Cartografía social comunitaria



La exposición Relatos Desde la Frontera: Derecho a la Ciudad del Museo Casa de la Memoria en asocio con la corporación Ciudad Comuna, se realizó con el ánimo de mostrar a la ciudad las miradas que los habitantes de la Comuna 8 tienen sobre su territorio. Esta exposición es el resultado de un diálogo entre Ciudad Comuna y el Museo Casa de la Memoria y a representado una posibilidad de expresión para que los propios habitantes de Medellín sean quienes nombren sus lugares, sus transformaciones y sus resistencias.



ESTRATEGIAS DE TRANSFORMACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO


La investigación “Estrategias de transformación del espacio público, subjetividades y practicas de espacio, Medellín 1980-2007; se trazó como objetivo general producir líneas de interpretación sobre dos vertientes problemáticas:

-   Las estrategias “institucionales” de transformación del espacio público en Medellín. Desde un análisis de los planes de desarrollo y documentos oficiales de la administración municipal.
-   Las condiciones de existencia y de transformación de las prácticas urbanas “no institucionales” de apropiación del espacio público, en el presente en Medellín.

Estas vertientes problemáticas abarcaron el período 1980 – 2007 y se desarrollaron a partir del trabajo de campo en 11 plazas clásicas, parques republicanos y parques temáticos de las comunas 10 y 4. Los elementos del problema se analizaron a partir de cuatro enfoques: genealógico, arqueológico, sociológico y etnográfico, la combinación de estas miradas hizo posible identificar las principales características de las estrategias “institucionales” de transformación, propuestas por la administración municipal en los últimos 50 años, reconociendo las dificultades y beneficios que han producido los tres modelos de ciudad por los que ha pasado Medellín y como la implementación de las representaciones de “sujeto/espacio/uso”, que estos modelos ponen en funcionamiento, han dado lugar a distintos tipos de espacios públicos y a distintas practicas urbanas de apropiación.

Además esta investigación hizo posible realizar un trabajo de campo en los parques, donde se describieron y se documentaron a través de 11 cortometrajes documentales, algunas prácticas urbanas “no institucionales” de apropiación del espacio público, donde se realizo una caracterización etnográfica de los modos de funcionamiento de las prácticas urbanas y de los modos como dichas practicas afectan desde sus micro poderes la construcción de ciudad.  


El proyecto tenía el propósito de indagar la relación compleja entre: estrategias “institucionales” y  prácticas urbanas “no institucionales” de transformación del espacio público; en suma, identificar los modos de funcionamiento de cada elemento de la relación y poner en evidencia las tensiones que han aparecido en la historia de la planeación en Medellín; cuando se encuentran, las idealizaciones técnicas sobre el espacio que produce la administración y las practicas urbanas “no institucionales” de producción del espacio.

La Investigación desde el diseño y la selección de sus metodologías reconoce que su problemática histórica está compuesta por las relaciones entre tres conceptos:       
  • Representaciones de espacio y de sujeto
  • Estrategias “Institucionales”       
  • Practicas Urbanas “no institucionales” 

Inicialmente caracterizaremos lo que la investigación definió como estrategias “Institucionales” de transformación del espacio. Este tipo de estrategias, están compuestas por prácticas discursivas y no discursivas que han ganado a través del tiempo niveles de institucionalización, que les permiten desarrollar un discurso jurídico asociado, definir un espacio propio desde donde proponer acciones en el tiempo, planear a largo plazo y evaluar los resultados de estas intervenciones a través de distintos instrumentos técnicos. Las estrategias “institucionales” están directamente relacionadas, con los discursos que se revisan en las fuentes primarias. Se refieren a los modos de representación de la administración Municipal,  tanto del espacio como de los sujetos. También puede decirse que las estrategias de las que se ocupa la investigación, se caracterizan por tener acceso a  unos recursos fijos, tanto espaciales como económicos, para producir transformaciones en el espacio público. Además están legitimadas políticamente por el modelo neoliberal que se naturaliza “verdad” en nuestro contexto.


Las estrategias son comprendidas  desde esta investigación en  el sentido expresado por Michael De Certeau, como juegos sociales que navegan entre reglas establecidas por el habito, que ponen en juego todas las posibilidades ofrecidas por las tradiciones, utilizan esta mejor que aquella, compensan esta con aquella; se mueven sobre unas reglas explicitas, pero también hacen uso de unos principios implícitos que crean márgenes de tolerancia y posibilidad de transformación.  En suma, podría decirse que las estrategias son desde esta mirada teórica, prácticas de espacialización del poder que se mueven en la tención de lo “oficial”, “institucional”, “legal” y “las astucias”, “los gestos” y “las ocasiones” que para efectos de esta investigación son entendidas como prácticas urbanas “no institucionales”.

