In memoria Jacques Le Goff

LE MONDE | 21.01.2014 a las 17h38 • Actualizado el 01.04.2014 a las 12h05 |
Entrevista con Nicolas Truong

Historiador medievalista de renombre internacional, autor de una obra monumental, Jacques Le Goff publicó la Edad Media y el dinero (Perrin, 2010), a la Búsqueda del tiempo sagrado, Jacques de Voragine y la Leyenda dorada (Perrin, 2011), la Edad Media explicada en imágenes (Seuil, 2013) y, más recientemente, el 9 de enero, ¿Es realmente necesario cortar la historia en tajadas? (Seuil, 224 p., 18 €).

¿Por qué apadrinar la colección « Histoire & civilisations »?
Me parece que esta colección responde a una exigencia esencial de la edición en el dominio de la historia: poner a disposición de un gran número de lectores una suma de conocimientos que, sin tener que ver con la erudición, es necesaria para la educación del honesto hombre actual.  Esto me parece tanto más importante cuanto que, en algunos países entre los que está Francia, la historia está hoy en retroceso en la enseñanza.  Se trata de un error inquietante, pues la historia es individual y colectivamente necesaria para la comprehensión del mundo y para nuestro rol en su funcionamiento.
¿Incluida la historia antigua y medieval?
Es necesario volverle a dar importancia e influencia al conocimiento del pasado antiguo y medieval; nuestra existencia vive de herencias y esas herencias no son un simple regreso nostálgico al pasado.  Son y deben ser un trampolín para el porvenir.  En este marco, la parte asignada a la larga duración en importantísima.  Me parece por lo demás que, en el periodo que vendrá, será importante que tengamos especialistas en lo que hoy se llama la prehistoria, en la que –pienso que gracias en particular a la arqueología– se debería descubrir de nuevo testimonios que permitirán responder mejor a la pregunta: « ¿De donde venimos ? »
Los historiadores pueden aportar principalmente dos cosas.  La primera es el conocimiento de las herencias.  Si es verdad que yo no creo que haya un sentido de la Historia, a pesar de todo, la historia vive en parte de herencias que debemos conocer para aprender, y para aprovecharlas y saber utilizarlas.  Por otra parte, el conocimiento de la Historia y el espíritu histórico nos forman para servirnos mejor de lo que constituye un dato fundamental de nuestra existencia individual y colectiva: el tiempo.  El mundo y nosotros mismos evolucionamos, cambiamos, y es la historia la que constituye esas mutaciones.  La historia en tanto que materia de conocimiento es la que permite poner en perspectiva las mutaciones que operan en la hora actual.
¿Qué es lo que distingue a una civilización de una cultura?
La civilización reposa sobre la búsqueda y la expresión de un valor superior, contrariamente a la cultura que se resume en un conjunto de costumbres y de comportamientos.  La cultura es terrestre cuando la civilización es trascendente.  La belleza, la justicia, el orden… sobre ellas se construyen las civilizaciones.
Considere el trabajo de la tierra, la cultura producirá lo útil, el arroz, allí donde la civilización engendrará la belleza, creando jardines.
En el Oriente extremo, las diferencias entre las civilizaciones china y japonesa se expresan en la estructura de sus jardines.  El jardín chino ama el desorden y el secreto, mientras que el jardín japonés es muy ordenado y le concede un sitio importante al agua.  Se adivinan sus influencias religiosas y espirituales, aunque expongan dos relaciones muy diferentes con lo religioso, con una religión del misterio por un lado, el taoísmo chino, y por el otro con una religión de la luz, el shintoismo japonés.
Pero para tomar un ejemplo más próximo de nosotros, existe una oposición fuerte entre el jardín inglés y el jardín francés; el primero es enredado, es un lugar romántico, propicio para la ensoñación, mientras que el segundo es muy construido y estructurado, es un jardín cartesiano, erigido sobre el terreno de la racionalidad.  La cultura privilegia la idea de utilidad, de seguridad y de riqueza, contrariamente a la civilización, para la que lo espiritual y lo estéticos tienen mucho más valor.
