Políticas de la percepción y estéticas de la recepción
Iglesia y Calle. Foto de Raúl Soto Rodríguez |
Teniendo en cuenta la pregunta por la impregnación de diversas manifestaciones artísticas dentro de los espacios públicos que exhibe la ciudad, se propone una relación coyuntural entre varios conceptos: el espacio público, estéticas urbanas, políticas de la recepción visual, la ciudad y el fenómeno hermenéutico – filosófico de la obra, entendida ésta como obra abierta.
Las ciudades exhiben múltiples dispositivos visuales que develan las diversas explosiones estéticas que surgen como producto de los fenómenos artísticos y culturales urbanos. Las muestras de arte expuestas en las diferentes calles, avenidas, parques, plazas, muros, museos y edificios, entre otros espacios, permiten hablar de la importancia de la visualidad dentro de los contextos urbanos, es decir, la construcción de imágenes en espacios públicos como elementos configuradores de las construcciones subjetivas del ciudadano.
La reflexión sobre las políticas de la visualidad instauradas a partir de los mecanismos de producción artística, al mismo tiempo que el tema de la percepción para el desarrollo de las subjetividades del ciudadano dentro de unos contextos urbanos en los cuales la sobreproducción visual, que no corresponde necesariamente con el ámbito artístico, muestra cómo en ocasiones las fronteras entre arte, publicidad y otros dispositivos visuales no son totalmente claras y distantes entre sí mismas.
En primer lugar, los emplazamientos generados en varios sectores de la ciudad en los cuales se instauran producciones visuales artísticas como lo son las esculturas del maestro Fernando Botero en la llamada Plaza Botero, evidencian los planes estratégicos de los planificadores urbanos por racionalizar los espacios, y con ello, desencadenar una serie de factores culturales en los que el habitante asume unos roles con respecto al uso del espacio.
Plazuela Nutibara. 1950. Fotos Antiguas de Medellin (FAM) |
Panorámica del Centro Historico. Medellín. Plaza Botero y lo que queda de la Plaza Nutibara. |
En esta medida, podría existir una articulación en tanto que es posible tener en cuenta dentro de este estudio los factores por los cuales ciertas producciones visuales artísticas instauradas en unos espacios de la ciudad generan en el ciudadano evocaciones que le permiten rechazarla, aceptarla o ignorarla, desencadenando la configuración de imaginarios urbanos.
De ahí que la Plaza Botero, permita desarrollar este tipo de reflexiones en tanto que son las configuraciones de los espacios físicos que ofrece la ciudad lo que busca desencadenar en los ciudadanos unos hábitos, unas costumbres y unos reconocimientos. Por ello, las imágenes terminan en muchas ocasiones siendo interpretadas, significadas, valoradas, por los espacios que las contienen, y en esta medida, son los planificadores urbanos los que administran unas políticas de visualidad dentro de los espacios públicos.
Plaza de las Escultura de Fernando Botero.Medellín. |
De acuerdo con lo anterior, uno de los temas más importantes para ahondar sobre las estéticas urbanas tiene que ver con las políticas públicas de percepción visual. Sin duda alguna, los espacios de la ciudad son definidos desde las imágenes que lo componen, pero también es importante destacar la manera como el ciudadano irrumpe en estos espacios dotándolos de otros usos, apropiaciones e intervenciones opuestas a las directrices orientadas por los planificadores urbanos.
Plaza Botero. Foto Camila Florez. |
Plaza Botero. Foto Camila Florez |
A su vez, otro de los planteamientos desarrollados tiene que ver con la idea por la cual cada espacio con su repertorio iconográfico no son receptáculos carentes de sentido y significado. En esta medida, sería importante realizar dos reflexiones: en primer lugar, quizás sea conveniente modificar el término del espacio - lugar por el de sitio - tiempo para referirse a la ciudad, en tanto que el sitio correspondería más a la idea del situarse del ciudadano, y no del lugar, en vista de que se está haciendo referencia a las políticas de la visualidad y las estéticas de la recepción por parte de los transeúntes.
Vale decir que una ciudad como Medellín se mueve dentro de unas heterocronías que evidencian una contemporaneidad fragmentada, como lo expondría Juan Carlos Pérgolis en su texto Bogotá fragmentada, y que para el caso de Medellín, se observan múltiples tiempos entrelazados, como si la contemporaneidad de Medellín se identificara a partir del tránsito entre lo antiguo, lo moderno y lo posmoderno, todo en múltiples tiempos discontinuos.
Iglesia Veracruz y Plaza pública. 1950 /1960. Gabriel Carvajal. (FAM) |
Iglesia Veracruz restaurada. Foto Camila Florez |
En segundo lugar, la propuesta conduce hacia otra reflexión importante: los múltiples dispositivos visuale que conforman los espacios de la urbe, y que al mismo tiempo, dichos espacios, desde sus “(…) fragmentos y unidades, distancias y semejanzas, cuerpos y cosas, visibilidades e invisibilidades, nunca son receptáculos vacíos de significaciones”...
Los espacios públicos se definen desde su propia condición simbólica atribuida a su carga emocional y evocadora que propone el ciudadano con el espacio. En esta medida, los imaginarios urbanos desencadenan unos croquis afectivos, permitiéndose hablar de un urbanismo ciudadano que no es ni menos ni más importante que el urbanismo ciudad, aquél configurado desde los planificadores urbanos que modelan al ciudad a partir de unas políticas de la visualidad.
De ahí que mencione algunos conceptos desarrollados por los teóricos de la sociología urbana como Ervin Goffmann o Juan Carlos Pérgolis con respecto a la pérdida del centro, que en muchas ciudades latinoamericanas terminan adquiriendo la connotación de los llamados centros históricos; las heterocronías urbanas en las que se evidencian diversos tiempos, diversas propuestas artísticas y diversas arqueologías provenientes dentro de una contemporaneidad tan compleja de definir como lo es Medellín; los palimpsestos que habitan dentro de las calles de la ciudad, que Andreas Huyssen definirá como la nostalgia que sentimos los ciudadanos por las ruinas, en donde conviven representaciones visuales artísticas que hacen parte dentro de un modelo tradicional, otras dentro de lo moderno y otras inscritas dentro de lo que se define o concibe como posmoderno, tal cual como lo expone Cardona al concebir que “(…) Para nuestros días la ciudad de Medellín nos ha desvelado su poder de ubicuidad al convertirse por un lado, en un “lugar para el recuerdo” y, por otro, en un espacio mutable y contemporáneo, una ciudad global”.
Sin duda alguna, es visible la necesidad por parte de los modelos de desarrollo urbano en la ciudad de promover proyectos que instauren lo bello como criterio estético dentro de los procesos y acciones urbanísticas. No cabe duda, como lo plantea Danto, de que el lugar de la belleza no está en buscar un concepto que la defina ni tampoco en la esencia del arte, puesto que no se trata tanto de construir una determinación de tipo conceptual sino también de una determinación de tipo política. Por ello es que cobra sentido la propuesta al concebir el arte público desde unas políticas de la visualidad, en tanto que son las actitudes de los sujetos en conjunto con los planificadores urbanos quienes determinan dichas pautas.
Panorámica Medellín Antiguo. (FAM) |
Noche de Medellín. Raúl Soto. |
Finalmente, se pone de manifiesto cómo dentro de las políticas de la visualidad de la ciudad surgen proyectos políticos y económicos en los que se busca visibilizar a Medellín dentro del catálogo de las ciudades que los turistas pueden visitar. De ahí radica la importancia por enaltecer la ciudad histórica, concepto desarrollado para hacer alusión a los proyectos políticos y económicos que buscan generar no sólo un comercio cultural sino también la configuración de fuertes imaginarios urbanos que definan la identidad cultural del urbanismo ciudadano. Vale citar por ejemplo a Fernando Botero y a Gabriel García Márquez como dos fuertes imaginarios dentro del arte y la literatura en la configuración de la identidad cultural de Medellín.
Medellín Nocturna. 1991. Foto Gabriel Carvajal. BPP. Patrimonio en Imágenes. |