En otro lugar de la relación, nos encontramos con las Prácticas urbanas “No Institucionales”. Estas prácticas, se caracterizan por operar bajo los contextos jurídicos, lingüísticos, técnicos, urbanísticos, morales etc.; que determinan las estrategias “institucionales” desde la Administración municipal. Las prácticas urbanas nacen insertas en las gramáticas establecidas por las estrategias oficiales, pero contrario a estas, se caracterizan por hacer uso de las ocasiones mas mínimas para producir transformaciones desde su hacer cotidiano.


A estas prácticas les reconoce Certeau, ciertos funcionamientos de ardid, de arte; esto quiere decir que funcionan priorizando el tiempo sobre el espacio. Las prácticas urbanas que no han devenido estrategias institucionales y legales, tienen una movilidad táctica; en otras palabras, se mueven en un contexto institucional-legal que produce representaciones oficiales de espacio, sujeto y uso, deben jugar dentro de esta gramática oficial que produce espacio, sin embargo se las arreglan para tomar las ocasiones que dejan al descuido las estrategias “institucionales”, para producir transformaciones en lo urbano desde el hacer, desde la vivencia cotidiana.   En muchos casos las prácticas urbanas son captadas y ordenadas por la planeación que producen las estrategias “institucionales” de transformación; sin embargo existen también muchos casos donde las prácticas urbanas se resisten o transforman la estructura de esa gramática del poder en la que están inmersas. Estos movimientos de transformación y de resistencia, aparecen simultáneamente en: grupos organizados de incidencia política explicita y en los usos, las formas de apropiaciones dispersas que los habitantes de la ciudad ponen en funcionamiento en su cotidianidad. Es vital aclarar en este punto que las transformaciones que producen las prácticas urbanas, con sus modos de apropiación del espacio no son necesariamente acciones concientes verbalizadas y con nortes macro políticos claros. Las prácticas actúan, consumen en espacio, lo marcan y es a partir de esta vivencia del mismo que comienzan a introducir nuevos hábitos sociales.

Las prácticas urbanas,  se caracterizan por no tener un lugar propio, por ser fragmentarias, inestables en el tiempo. Aparecen como territorializaciones esporádicas, que bien pueden mantenerse o desaparecer. Que construyen trayectorias definidas por los usos, entendidos aquí como formas de apropiación. En algunos casos, estas Prácticas Urbanas devienen en estrategias “institucionales”, en otros no. Lo que si se hace claro en la investigación, es que ambos lados de la relación se implican mutuamente y que en muchos momentos históricos, son las prácticas urbanas “no institucionales” las que obligan a las estrategias “institucionales” de la Administración a reevaluar tanto sus representaciones de espacio y de sujeto, como sus modos de distribución del espacio público. Tanto las estrategias “institucionales” como las prácticas urbanas “no institucionales”, producen transformaciones en el espacio público y producen también representaciones de espacio y sujeto que las determinan.


La Investigación se propuso como tarea explorar desde una perspectiva histórica esta relación uso-espacio-sujeto, abordando en sus archivos tanto las estrategias “institucionales” de transformación, como las prácticas urbanas “no institucionales” de transformación. Al proponerse esta tarea, se hizo necesario resolver la orientación metodológica de las fuentes para cada elemento de la relación estudiada.  Para las estrategias oficiales de transformación del espacio público se opto por un tipo de fuentes primarias, a saber, documentos producidos por la Alcaldía en los que podía encontrarse; como habían variado las representaciones de cada uno de los elementos de la relación uso-espacio-sujeto en los discursos de la Administración Municipal. Estas fuentes fueron: planes piloto, planes de desarrollo y planes de ordenamiento territorial que construyo la administración en los últimos 50 años. En el caso de las practicas urbanas “no institucionales” de transformación, metodológicamente se opto por construir un archivo de prensa, realizar trabajo de campo en los 11 parques de la investigación y levantar un archivo oral, compuesto de una serie de entrevistas, tanto a planeadores como a habitantes de los espacios mencionados.