¿Cómo nacen las civilizaciones?
Las civilizaciones son humanas; son pues los seres humanos o las instituciones las que favorecen su eclosión.  Pero se plantea la cuestión del lugar: ¿dónde nacen ellas?  Sin discusión, la ciudad es para mí el gran foco de la civilización.  En cuanto a las personas, se puede conectar el nacimiento de la civilización a la voluntad de potencia de los individuos; es el llamado y el constreñimiento que rodean las potencias que crean en torno a ellos ese deseo de realzar su prestigio y reforzar su dominación.  Es la voluntad de los faraones de sobrevivir a la muerte por medio del recuerdo que ha dado las pirámides.  Las religiones son las más grandes productoras de civilizaciones.  Piense en el papel de los templos en las diversas civilizaciones, entre los aztecas, los incas, los mayas, como en occidente, donde la iglesia –que bien pronto reemplazó el templo– ha sido un elemento esencial del paso de la civilización antigua a la civilización medieval, cristiana y moderna.  Es la ambición y la búsqueda de valores superiores que transforman una cultura en civilización.
« Nosotras civilizaciones, ahora sabemos que somos mortales. »  ¿Cómo se debe comprender esta frase de Paul Valéry, escrita en 1919?
Es ante todo una reacción al desastre y a las destrucciones de la guerra del 14-18.  Tras estas palabras está la idea de que los monumentos, las instituciones y las ciudades pueden sufrir destrucciones materiales que arrastren también con sus valores.  No son sino hipótesis pero es posible que algunas civilizaciones muy antiguas de la América pre-colombina, o del África, hayan podido desaparecer por las guerras.  Pero en un segundo momento, Paul Valéry identifica civilización y cuerpo humano, y por tanto la idea de muerte brutal y desastrosa es reemplazada por la de extinción, por la de muerte lenta.  Las civilizaciones podrían desaparecer porque ellas no logran ya mantener una natalidad capaz de prolongar la humanidad que lo mantiene, o de producir los bienes de consumo suficientes para perdurar.  En efecto, las civilizaciones viven en una tierra donde su existencia física no está completamente al abrigo de destrucciones.
¿Diría Ud. como Marx que a cada técnica le corresponde una organización social, y que el molino, por ejemplo, simboliza la sociedad feudal?
Hay algo de verdadero en esta frase de Marx, y se puede decir que el pensamiento moderno, incluso si está alejado de una aplicación sistemática y restringida del pensamiento de Marx, ha sido marcado por su concepción de la importancia de la economía y de la historia.  Sin embargo, yo pienso que una creación, una desaparición o una mutación de civilización exige tiempo.  Es necesario ligar la historia y el desarrollo de las civilizaciones con el desenvolvimiento del tiempo.  Una civilización toma tiempo en crearse, en evolucionar, en morir, en transformarse o en transmitir herencias.  En la historia y la reflexión sobre las civilizaciones, la idea de herencia es fundamental.  Una civilización está hecha con frecuencia de capas o de donaciones de valores, de tradiciones que se inscriben en el tiempo.  Los hombres son siempre herederos.
Hay una noción de la que se ha abusado mucho, es la de « revolución ».  En la historia de la humanidad, ellas son muy raras, y aparte de las revoluciones francesa y bolchevique, yo veo pocos cambios tan globales y brutales.  Y como François Furet, pienso que la revolución francesa duró todo el siglo XIX.  El encendido de ella data claramente de fines del siglo XVIII, pero todas las ondas que han destruido el pasado y hecho nacer una nueva sociedad se tomaron bastante tiempo para producir sus efectos.  Así mismo, no es de un día para otro que la revolución bolchevique modificó el espacio ruso y una parte de la Europa del Este, y del Asia.
¿Existe una dinámica de las civilizaciones, como Fernand B Braudel (1902-1985) decía que existía una dinámica del capitalismo?
