpos para la producción, la migración, la consolidación de los sistemas de transportes y de comunicación, el declive del Arte y la proliferación de las vanguardias artísticas, el nacimiento de la sociedad del consumo y del espectáculo, la emergencia de “nuevas” clases sociales son condiciones constituyentes de las transformaciones de las ciudades en la modernidad.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo. Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
De hecho, cualquier objeto de estudio que aborde cuestiones modernas no debería eludir a la ciudad como campo problemático; y así, como advertirían Baudelaire y Benjamin, son justamente las ciudades los escenarios que sostienen todos los espectáculos de la modernidad.

Alejándonos de los reduccionismos conceptuales es posible sugerir que el epítome de la modernidad es la expansión y aglomeración constante de la ciudad; “La noción de ciudad implica la aglomeración de una población, o sea la concentración del asentamiento y de las actividades; estas últimas se diferencian del aprovechamiento directo del suelo porque llevan a la especialización y contribuyen sobre todo al intercambio y a la organización de una sociedad”[1].

De esta forma la ciudad moderna, como todas las ciudades, tendría unas formas de organización social más o menos constantes y unos modos de distribución del territorio y de los elementos urbanos que implican la construcción de una estructura social. En otras palabras, la modernidad urbana conlleva inexorablemente a tener una relación pensada y estratégica con el espacio y con los modos de vida en él representados, que posibilite, por ende, tener cierto control sobre la población y sus hábitos urbanos.

La creación de las espacialidades modernas están dirigidas precisamente al “progreso permanente, avances tecnológicos, democratización, nivelación de las formas de vida, decidida orientación hacia el tiempo y el dinero, movilidad en aumento, y aceleramiento de la circulación (y de las modas) y del monumentalismo”[2]. Tales características posibilitaron la acelerada transformación de las ciudades a partir del siglo XIX a favor tanto de la regulación como del dinamismo moderno.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo.
Investigación visual y fotografía Camila Florez Quintero.
Si bien las ciudades modernas orientaban sus formas de gobierno y de legitimación en los marcos de los grandes metarrelatos: “emancipación progresiva de la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catastrófica del trabajo (fuente de valor alienado en el capitalismo), enriquecimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecnociencia capitalista”[3], la condición misma de la modernidad, tal cual lo argumentaron Lyotard y Berman, es la de tanto absorber permanentemente los discursos originados en su seno como la de crear constantemente ilusiones y fantasmagorías que susciten prácticas sociales en favor de la consolidación de la economía capitalista.

El eclecticismo moderno sería entonces la condición de posibilidad y existencia de las ciudades. Es decir, la condición de la modernidad es el desvanecimiento y la reinvención constante de sus discursos; y de eso depende la fuerza que pueda llegar a tener en una sociedad.Dicho eclecticismo es precisamente el que da sustento a la movilidad urbana; las características de la ciudad moderna atañen no solo al movimiento y a la eficacia de las relaciones políticas, económicas y sociales mediadas por unos espacios funcionales construidos para posibilitarlas sino a la circulación de unos imaginarios urbanos producidos por los dispositivos mediales.

Periódico El Colombiano. Septiembre de 2006.
Fotografía: Víctor Jiménez.
La prensa, la radio, los espectáculos masivos, las exposiciones universales y nacionales y la publicidad son unos de esos dispositivos que emergen en la modernidad y terminan por refinarla. Y, como más adelante se expondrá con detenimiento, la capacidad de tales dispositivos radica en que, más que informar y representar unas realidades urbanas, las induce y produce. La imagen de una ciudad en movimiento constante y en continua construcción implica la imagen de la fragmentación: la “ciudad collage”[4] moderna es la ciudad dividida en reductos funcionales y estratégicos que permiten una relación racionalizada del espacio. No obstante, un mundo convertido en ciudad y el triunfo de ésta sobre las relaciones sociales ha posibilitado que los principios de racionalidad espacial se expandan y se multipliquen en favor de las orientaciones y los itinerarios individuales.

