Laxa, Flexible, Cotidiana...
Las ciudades en su proceso de transformación tanto social como física, sufren cambios los cuales se manifiestan en la configuración de espacios y territorios, estos se articulan y se desarticulan dependiendo de las situaciones que los rodee y de cómo están configurados.
Las configuraciones son vistas, reconocidas y controladas por la ciudad planeada, la ciudad que se articula por medio de sus instituciones y se inserta en el pensamiento racional, el cual establece diferentes normas y parámetros para la ciudad, que por medio de los intereses y la noción de progreso instaura diferentes alternativas para configurar el espacio según el imaginario adecuado, en el caso de la ciudad de Medellín según la tendencia que tiene la ciudad de ser un centro de servicios, no como anteriormente se consideraba de una ciudad industrial. Debido a esto se crean soluciones de acuerdo a la ideología basada en conceptos neoliberales, los cuales se impulsan más hacia la oferta y la demanda, propuestas como: grandes centros comerciales Santa Fe, Oviedo, Premium Plaza o grandes edificios financieros y centros de servicios como: Suramericana y Bancolombia.
Frecuentemente se toman modelos que centralizan y delimitan la ciudad, caracterizados en gran medida por edificios detonantes como: centros culturales, plazas, proyectos que desconocen los contextos sociales o la historia que estos lugares presentan; como lo expresa Manuel Delgado “en los espacios urbanos –edificios o plazas- parece como si no se previera la sociabilidad, como si la simplicidad del esquema producido sobre el papel o en maqueta no estuviera calculada nunca para soportar el peso de las vidas en relación que van a desplegar ahí sus iniciativas”, donde se ve una intervención desde la planificación dada en el papel, y no el espacio producido como una construcción social.
La ciudad en su totalidad muestra dos facetas: la primera ya mencionada anteriormente, la ciudad planeada, la ciudad hipercodificada por la planeacion del pensamiento racional y por modelos que se implementan a través del estado, controlando e insertando una matriz de relaciones en el espacio.
La segunda está conformada por la ciudad practicada, la ciudad que podríamos denominar ciudad ocasional, donde las experiencias estéticas de lo ocasional emergen en lo urbano, concepto que lo miramos como lo define Manuel Delgado “lo urbano es una forma radical de espacio social, escenario y producto de lo colectivo haciéndose a sí mismo, en territorio desterritorializado en que no hay objetos sino relaciones diagramáticas entre objetos, bucles, nexos sometidos a un estado de excitación permanente”, este escenario está cargado de signos que se encuentran sumergidos en la piel de lo cotidiano, en las experiencias que se tiene en lo urbano, donde la cotidianidad es espontánea, se expresa entre espacios efímeros que conforman una red de relaciones dadas por las personas y los objetos que se rodean.
Si bien esta ciudad se encuentra suspendida en el anonimato, se hace evidente en la piel de la cotidianidad, en las actividades diarias de las personas que se rodean, en su interacción, en su experiencia.
La cotidianidad se expresa con mayor medida en lo urbano, donde la ciudad planeada no controla, emerge en la inconsciencia, en la carencia de lugar, en la deslocalización del territorio, son éstos espacios donde surgen en gran medida estas pieles cotidianas que dotan de significados y definen – redefinen espacios, generando así la cotidianidad como pieles de lo urbano y creando la piel como elemento estético.
La ciudad cotidiana por sus características arroja espacios indefinidos, pasajeros, en ocasiones se configuran y luego se desconfiguran, son codificaciones laxas, afectaciones que se encuentran fuera del alcance del planificador, mimetizados en las ocasiones, espacios como lo menciona Giovanni La Varra “Post – it spaces have no predominant codification: they are vacant lots, residual spaces around the communications system, kinds of dikes around urbanized zones – spaces the planner´s gaze has left untouched” , los cuales son desarticulados, intersticios que quedan de la transformación en las ciudades tanto por sus infraestructuras civiles, como por su arquitectura. Estos espacios son auto referenciados, no tienen cualidades espaciales permanentes y casi toda su constitución está dada por la ciudad cotidiana, la ciudad practicada.
La cotidianidad afecta tanto a la ciudad como a su arquitectura, y debido a sus características se crea una estética particular que cobra valor en cuanto se observan y se sienten, una estética basada en los hechos urbanos que se expanden y se contraen dependiendo de su actividad, hablamos entonces de una estética expandida en el espacio “Mejor dicho una estética de los intersticios por los cuales se escabulle lo social y en los cuales se consolidan los lazos efímeros de unas sociabilidad también móvil y cambiantes… esa estética expandida que a los ojos de muchas miradas “cultas” se prestan más bien como la escoria residual de un comportamiento estético que ha terminado por contaminar la “cultura artística””.
Escrito por Sebastian Muñoz.