Debido a la especificidad de cada elemento de la relación estudiada, desde sus modos de funcionamiento, hasta sus modos de registro, se opta en la investigación por producir los resultados interpretativos atendiendo también a dos registros diferentes; que den cuenta de los modos de expresión, tanto de las estrategias “institucionales” como de las prácticas “no institucionales”’. Para la interpretación de las estrategias “institucionales” se produce un ensayo escrito, como resultado del análisis hecho sobre las fuentes primarias que constituyeron los planes de desarrollo.  Y para las prácticas urbanas “no institucionales” se desarrollo el producto audiovisual de los 11 cortometrajes, en donde se desarrollan múltiples interpretaciones y se hace un reconocimiento con perspectiva histórica de los usos como modos de apropiación, como prácticas urbanas de producción y transformación de espacio público.  Es por eso muy importante que los 11 cortometrajes se valoren no como “un apoyo” para la indagación social, sino como un capítulo más de la investigación, como un texto visual con características interpretativas en si mismo, en el que se exponen a través de la narrativa audiovisual,  las interpretaciones logradas en la investigación sobre las prácticas urbanas “no institucionales” documentadas en los distintos espacios públicos. 

La investigación se mantuvo siempre indagando sobre la tensión permanente que existe entre los espacios públicos producidos desde las estrategias “institucionales” de la administración municipal y las practicas urbanas de apropiación de los espacios públicos que determinan la transformación de lo público desde su cotidianidad. 


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Topografías corporales


En este artículo examino las maneras en que se configuraron ciertas relaciones particulares entre el cuerpo y el consumo de algunos discursos biomédicos en la ciudad de Medellín, a partir de la segunda mitad del siglo XX. Me interesa resaltar la construcción de sentido realizada en cierto tipo de publicaciones, las cuales procuraron fomentar en los lectores la necesidad de promover el autocuidado. Este modo de impulsar la atención sobre el cuerpo como condición para promover la seguridad corporal, y como construcción estética, implicó la utilización de una serie de dispositivos tendientes a la regularización de hábitos saludables, susceptibles de aminorar los efectos de la fealdad, la vejez, y la muerte.


Para leer y descargar el artículo publicado por Eugenio Castro en la Revista Colombiana de Antropología, vol. 49, núm. 2, julio-diciembre, 2013, pp. 91-110, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, haz clic AQUÍ

LECTURAS PORNOGRÁFICAS Y ESCRITURAS PELIGROSAS

“Mi cuerpo ya no será sino la grafía que tú escribas sobre él, significante indescifrable para cualquier otro que no seas tú. Pero ¿qué eres tú, Ley que transformas el cuerpo en tu signo?”
Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano: Artes de hacer

UNA SOCIEDAD INTERSTICIAL

La adopción de horarios y medidas para el tiempo del trabajo, el estudio o el ocio, el control de las basuras y desechos, el acceso al agua y a otros servicios, la construcción de las viviendas teniendo en cuenta la orientación y localización de las de los demás, la definición de áreas aceptables para el desarrollo de ciertas actividades productivas, comerciales o recreativas, son situaciones en las cuales la ciudad impone una coordinación…”
Jorge Orlando Melo, Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización.

-¿En dónde se ha encontrado usted, del mes de mayo del año próximo pasado a hoy; en compañía de quién o quiénes, de qué se ha ocupado y de qué asuntos ha tratado?
-Me he encontrado en el distrito de Medellín y en esto, me he encontrado solo, no he tratado de ningún asunto y durante el tiempo que he estado en este municipio me ocupé en trabajar en El Silencio.
-¿Sabe usted quién es un individuo que en el mes de mayo próximo pasado fue traído a esta población por los conductores José Parra y Ramón Pavón, a cumplir la pena de un año de confinamiento a que lo condenara por vagancia el Inspector de Belén y la Jefatura General de Policía?
-Sí señor, yo soy.
-¿Sabe usted quién es el individuo que a mediados del año referido se ausentó de este distrito para el de Medellín, donde fue capturado y remitido nuevamente a esta población en el mes de septiembre del mismo año?
-Sí señor, yo soy.
¿Sabe usted quién es el individuo que después del expresado mes de septiembre volvió a ausentarse de este distrito para el de Medellín, donde una vez más fue capturado y remitido a esta población a donde llegó ayer?
-Sí señor, yo soy. [1]

Esta escena, en la que la ley tiende sus ojos de Argos sobre el cuerpo del criminal, transcurre entre Medellín y Segovia en 1918. El accionar del interrogado es descompuesto en dos tiempos: un pasado y un presente inmediato, que la ley conoce y a los que hace referencia a través de preguntas que comportan la carga de imperativos. La ley quiere saber cuándo, con quién y en dónde ha estado durante su fuga, además de los asuntos que ha tratado con dichas personas, en dicho lugar y en dicho momento. Aunque se camufla bajo enunciados desiderativos, el interrogado sabe que sólo se quiere confirmar lo que ya se conoce. No miente, porque no tiene escapatoria. Ante las preguntas-narración del delito, no le queda más que asentir y reconocer que él es el criminal que huyó de la vigilancia del sistema; él es ese sujeto que se fuga una y otra vez, en una especie de tragicomedia, en la que a cada paso que da fuera de su confinamiento, vuelve a ser apresado por ese ente ubicuo que aunque abstracto, hace sentir su omnipotencia a través de sus hombres y sus instituciones; ese ente que es el estado.[2] 