Ahora bien, según la tesis de Santiago Castro-Gómez la entrada del capitalismo en Colombia tuvo como condición de posibilidad el ingreso, en un primer momento, de un “capitalismo imaginado”[5]. Capitalismo narrado, visual y simbólico, que tuvo como raigambre las viejas relaciones sociales pero que las transformó sutilmente orientándolas a unas condiciones propias y creadas por el mismo capitalismo. El ideal de reconocimiento de unos actores sociales con las condiciones individuales y sociales capitalistas vigentes en Europa y Estados Unidos posibilitó la paulatina entrada, a través de los medios de comunicación, de este “capitalismo imaginado”;

...diversos actores sociales empezaron a identificarse imaginariamente con un estilo de vida capitalista para el cual no existían todavía las condiciones materiales. Es en esta identificación que se van formando los “sujetos” que harán posible que el capitalismo se convierta luego en la forma hegemónica de producción en Colombia. El mudo simbólico de la forma-mercancía “interpela” a los individuos (los llama, los convoca, los seduce) para convertirlos en sujetos deseosos de materializar los símbolos del progreso que la mercancía ofrece: riqueza, salud, confort y felicidad.[6]

Aun así, este “capitalismo imaginado” no debe entenderse sólo como condición de posibilidad sino como la condición de existencia del capitalismo. Pues tanto la modernidad como el capitalismo dependen de mantener un flujo constante de imágenes y narrativas que los estén tanto reafirmando en su influjo social y en su fuerza económica como renovando constantemente. Sin ahondar sobre la discusión de si la modernidad es propia del capitalismo o viceversa, sabemos que entre el uno y el otro a existido una concomitancia hasta cierto punto pragmática.

A la manera de Manuel Alvarez Bravo.
Por lo tanto las imágenes de mercancías, espectáculos, eventos sociales, exposiciones, objetos técnicos, cuerpos y ciudades son parte constituyente del capitalismo y la modernidad misma. Es decir, entre imaginación y realidades capitalistas existe el mismo grado de ficcionalización. Por lo tanto, ni un “capitalismo imaginado” ni un “capitalismo real o materializado” posibilitan al otro, sino que los dos son integrantes fundamentales para la inserción de unas espacialidades, de unos dispositivos y de unas prácticas sociales característicos de estos dos ejes explicativos.  Lo que entonces tanto la modernidad como el capitalismo provocan es el asentamiento constante de una violencia simbólica a  través de muchos frentes que los perpetúa como los productores de las nuevas subjetividades; éstas subjetividades cinéticas creadas lentamente a partir de los finales del siglo XIX en nuestro país y tempranamente en Medellín -con respecto al ámbito nacional- son precisamente las que permiten que capitalismo y modernidad se arraiguen definitivamente.

Esta violencia simbólica estriba en que los esquemas ideales y representados difieren considerablemente de las realidades sociales. No obstante, aunque la asimilación paulatina de unos modos de vida se dibuje claramente desde la segunda década del siglo XX ésta violencia permanece como el alimento necesario para reforzar las nuevas formas de existencia del capitalismo. Por paradójico que parezca, la ficcionalización de tiempos, espacios y cuerpos son el principal elemento para la construcción de los tiempos, los espacios y los cuerpos modernos.


Punto cero y Barranquilla. Procesamiento digital.
Fotografía: Víctor Jiménez.
 Así, la construcción de las subjetividades urbanas está vinculada, en efecto, a la organización y distribución incesante del espacio de las ciudades y los dispositivos urbanos; pero es necesario advertir que el análisis de las subjetividades y de las prácticas sociales son el insumo principal para dicha organización.

Con todo, lo que aquí se ha querido y se quiere hacer evidente es que la ciudad moderna es un campo de acción y de relaciones transductivas y móviles que ponen el acento en los principios de una racionalidad difusa; difusa en tanto que el poder ya no se encuentra concentrado en la figura de un soberano que tiene la potestad absoluta sobre la vida de sus súbditos, sino que se multiplicó para quedar fragmentado y constituir así una “microfísica del poder”. Los poderes de la modernidad como los espacios de la ciudad tienen cada uno su campo de acción y su grado de efectividad sobre la vida de los hombres.


[1]    RONCAYOLO, MARCEL, La ciudad, Ed. Paidós, Barcelona, 1988, pp. 10 - 11.
[2]    FRISBY, DAVID, Paisajes urbanos de la modernidad. Exploraciones críticas, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2007, pp. 32.
[3]    LYOTARD,  JEAN-FRANÇOIS, La posmodernidad (explicada a los niños), Ed. Gedisa, Barcelona, 1996, pp. 29.
[4]    Este termino es utilizado por Giandomenico Amendola en su texto La ciudad postmoderna para afirmar que la ciudad, en este caso la postmoderna -pero que puede ser usado con las precisiones conceptuales correspondientes para la moderna-, no tiene ni una coherencia espacial, ni simbólica, ni temporal, ni imaginada, ni visual, ni léxica que la permita representar.
[5]    CASTRO-GÓMEZ, SANTIAGO, Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá (1910 – 1930), Universidad Javeriana, Bogotá, 2009.
[6]    Ibid, pp. 26.



Río Aburra Sur, en la confluencia de la Santa Elena y la Iguaná.
 Procesamineto digital.  Foto: Víctor Jiménez. 2007.
¿Es Medellín una ciudad mítica a la par -pero a diferente escala- que París? Roger Caillois, ese autor inquietante y siempre indefinible (André Breton lo calificaría sucesivamente de “literato de viejo cuño”, “brújula mental”, “espíritu lúcido y audaz”) al que los latinoamericanos debemos la traducción francesa de Jorge Luis Borges y una espléndida Antología del Cuento Fantástico (Editorial Suramericana. Buenos Aires, 1969). Nos señala al respecto que un espacio urbano reviste dicha connotación sólo si consigue conjurar los poderes de la memoria y la imaginación a su favor, configurándose como resistente o irreductible al paso inexorable del tiempo. En lo que a París, Mito Moderno se refiere, Caillois enumera los valiosos aportes que en tal sentido le hicieron algunos de los grandes poetas y novelistas del siglo XIX, como Lautréamont, Baudelaire, Hugo o Balzac, al igual que los autores más notorios del folletín y la novela negra y policíaca.

Poéticas de Río, Puente y Montaña.
Collage y Procesamiento digital. Fotos: Víctor Jiménez. 2007.
¿Puede decirse otro tanto de Medellín, ciudad del interior de Colombia, fundada el 2 de noviembre de 1675 en dos poblados diferentes al sur y al norte de un valle interandino, que desde sus orígenes mismos ha sido tema o motivo de evocación e inspiración – y simultáneamente, de desaire y desamor – para muchos escritores colombianos entre los que se encuentran los más grandes como Tomás Carrasquilla, Fernando González, Porfirio Barba Jacob o León de Greiff?

Para quienes hemos nacido o vivido desde siempre en Medellín, resulta evidente el carácter antagónico, dualista, conflictivo, maniqueo de la ciudad, al enfrentar a cada paso situaciones extremas de la condición humana que rara vez se reconcilian en una síntesis esclarecedora o por lo menos creativa. Ciudad plutónica como la denomina uno de sus escritores actuales, donde los aspectos oscuros, tenebrosos de la realidad se vuelven asunto cotidiano (hombre vea yo le digo, vivir en Medellín es ir uno rebotando por esta vida muerto. Yo no inventé esta realidad, ella me inventó a mí – Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios. Página 89) también en ella – y más que en otras ciudades iberoamericanas – se vuelve posible, por pura antítesis, tener la vivencia de la luz y la claridad paradisíacas. 

Eso parece haberle sucedido al poeta neozelandés Ron Riddell (Auckland, Nueva Zelandia. 1949) autor del libro El Milagro de Medellín y Otros Poemas (Todográficas Medellín, 2002) que reúne poemas escritos en Nueva Zelanda y en Colombia respectivamente. El poeta quien fuera invitado a participar en el XI Festival Internacional de Poesía, el año 2001; ha regresado ya dos veces a esta ciudad que, confiesa, lo ha hechizado o encantado (lo que ocurre por lo general cuando el “encanto” se personifica en la figura de una mujer amada) y de la que contrariamente a los poetas locales que sólo perciben su lado oscurantista e inquisitorial, él ha captado su aspecto luminoso o paradisíaco, corroborando quizás a Barbey de Aurevilly en eso de afirmar que el infierno es el cielo en hueco.


Río Aburrá Norte, Barranquilla y Quitasol.
Procesamiento digital. Foto: Víctor Jiménez. 2007
Al lado de hermosos poemas escritos en un lenguaje transparente, con una penetración cuasi-mística del paisaje andino y neozelandés, El Milagro de Medellín es un poema relativamente extenso, donde nos paseamos por calles laberínticas, plazoletas desiertas o abarrotadas de gente, templos e iglesias (Medellín tiene 150 iglesias “mal contadas” nos dice Fernando Vallejo) paraderos de buses, bares y cafés ruidosos. Todo ello, a lado y lado de un río olvidado, que por mucho tiempo sirviera de alcantarilla a la ciudad, pero que el poeta visionario entrevé como Un río de fiesta y fábula.

Raúl Henao. Escrito para el suplemento cultural de la agencia de prensa argentina ARGENPRESS, publicado el 5 de enero de 2012. Para ver artículo completo, clic Aquí

MEDELLÍN CIUDAD OCASIONAL

Laxa, Flexible, Cotidiana... 


Las ciudades en su proceso de transformación tanto social como física, sufren cambios los cuales se manifiestan en la configuración de espacios y territorios, estos se articulan y se desarticulan dependiendo de las situaciones  que los rodee y de cómo están configurados.  

