Río Aburra Sur, en la confluencia de la Santa Elena y la Iguaná. Procesamineto digital. Foto: Víctor Jiménez. 2007. |
Poéticas de Río, Puente y Montaña. Collage y Procesamiento digital. Fotos: Víctor Jiménez. 2007. |
Para quienes hemos nacido o vivido desde siempre en Medellín, resulta evidente el carácter antagónico, dualista, conflictivo, maniqueo de la ciudad, al enfrentar a cada paso situaciones extremas de la condición humana que rara vez se reconcilian en una síntesis esclarecedora o por lo menos creativa. Ciudad plutónica como la denomina uno de sus escritores actuales, donde los aspectos oscuros, tenebrosos de la realidad se vuelven asunto cotidiano (hombre vea yo le digo, vivir en Medellín es ir uno rebotando por esta vida muerto. Yo no inventé esta realidad, ella me inventó a mí – Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios. Página 89) también en ella – y más que en otras ciudades iberoamericanas – se vuelve posible, por pura antítesis, tener la vivencia de la luz y la claridad paradisíacas.
Eso parece haberle sucedido al poeta neozelandés Ron Riddell (Auckland, Nueva Zelandia. 1949) autor del libro El Milagro de Medellín y Otros Poemas (Todográficas Medellín, 2002) que reúne poemas escritos en Nueva Zelanda y en Colombia respectivamente. El poeta quien fuera invitado a participar en el XI Festival Internacional de Poesía, el año 2001; ha regresado ya dos veces a esta ciudad que, confiesa, lo ha hechizado o encantado (lo que ocurre por lo general cuando el “encanto” se personifica en la figura de una mujer amada) y de la que contrariamente a los poetas locales que sólo perciben su lado oscurantista e inquisitorial, él ha captado su aspecto luminoso o paradisíaco, corroborando quizás a Barbey de Aurevilly en eso de afirmar que el infierno es el cielo en hueco.
Río Aburrá Norte, Barranquilla y Quitasol. Procesamiento digital. Foto: Víctor Jiménez. 2007 |
Al lado de hermosos poemas escritos en un lenguaje transparente, con una penetración cuasi-mística del paisaje andino y neozelandés, El Milagro de Medellín es un poema relativamente extenso, donde nos paseamos por calles laberínticas, plazoletas desiertas o abarrotadas de gente, templos e iglesias (Medellín tiene 150 iglesias “mal contadas” nos dice Fernando Vallejo) paraderos de buses, bares y cafés ruidosos. Todo ello, a lado y lado de un río olvidado, que por mucho tiempo sirviera de alcantarilla a la ciudad, pero que el poeta visionario entrevé como Un río de fiesta y fábula.
Raúl Henao. Escrito para el suplemento cultural de la agencia de prensa argentina ARGENPRESS, publicado el 5 de enero de 2012. Para ver artículo completo, clic Aquí