Este caso es ilustrativo de los procesos criminales a los que se enfrentaba la justicia de la ciudad durante el primer cuarto del siglo XX. Durante este período, Medellín se encontraba en un proceso de transición entre dejar de ser una aldea y convertirse en una gran ciudad, de lo que dan cuenta los acelerados procesos de modernización que transformaron su industria, su infraestructura, sus medios de transporte  y sus medios de comunicación, entre otras técnicas que, aunadas a los procesos de un modernismo creciente que se introducía en las concepciones de los habitantes de esta ciudad; hicieron de ésta una urbe en formación en la que el impulso de la modernidad tomó un ritmo vertiginoso.

Para algunos investigadores, como Melo, es entre 1880 y 1930, cuando se efectúa la transición de Medellín como ciudad moderna. Para otros, como Espinal y Ramírez, es en la mitad del siglo XX, a finales de la década del 40, cuando este proceso toma forma definitiva. El primero se centra en tres discursos  que constituyen los cimientos de la modernidad medellinense: “[1] el desarrollo de una imagen de ciudad moderna y los esfuerzos para poner en práctica, en forma planeada, unos ideales de vida urbana; [2] el proceso por el cual se intentó educar a la población para esa vida urbana y [3] la forma como la literatura trató de encontrar su punto de inserción en esa ciudad en proceso de modernización y civilización…”[3] No obstante, al plantear estos procesos del modernismo como hilos de la modernización, no ilustra de manera eficaz la dialéctica entre modernismo y modernización así como tampoco su diferencia operativa.

Por otro lado, Espinal y Ramírez, centran su análisis en la construcción de un “cuerpo cívico”  a través de diferentes discursos institucionales y mediáticos, que derivaron en una praxis social que podría denominarse “higienista y reguladora” y a través de la transformación urbana acarreada por el Plan Piloto que Wiener y Sert, elaboraron para la ciudad bajo la dirección de Le Corbusier.[4]

Así, ambas perspectivas se refieren a dos etapas distintas del proceso de modernización medellinense; la primera, a una etapa de formación y, la segunda, a una etapa de consolidación. Este estudio, por su parte, se centrará en la primera etapa, sin descuidar, de un lado, sus conexiones con procesos históricos de larga duración, especialmente los referidos a la sociedad colonial y, de otro, las conexiones con la ciudad moderna que se consolidará a mediados del siglo XX. Aún más, estas reflexiones serán actualizadas en su relación con los imaginarios que hoy tejen las intrincadas tramas del espacio urbano de la Medellín contemporánea.

Si bien no se puede determinar el momento exacto en el que la ciudad pasa de ser una aldea premoderna (y semicolonial) a una urbe pletórica de  modernismo[5]; sí se puede aprehender, a través de determinados “casos límite”[6], algunos procesos sociales que ilustran ese tránsito, con sus contradicciones y sus problemas irresolutos. Aquí, se presentarán algunos de esos “casos límite” que pueden ser considerados como procesos sociales cristalizados, en los que la (des)estructuración que implica la modernización, se aprecia con algunos matices.

Imagen del telegrama que anuncia la fuga de Misael Restrepo. AHJM, Criminales,  Violación de Confinamiento,
 documento nro. 14487, 1918, s.f.
Volviendo al prófugo apresado por el Argos (panoptes) de la ley, que ilustra la sociedad disciplinaria en consolidación, tenemos que las preocupaciones que ya desde las Reformas Borbónicas inquietaban al estado (sobre el que se refundaría, en buena media, la república), siguen siendo una constante: el cuerpo vacante es un número negativo dentro de la sociedad. Asimismo, la modernización empieza a mostrar los efectos que trae sobre el mundo, acortando distancias y aumentando velocidades; por medio del telégrafo se comunican las huídas del prófugo que una vez rompe el cerco de su confinamiento, ya está siendo rastreado por los tentáculos de un estado potenciado por la tecnología.[7] 

A diferencia de los casos que estudiaremos a continuación, este termina en una condena; se suma a la pena de confinamiento en Segovia, la reclusión por dos años en la cárcel departamental. En éste, se puede apreciar un delito común sobre el que se despliegan los mecanismos de un estado moderno, que ya no tendrá la necesidad de aplicar una tortura sobre el cuerpo criminal, sino que lo obliga a cumplir su confinamiento para luego pasar al espacio aún más reducido de la celda. La ley se inscribe sobre el cuerpo esposado que, además, es trasladado por sus gendarmes al lugar donde debe cumplir su pena. La ley, vuelve sobre su vasto cuerpo de papel y caracteres, para consultar los cargos de que se acusa al criminal[8] Misael Restrepo (ahora tiene nombre) y comprueba en su corpus que éste es culpable. La historia de este acusado de vagancia y hurto que, además, viola la restricción legal que pesa sobre él, es interpretada a la luz de un código legal que prescribe para ella un desenlace: el castigo. Éste, a su vez,  ilustra los dos espacios de disciplinamiento con que cuenta el sistema para hacer cumplir sus mandatos: primero, un emplazamiento funcional, con unos límites que le asignan un lugar al reo del que no puede salir y, segundo, un espacio de confinamiento: la cárcel. El primero tan efectivo como el segundo, pues a falta de paredes de concreto, cuenta con dispositivos tendidos en red, que interceptan sus pasos y lo reinsertan en el espacio que para él ha sido (a)signado.

La historia del delito de Misael Restrepo, nos permite introducirnos tanto en la sociedad disciplinaria que se venía construyendo desde el siglo XVIII, aún bajo la dominación española[9]; como en el ámbito de la moral, aquél en el que mejor que en ningún otro, la consciencia social[10] brota en formas inesperadas, que no son más que la cristalización anacrónica de las corrientes de cambio que modelan lenta y subrepticiamente el cuerpo social. Si bien este delito común nos permite ver la operatividad de la maquinaria disciplinaria, en su funcionamiento normal; los delitos que se considerarán a continuación tienen todos una particularidad: fueron sobreseídos[11], es decir, la ley no pudo fallar sobre ellos, tanto por ineficacia en sus mecanismos inquisitoriales como porque comportan conflictos tales, que sobrepasan la formalidad del marco jurídico y traen consigo problemas que, aunque aparentemente banales, desbordan las dimensiones normativas al referirse directamente a un conjunto de prácticas o, si se quiere, costumbres, que están siendo transformadas y que, a su vez, requieren la transformación de los códigos sociales en que se enmarcan para adquirir legitimidad.

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[1] AHJM (Archivo Histórico Judicial de Medellín),  Criminales,  Violación de Confinamiento, documento nro. 14487, 1918, f. 9r.
Todas las fuentes primarias citadas en el cuerpo de la investigación han sido modernizadas, para hacer más amena su lectura; disponiendo de los cuidados necesarios para no alterar el sentido,  allí donde ha sido pertinente aplicar correcciones ortográficas o gramaticales.  
[2] Este es el mecanismo del panoptismo que se cierne sobre el cuerpo criminal. Como lo plantea Foucault, el panoptismo “es polivalente en sus aplicaciones; sirve para enmendar a los presos, pero también para curar a los enfermos, para instruir a los escolares, guardar a los locos, vigilar a los obreros, hacer trabajar a los mendigos y a los ociosos.” FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 124.
[3] MELO J. O., “Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización”.
[4] Si bien estas investigadoras reconocen que la transición de pueblo a ciudad, tiene lugar entre 1890 y 1920; centran sus análisis en los procesos que tienen lugar a mediados de siglo, cuando Medellín “ya era una ciudad industrial.” Para establecer,  a partir de la Carta de Atenas (1943) y su influencia en el Plan Piloto diseñado para la ciudad, la consolidación del espacio urbano que se gestaría en la modernidad medellinense, cuyos cimientos estaban representados en cuatro ideas básicas: habitar, cultivar el cuerpo y el espíritu (recrearse), trabajar y circular.” ESPINAL PÉREZ C. E. y RAMÍREZ BROUCHOUD M. F., “Cuerpo civil, controles y regulaciones…” pp. 43, 50.
[5] En este punto, habría que revisar la tesis según la cual Medellín vivió “una modernización sin modernidad; en otras palabras, modernización económica y técnica dentro de una sociedad tradicional y católica.” REYES CÁRDENAS A. C., “La vida cotidiana en Medellín…”, p. 302.
En primer lugar, es importante la distinción operativa que propone Berman para distinguir el proceso de transformaciones técnicas y científicas (materiales) del proceso de transformación de imaginarios colectivos (simbólico); entendiendo su  relación dialéctica que, no obstante, no implica una dependencia entre ambos en cuanto al ritmo de su desarrollo y al carácter de las configuraciones sui generis que adquiere en cada sociedad.  En segundo lugar y, en ese orden de ideas, es importante resaltar el papel del modernismo en el siglo XIX que, si se rastrea a través de una opinión pública moderna emergente, por medio de la prensa; se encontrará como un elemento vigoroso que desde los periódicos y los pasquines, pasando por las hojas sueltas hasta la publicidad, se enfrascó en debates en los que se discutían los proyectos de nación que, por entonces, terminaban por decidirse en los campos de batalla.
Por eso, sin ahondar más en este punto, pues se darán claves de esta perspectiva a lo largo de este estudio; si bien las primeras dos o tres décadas del siglo XX fueron de formación de una industria que, por ende era incipiente, los imaginarios en que se ancló dicha modernización, fueron los que posibilitaron que se instaurara una experiencia moderna con sus implicaciones directas en los ritmos y los estilos de vida. La mejor muestra de que en este primer cuarto de siglo sí hubo modernismo pero sin modernización, es la obra de Tomás Carrasquilla; valga citar las palabras de Juan Guillermo Gómez: “la novela de Carrasquilla es representativa de esta fase de desarrollo urbano en una forma ejemplar. En ella se pone de presente la aguda conciencia de un cambio social originado por el dinamismo urbano, por la presencia de una capa social dirigente que impulsa nuevos negocios y que, muy en particular, genera nuevos hábitos de sociabilidad. Esta nueva praxis cultural, que se revela en la introducción de determinadas modas lingüísticas, de novedosas formas de vestir, de hábitos alimenticios inéditos y de nuevas costumbres como paseos y bailes, entra en contradicción con las costumbres tradicionales de origen campesino y provinciano.  […] La nostalgia es en Carrasquilla el prisma que sirve de instrumento para descomponer analíticamente la nueva luz del progreso que se filtra, como un chorro incontenible, “metodizado o caótico”, sobre la ciudad de Medellín.”  GÓMEZ GARCÍA J. G., “Literatura y sociedad: otro juicio sobre Tomás Carrasquilla…”, p. 360.
[6] Esta es una expresión acuñada por Ginzburg, para referirse  a procesos sociales cuya excepcionalidad se perfila en términos de una ruptura. Este enfoque microhistórico privilegia el cambio y, dentro de esta corriente social incesante que es el cambio, a aquellos procesos que se presentan como eslabones entre un estadio y otro. Un ejemplo de un “caso límite” es Menocchio, el famoso molinero friulano de El queso y los gusanos, que representa el tránsito entre un mundo de oralidad primaria (teocéntrico) a un mundo dominado por las técnicas de lecto-escritura (y sus procesos de racionalización y laicización); que es considerado por Ginzburg como un “eslabón perdido”, entre la baja Edad Media y la Modernidad.
El molinero “había vivido en primera persona el salto histórico, de alcance incalculable, que separa el lenguaje gesticulado, murmurado, chillado, propio de la cultura oral, de aquel otro, carente de entonación y cristalizado sobre el papel, propio de la cultura escrita. El primero es casi una prolongación del cuerpo, el otro es «una cosa mental». La hegemonía de cultura escrita sobre cultura oral fue fundamentalmente una victoria de la abstracción sobre el empirismo. En la posibilidad de emanciparse de las situaciones particulares radica el vínculo que ha ligado siempre inextricablemente la escritura al poder.”
GINZBURG C., “El queso y los gusanos…”, pp. 18-19, 99.
[7] “Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados, en el que un trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y la periferia, en el que el poder se ejerce por entero, de acuerdo con una figura jerárquica continua, en el que cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos—todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario.” FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 119.
[8] “Febrero 6 de 1918
1. Sí consta al libro 86, folio 348, que el señor Misael Restrepo, fue condenado por el Inspector 4º Municipal de Medellín, el 17 de noviembre de 1914, a sufrir la pena de seis meses de reclusión. Sentencia que reformó la Jefatura General de Policía el 21 de diciembre del mismo año, condenándolo sólo a 3 meses de la misma pena.
2. Fue condenado por el Inspector de Policía de la América el 18 de Mayo de 1916 a sufrir la pena de dos meses de reclusión por delito [de] Hurto.” AHJM (Archivo Histórico Judicial de Medellín),  Criminales,  Violación de Confinamiento, documento nro. 14487, 1918, f. 13r.
[9] Y, sobretodo en la república.  Valga mencionar las reformas que los criollos introdujeron con su llegada al poder, en el ámbito privilegiado para el cambio social (y para la instauración del nuevo orden) por la ilustración: la educación. “No sin tropiezos, con las renovadoras ideas educativas se avanzó hacia una transformación de la educación que se manifestó en diversos aspectos: en lo social fue más incluyente (pensó en los indígenas, las mujeres y los pobres); en lo ideológico se acudió a pensadores más civilistas (Bentham); en lo pedagógico se miró a autores con otros referentes culturales (Lancaster); y en lo institucional se amplió la cobertura poblacional…” ESPINOSA CAMPOS I., “Vida escolar y cultura impresa…” pp. 101.
[10] “Toda la conciencia social no llega íntegramente a exteriorizarse y materializarse. Toda la estética nacional no está en las obras que inspira; toda la moral no se formula en preceptos definidos. La mayor parte permanece difusa. Hay una vida colectiva que está en libertad; toda clase de corrientes, van, vienen, circulan en varias direcciones, se cruzan y se mezclan de mil maneras diferentes, y, precisamente porque se encuentran en un perpetuo estado de movilidad, no llegan a concretarse en una forma objetiva.” DURKHEIM E., El suicidio,  p. 345.
[11] Según el diccionario jurídico, “El sobreseimiento es un acto procesal que pone fin al juicio; pero le pone fin sin resolver la controversia de fondo, sin determinar si el acto reclamado es o no contrario a la Constitución y, por lo mismo, sin fincar derechos u obligaciones en relación con el quejoso y las autoridades responsables. Es, como acertadamente anota don Ignacio Burgoa, de naturaleza adjetiva, ajeno a las cuestiones sustantivas, ya que ninguna relación tiene con el fondo.” Tomado de: < http://www.diccionariojuridico.mx/?pag=vertermino&id=117>. [Consultado el  20/10/2013]. 


Imagen de uno de los 100 carteles fijados por Antonio Mejía, sin pie de imprenta.AHJM, Criminales,  Infracción ley de prensa, documento nro. 13661, 1915-1920, f. 2r.


MONSTRUOS MORALES: HOMOSEXUALES Y SUICIDAS

Estudio de la criminalidad desde una perspectiva foucaultiana en Medellín

 (1880-1930)


La modernidad es una fábrica de cuerpos dóciles y útiles, una gran máquina cuyos mecanismos de poder operan dejando la impronta de los disciplinamientos sobre los sujetos que pasan por sus dispositivos de producción[1]. No obstante, como en todo proceso, pareciera tener una serie “productos” (léase cuerpos) defectuosos en los que esa marca apenas se insinúa o ni siquiera logra fijarse. Esas anomalías, esos sujetos monstruosos, son los criminales.

La anterior metáfora no debe entenderse como una especie de vuelta al mecanicismo por parte de Foucault;  sólo sirve para ilustrar una serie de operaciones y dispositivos en los que el poder se encuentra diseminado, en una lógica relacional por la cual establece esquemas de docilidad, que operan en escalas, objetos y modalidades de control en una suerte de movimiento reticular, que caracteriza el modus operandi de esta analítica del poder.

Sin embargo, como se dijo, hay una serie de sujetos que escapan a esos disciplinamientos, subvirtiendo el orden establecido por los poderes en tanto introducen una transgresión de la norma como elemento regulador de la vida social. Estos “monstruos políticos” (en adelante se utilizará “monstruos morales” para efectos de lo expuesto, sin cambiar sustancialmente el concepto inicial) como los denomina Foucault, hacen su aparición hacia el siglo XVIII cuando el Antiguo Régimen entra en decadencia y sus rituales de castigo como una teatralidad del derecho del soberano sobre la vida y la muerte, ceden el paso a los subrepticios mecanismos del nuevo sistema Burgués en el que la exaltación de la vida se soporta sobre una serie de controles en los que los cuerpos individuales se modelan (anatomopolítica[2]) y el cuerpo social, la población, se controla (biopolítica[3]).

Así, el nuevo biopoder, se instalará bajo la lógica de la normalización[4], en donde las relaciones sociales del tipo que sean (familiares, sexuales, de producción, etc.) no obedecerán ya a un discurso imperativo como a unas argucias libertarias, propias de la nueva economía de los mecanismos de poder[5]:

El momento histórico de las disciplinas es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés. Fórmase entonces una política de las coerciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo, una manipulación calculada de sus elementos, de sus gestos, de sus comportamientos.[6]

Todas estas coerciones subrepticias que se interiorizan en el cuerpo individual y se normalizan en el cuerpo social están inscritas, a su vez, en una red de vigilancia de la que, no obstante, logran escapar los monstruos morales: los criminales. Al sustraerse, aunque momentáneamente, no sólo rompen el pacto social al ubicarse por debajo de la ley, también, actúan despóticamente al ejercer una voluntad que anula el contrato como elemento regulador de las relaciones sociales; quedando por fuera de ésta[7]. Así, el criminal es doblemente monstruo pues no sólo está por fuera de los límites que traza la ley sino, también, logra romper ese entramado epistémico, así sea desde una praxis no razonada, en ese umbral en el que han solido ubicarse la locura y el crimen y donde, paradójicamente residen las posibilidades del cambio social, entendido en su acepción más amplia.



Dicho esto, lo que se propone a continuación son dos análisis de caso, uno sobre la moral sexual burguesa y, otro, sobre el suicidio, desde su tipificación como delitos contra la moral. El interés de esta reflexión está centrado en estudiar la manera en que esa red de vigilancia se activa ante estos puntos de fuga que suponen los criminales y la manera en que esa frontera infranqueable de la normalización, se ha ido extendiendo a través de estas rupturas, hasta nuestros días. El espacio-tiempo elegido para este estudio será la ciudad de Medellín en su primera etapa de modernización comprendida entre 1880 y 1930.[8]

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[1] “La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos <>. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia). En una palabra: disocia el poder del cuerpo; de una parte, hace de este poder una <>, una <> que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia que de ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta.”  FOUCAULT Michel, Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2002, p. 83.
[2] Procedimientos de poder característicos de las disciplinas en los que se perfila “el cuerpo como máquina: [y se propugna por] su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos…” FOUCAULT Michel, Historia de la Sexualidad: I. La voluntad de saber, Madrid, Siglo Veintiuno, 1998, p. 83.
[3]  Conjunto de intervenciones y controles donde “el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad, con todas las condiciones que pueden hacerlos variar”; es el elemento central de la nueva mecánica del poder. …” FOUCAULT Michel, Historia de la Sexualidad: I. La voluntad de saber, Madrid, Siglo Veintiuno, 1998, ibíd. 
[4] “Ya no se trata de hacer jugar la muerte en el campo de la soberanía, sino de distribuir lo viviente en un dominio de valor y de utilidad. Un poder semejante debe calificar, medir, apreciar y jerarquizar, más que manifestarse en su brillo asesino; no tiene que trazar la línea que separa a los súbditos obedientes de los enemigos del soberano; realiza distribuciones en torno a la norma.” FOUCAULT M., “Historia de la Sexualidad…”, p. 86.
[5] Que Foucault define como “un conjunto de procedimientos y, al mismo tiempo, de análisis, que permiten aumentar los efectos de poder, disminuir el costo del ejercicio de éste e integrarlo a los mecanismos de la producción. […] Es decir, que [el poder] ya no se ejercía a través del rito, sino de los mecanismos permanentes de vigilancia y control.” FOUCAULT Michel, Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975), Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007, p. 88.
[6] FOUCAULT M., “Vigilar y castigar…”, p. 83.
[7] “De modo que, cuando el criminal retoma, en cierta forma, su interés egoísta, lo arranca a la legislación del contrato, o a la legislación fundada por éste, y lo hace valer contra el interés de todos los demás […] Por consiguiente, ¿no nos toparemos, en el caso del criminal, con un personaje que será, a la vez, el retorno de la naturaleza interior de un cuerpo social que renunció al estado natural por el pacto y la obediencia a las leyes? […] ¿No vamos a vernos ante un individuo de naturaleza que trae consigo al viejo hombre de los bosques, portador de todo ese arcaísmo fundamental anterior a la sociedad, y que será al mismo tiempo un individuo contra la naturaleza? En resumen, ¿el criminal no es precisamente la naturaleza contra natura? ¿No es el monstruo?” FOUCAULT M., “Los anormales…”, p. 91.
[8] Esta periodización ha sido un tema de gran debate, que no viene al caso ahondar. Por eso, se tomará como referente la propuesta teórica de Jorge Orlando Melo, para quien durante el período de 1880 a 1930, Medellín empieza, a través de tres ejes, un proceso acelerado de modernización: “[1] el desarrollo de una imagen de ciudad moderna y los esfuerzos para poner en práctica, en forma planeada, unos ideales de vida urbana; [2] el proceso por el cual se intentó educar a la población para esa vida urbana y [3] la forma como la literatura trató de encontrar su punto de inserción en esa ciudad en proceso de modernización y civilización…” MELO Jorge Orlando, “Medellín 1880-1930: los tres hilos de la modernización”, en: Biblioteca Virtual del Banco de la República, Bogotá, 2004.