Las  configuraciones  son  vistas, reconocidas y controladas por la  ciudad planeada, la ciudad que se articula por medio de sus instituciones y se inserta en el pensamiento racional, el cual establece diferentes normas  y parámetros para la ciudad, que por medio de los intereses y la noción de  progreso instaura diferentes alternativas para configurar el espacio según el imaginario adecuado, en el  caso de la ciudad de Medellín según la tendencia que tiene la ciudad de ser un centro de servicios, no como anteriormente se consideraba de una ciudad industrial. Debido a esto se crean soluciones de acuerdo a la ideología basada en conceptos neoliberales, los cuales se impulsan más hacia la oferta y la demanda, propuestas como: grandes centros comerciales  Santa Fe, Oviedo, Premium Plaza o grandes edificios financieros y centros de servicios como: Suramericana y Bancolombia.


Frecuentemente se toman modelos que centralizan y  delimitan  la ciudad, caracterizados en gran medida por edificios detonantes como: centros culturales, plazas, proyectos que desconocen los contextos sociales o la historia que estos lugares presentan; como lo expresa Manuel Delgado “en los espacios urbanos –edificios o plazas- parece como si no se previera la sociabilidad, como si la simplicidad del esquema producido sobre el papel o en maqueta no estuviera calculada nunca para soportar el peso de las vidas en relación que van a desplegar ahí sus iniciativas”, donde se ve una intervención desde la planificación dada en el papel, y no el espacio producido como una construcción social. 

La ciudad en su totalidad muestra dos facetas: la primera ya mencionada anteriormente, la ciudad planeada, la ciudad hipercodificada por la planeacion del pensamiento racional y por modelos que se implementan a través del estado, controlando e insertando una matriz de relaciones en el espacio. 

La segunda está conformada por la ciudad practicada, la ciudad que podríamos denominar  ciudad ocasional, donde las experiencias estéticas de lo ocasional emergen en lo urbano, concepto que lo miramos como lo define Manuel Delgado “lo urbano es una forma radical de espacio social, escenario y producto de lo colectivo haciéndose a sí mismo, en territorio desterritorializado en que no hay objetos sino relaciones diagramáticas entre objetos, bucles, nexos sometidos a un estado de excitación permanente”, este escenario está cargado de signos que se encuentran sumergidos en la piel de lo cotidiano, en las experiencias que se tiene en lo urbano, donde la cotidianidad es  espontánea, se expresa entre espacios efímeros que conforman una red de relaciones dadas por las personas y los objetos que se rodean.
  
Si bien esta ciudad se encuentra suspendida en el anonimato, se hace evidente en la piel de la cotidianidad, en las actividades diarias de las personas que se rodean, en su interacción, en su experiencia. 

La cotidianidad se expresa con mayor medida en lo urbano, donde la ciudad planeada no controla, emerge en la inconsciencia, en la carencia de lugar, en la deslocalización del territorio, son éstos espacios  donde surgen en gran medida estas pieles cotidianas que dotan de significados y definen – redefinen espacios, generando así la cotidianidad como pieles de lo urbano  y creando la piel como elemento estético. 

La ciudad cotidiana por sus características arroja espacios indefinidos, pasajeros, en ocasiones se configuran y luego se desconfiguran, son codificaciones laxas, afectaciones que se encuentran fuera del alcance del planificador, mimetizados en las ocasiones, espacios como lo menciona  Giovanni La Varra “Post – it spaces have no predominant codification: they are vacant lots, residual spaces around the communications system, kinds of dikes around urbanized zones – spaces the planner´s gaze has left untouched” , los cuales son desarticulados, intersticios que quedan de la transformación en las ciudades tanto por sus infraestructuras civiles, como por su arquitectura. Estos espacios son auto referenciados,  no tienen cualidades espaciales permanentes y casi toda su constitución está dada por la ciudad cotidiana, la ciudad practicada. 

La cotidianidad afecta tanto a la ciudad como a su arquitectura, y debido a sus características se crea una estética particular que cobra valor en cuanto se observan y se sienten, una estética basada en los hechos urbanos que se expanden y se contraen dependiendo de su actividad, hablamos entonces de una estética expandida en el espacio “Mejor dicho una estética de los intersticios por los cuales se escabulle lo social y en los cuales se consolidan los lazos efímeros de unas sociabilidad también móvil y cambiantes… esa estética expandida que a los ojos de muchas miradas “cultas” se prestan más bien como la escoria residual de un comportamiento estético que ha terminado por contaminar la “cultura artística””.

Escrito por Sebastian Muñoz.

Todo lo que hay en mí de ciudad: Todo

 Cuerpo (y) Ciudad(es) Palimpsesto
“No existe una manera lógica para deducir conceptos de nuestras experiencias crudas (inducción)”. Mario Laserna.
Nubes, urbes y ladrillos. Robinson Henao. 2009.
Si me preguntase o me interrogan por mí, por la forma en que represento o por cómo ven lo que soy, sólo podría decir que soy ciudad: pedazos, inacabados, nuevas construcciones, obras, brechas, puentes, vías, ríos y cauces, ruidos, césped, smog, contaminación, colores, cocina, plaza, calle, esquina, abismos, fronteras, límites, tienda, supermercado, semáforos, ruedas, drogas, músicas, gritos, multiplicidad,  modas, estilos, canciones, pregones, procesos…

El ser mi cuerpo una ciudad me ha enfrentado desde mi nacimiento a ella, hostil y hospitalaria, ciudad militarista y abrigadora, cuerpo ciudad en la que siempre por ser de la ciudad del norte, se ponen a prueba la forma a crear para  salir de las imposiciones de la vida y de encontrar salidas o soluciones a trayectos efímeros de conocer fluyendo y gozando, en la experiencia como la articulación de lo vivido y lo teorizado en lo practicado.
Desde la Asomadera. Prácticas Artísticas. Camila Florez Quintero. 2010.

Medellín 1989. Gabriel Carvajal. Propiedad de la BPP.

Centro Urbano. Víctor Hugo Jiménez Durango. 2009.
Así siempre en mí deviene un ser y problema constante: ciudad ámbito, ciudad montaña, ciudad carne, ciudad sangre, ciudad carnicerías, ciudad morgue, ciudad masacres, ciudad enfermiza; la ciudad del graffiti, de lo que se sale y no se controla, ciudad animal, ciudad nocturna, ciudad río y río ciudad, ciudad de la que soy parte y que puedo observar, alejarla como una ciudad objeto.

Ciudad de las vías, ciudad industrial, ciudad mental, ciudad ideal, ciudad biblioteca, para el caso ciudad parque biblioteca, ciudad segunda, ciudad destruida, en obra negra, ciudad inacabada, ciudad desplazamiento, ¿ciudad y organización social?, ciudad comunitaria, ciudad turismo, ciudad educativa, ciudad servicios, ciudad otra, ciudad múltiple, otra ciudad.
Ciudad Servicios. Prácticas Artísticas. Camila Florez Quintero. 2010
Ciudad convivir, ciudad insegura, ciudad militarizada, ciudad paramilitar, ciudad CAP, ciudad universitaria, ciudad bunker, ciudad nuevo norte, ciudad pajarito nuevo occidente, ciudad río Aburrá, ciudad cuerpo, ciudad publicidad, transepto ciudad, trayecto ciudad, ciudad (3) entorno, ciudad área, ciudad metropolitana, ciudad prensa, ciudad moda, ciudad postal, región ciudad, vender ciudad.

Ciudad de fiesta, celebración ciudad, turismo y ciudad, ciudad textual, visual ciudad, ciudad competitiva, ciudad movilidad, ciudad accesible, ciudad incluyente, ciudad reflejo, reflejos ciudad, amarilla ciudad, ciudad bucólica, ciudad del miedo, ciudad nubes, mujer ciudad, ciudad eterna, ciudad región, ciudad aire, ciudad dormitorio, ciudad telaraña, ciudad energía, híper ciudad, hipo ciudad, ciudad linterna, ciudad concreto, ciudad ladrillo, ciudad cemento, ciudad blanca, gris y negro.

Montañas luces y amarillos. Víctor Hugo Jiménez D. 2011.
Ciudad roja, ciudad emisora, ciudad alimento, ciudad pobreza, inequidad ciudad, ciudad reubicación, ciudad anti, ciudad acéfala-macrocéfala, ciudad visual, ciudad musical, ciudad ruido de fondo, ciudad temática, ¿ciudad esperanza?, ciudad audiovisual, múltiple(s) ciudad(es), ciudad: urbano tragadero...


...Donde comienza la ciudad, donde termina la ciudad, hacía donde van los pasos... punto cero, punto infinito.

Gabriel Carvajal. Medellín 1988. Propiedad de la BPP.
Palimpsestos es una palabra griega cuyo significado se refiere a los pergaminos en que se ha raspado lo escrito para volver a escribir. En términos prácticos es un reciclado moderno. Una mixtura de significados pasados causada por diversos factores culturales o naturales. El palimpsesto entonces es un problema a resolver o a problematizar. En:  Palimpsesto.blogspot.com