La dinámica de las civilizaciones tiene muchas fuentes.  Una de ellas es la necesidad natural.  La necesidad de alimentación puede engendrar una civilización en la que un alimento o una forma de cocina toma un valor extremadamente importante, como el arroz o el maíz.  Pero la dinámica de las civilizaciones reposa igualmente en la necesidad de comunicar.  Entre los instrumentos esenciales de las civilizaciones, se encuentran las vías terrestres y navales.  Por ejemplo, para la civilización portuguesa, la ruta marítima fue el pilar.
Por supuesto que las necesidades intelectuales y espirituales juegan un rol fundamental.  Por ejemplo, la escuela ha sido un instrumento considerable en la historia de las civilizaciones, al diseminar un saber que permitió el mantenimiento de una civilización viviente, y que transmite igualmente herencias y prepara las evoluciones.  El saber didáctico está en el primer rango de los dones civilizadores de la Grecia antigua; después la escuela del pedagogo del pueblo hasta la de Sócrates y de los grandes filósofos de Atenas.  Y en la actualidad, lo que se llama « la investigación » participa de este enriquecimiento de la civilización, de una civilización tecnológica y científica.
La civilización medieval mantuvo una relación ambigua con el cuerpo, cuerpo ora renagado, oculto o desvalorizado, ora glorificado como el de Cristo.  ¿Existen tensiones dinámicas en la Historia y en las civilizaciones?
Sí, pero ellas son de diversas naturalezas.  El pensamiento chino nutre una tensión entre dos polos, el ying y el yang, mientras que la civilización occidental reposa sobre una tensión fundamental entre el bien y el mal.  Para los occidentales, esto parece evidente, mientras que es una construcción de la Historia que pensó que todo el territorio del pensamiento y de la acción evolucionaba entre dos dominios opuestos, en lucha casi constante.
Personalmente, he tratado de tender hacia un terreno neutro, pero rápidamente me ha dado cuenta que no se permanece mucho tiempo en esa neutralidad.  Tendría ahora más tendencia a considerar que existe un cierto número de entre-dos que entran ora en el dominio del bien, ora en el del mal.  Y esta diversidad de posiciones me parece que está más próxima de la realidad y da más garantía de paz.  Hay en las civilizaciones un globalismo que permitiría hacer su retrato, y una diversidad que se expresaría en una película.
¿Se puede hablar de « choque de civilizaciones », como lo ha hecho Samuel Phillips Huntington (1927-2008)?
Ha habido en la Historia conflictos de civilizaciones, pero de acá a generalizarlos –como se lo hizo en una obra de la que se ha hablado enormemente– creo, como muchos, que es un error.  El período de la colonización (siglos XIX - XX) ha estado marcado por choques de civilizaciones, como en la antigüedad han existido enfrentamientos entre los griegos y los persas, y en la Edad Media durante las invasiones mongolas.
En desquite, contrariamente a lo que se piensa, los grandes descubrimientos no han jugado un papel civilizador esencial.  Ciertamente que han materializado una vía de comunicación hasta entonces desconocida, y marcado la posibilidad de innovaciones futuras en los países descubiertos como en los que los descubren, y en todas las regiones vecinas, pero ellos no han tenido el efecto a la vez inevitable, obligatorio y considerable que se les ha atribuido.  Algunos descubrimientos no han ido más allá de un encuentro; otros han tomado mucho tiempo para dar su más profundo resultado; tome el caso del descubrimiento de América; no se vuelve verdaderamente importante sino a fines del siglo XVIII, en el momento de la fundación de los EE. UU.  Suramérica vivió exactamente durante el siglo XVI como la Europa medieval; hubo que esperar a Bolivar para que el descubrimiento diera sus frutos.
Para mí, el período que corre de fines del siglo XV hasta mediados del XVIII es un sub-período de una larga Edad Media, un sub-período que conoció novedades debidas a migraciones alimenticias (el tomate, el maíz, etc.), como también a la expansión de los metales preciosos.
¿Por qué dice Ud. que la ciudad es el crisol de las civilizaciones?  ¿No han existido civilizaciones rurales?
No veo muchas.  Debo confesar que desde que se habla de civilización, se encuentra la ciudad, incluso cuando se trata de civilizaciones antiguas.  El Egipto antiguo, los imperios y reinos del Cercano-Oriente, el Imperio romano, la cristiandad, la América pre-colombina, el Extremo Oriente y la India antigua, por todas partes las ciudades han jugado un papel esencial.  La Grecia antigua tenía a Atenas, Esparte, Corinto… e incluso las civilizaciones de Mesopotamia eran civilizaciones de la ciudad.  ¿Por qué?  Porque la ciudad ofrece dos cosas necesarias a la creación: el número y la proximidad.  Es por esto que entre los pilares de la civilización europea, yo he retenido la escala del barrio.  La ciudad es una asociación de vecinos.
Ella hace que nazca un comportamiento, una institución a la que no se le ha prestado la debida atención en la Historia: el artesanado.  Su importancia comienza desde la antigüedad.  Entre los antiguos griegos y los romanos, el faber, el herrero, es un personaje esencial.  Fabricaba el arado, necesario para la agricultura, las herradura y muchos otros utensilios esenciales para el desarrollo de la civilización.
En el siglo XI, en Francia, dos acontecimientos casi contemporáneos transformaron la Edad Media: el nacimiento del pueblo, con la reunión de los campesinos en aglomeraciones que respetaban la misma estructura, con la iglesia y el cementerio en el centro; y los primeros movimientos comunales que han marcado el encargase de su gobierno por parte de los habitantes, lo que se llama los burgueses.  La instalación en las ciudades de los hermanos dominicos y franciscanos, cuyo oficio consistía en predicar, reforzó la comunicación.  La ciudad se volvió más que nunca un centro de producción y acabó así poseyendo todos los medios importantes que le han permitido se un motor.
¿Se puede decir que existen civilizaciones « calientes » y « frías »?
Se puede decir que existen regiones más animadas y creativas que otras, en el dominio económico, artístico o en el de la enseñanza.  Por ejemplo, Italia fue un país que siempre se distinguió en la Europa medieval y que era más calientes que la mayor parte de los otros de la cristiandad.
¿Cuáles son los marcadores de las civilizaciones?
Es necesario distinguir los marcadores existentes de los que han desparecido.  Los que han resucitado los historiadores, los antropólogos y los sociólogos son muy diversos.  Puede ser un alimento, en Irlanda existío toda una civilización de la papa, una gran parte de la actividad de la ciudad giraba en torno a los efectos de su cultivo.  La civilización es algo globalizador.
¿Por qué habla Ud. de una mundialización en el tiempo y en el espacio?
El problema es el del espacio, del área geográfica y de las relaciones que mantienen los espacios de las civilizaciones entre ellas.  Es preciso diferenciar tres estados esenciales: el contacto, el intercambio y la fusión.  El contacto es lo que ocurre durante los grandes descubrimientos, y su instrumento ha sido el barco.  El intercambio ha tenido lugar entre los países europeos y los descubiertos; se crearon intercambios comerciales tanto como intelectuales.  Y luego llegará un momento en que entre los dos países en contacto y en intercambio se operará una cuasi-uniformización.
Ninguna región ha conocido por el momento esta fase, contrariamente a lo que dicen algunos periodistas y políticos, especialmente con su concepto de norteamericanización del mundo.  Creo que ese fenómeno de fusión no existe todavía; todavía estamos en una fase de intercambios, pero de intercambios desiguales.
¿Se puede hablar todavía de civilizaciones, o ya finalmente no queda sino una sola, la del mundo globalizado?
Hemos entrado en un nuevo período de la Historia, cuyo instrumento principal es el computador.  Le ponemos la cara a un instrumento que aún no se ha difundido por todas partes y que no lo ha hecho en el mismo grado de saturación.  Creo que por primera vez –y de mejor manera que el teléfono o la televisión–una herramienta se volverá casi universal y podrá tener una civilización digital.  Apenas si estamos hoy en el estadio de contacto; hay que tener paciencia para saber si logrará nacer una nueva civilización.
trad. Luis Alfonso Paláu, Medellín, abril1º de 2014 a todos mis alumnos historiadores, in memoria Jacques Le Goff
Algunas de sus obras para descargar en la red: