Crónicas urbanas


Un arco iris llamado Oswaldo Gómez camina por los alrededores del parque Bolívar, se detiene coqueto y feliz al ser abordado por la lente de algún fotógrafo y sin más preámbulos se identifica: “Mi nombre es Rosa Melano, y como pueden ver llevo en la cabeza el gallo de mi madre y en este coche la perra de mi hermana”, se trata de dos mascotas, un pequeño gallo que el mismo Oswaldo compró en la Plaza Minorista y un perrito french poodle, ambos animales están teñidos de vistosos tintes, al igual que su dueño, ellos también son un espectro de colores ambulante.

“Pregúnteme lo que sea”, dice el arco iris cuya barba es de color verde fluorescente, sonríe mientras coquetea con un joven negro, que atraído por los destellos, se ha detenido a observarlo: “Negro, casémonos, mire que ahí esta nada menos que la basílica Metropolitana, una oferta como esta no se te presenta todos los días”, el joven sonríe tímido.
Oswaldo no se pierde desfile de silleteros en Medellín, así como tampoco las paradas de la ciudad de Nueva York, a donde reside en el barrio de Queens: “Viajo siempre a principios de Agosto, mi perrito tiene pasaporte y visa; en el avión me cambio unas diez o doce veces de vestido y desfilo. El piloto avisa por el altavoz la presencia de la reina de las flores que camina a bordo y luego todos agradecidos y emocionados por mi espectáculo deciden que el avión debe aterrizar de culo.”

El joven negro suelta una carcajada al escuchar el comentario de verdes matices, y acto seguido el arco iris que camina le lanza una mirada rosa, e insiste con una tonalidad roja:“Negro, casémonos, te repito que una oferta como esta no tendrás en tu vida”

Oswaldo, o el arco iris que camina, trabajó a principios de la década de los setenta como guía turístico en la ciudad de Medellín, además realizó estudios de derecho en la Universidad de Antioquia, aunque no llegó a graduarse, uno de sus compañeros de clases fue el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe. “Aquí donde me ves me case con una puertorriqueña y tuve dos hijos, pero el asunto no funciono, hablo ingles, alemán, algo de francés y papiamento; pero pregúnteme, pregúnteme más que yo estoy es para dar alegría, lo mío es arte, es burla de esta sociedad tan mojigata, pero al mismo tiempo es un homenaje a la vida, a la felicidad, le aseguro que quien me ve pasar o quien hable conmigo olvidará por un momento sus penas, pero de mí se acordará siempre”

En un instante se han aglomerado varias personas atraídas por las coloraciones de su aspecto y sus palabras, y en un movimiento que deja a todos los presentes grises del asombro, Oswaldo se quita su falda campesina y aparece entonces como un arco iris monocromático, un arco iris blanco. Toma de gancho al joven negro, quien accede caminar con él hasta el atrio de la catedral como si se tratase de una marcha nupcial, los presentes con cámaras y celulares en mano los registran, al igual que un grupo de personas en los que se encuentran gamines, vendedores ambulantes, desempleados, visitantes del centro, desprevenidos transeúntes y dos o tres académicos seducidos por el performance que se está efectuando. “A un lado, a un lado; estos paparazzi me persiguen a toda hora, lo nuestro es amor puro, pero mirá; me cerraron la iglesia estos hijueputas…no importa casémonos en el atrio.”
Al lado de un grupo de sonrientes asistentes el arco iris que camina realiza su boda, su perro french poodle hace las veces de sacerdote y como padrino esta el pequeño gallo en la cabeza, al terminar la boda las tonalidades se han adherido a los objetos y personas del parque, es mediodía y el cielo luce su mejor color azul.

Autor de la crónioca urbana y las fotografías Juan Fernando Hernández.



Río Aburra Sur, en la confluencia de la Santa Elena y la Iguaná.
 Procesamineto digital.  Foto: Víctor Jiménez. 2007.
¿Es Medellín una ciudad mítica a la par -pero a diferente escala- que París? Roger Caillois, ese autor inquietante y siempre indefinible (André Breton lo calificaría sucesivamente de “literato de viejo cuño”, “brújula mental”, “espíritu lúcido y audaz”) al que los latinoamericanos debemos la traducción francesa de Jorge Luis Borges y una espléndida Antología del Cuento Fantástico (Editorial Suramericana. Buenos Aires, 1969). Nos señala al respecto que un espacio urbano reviste dicha connotación sólo si consigue conjurar los poderes de la memoria y la imaginación a su favor, configurándose como resistente o irreductible al paso inexorable del tiempo. En lo que a París, Mito Moderno se refiere, Caillois enumera los valiosos aportes que en tal sentido le hicieron algunos de los grandes poetas y novelistas del siglo XIX, como Lautréamont, Baudelaire, Hugo o Balzac, al igual que los autores más notorios del folletín y la novela negra y policíaca.

Poéticas de Río, Puente y Montaña.
Collage y Procesamiento digital. Fotos: Víctor Jiménez. 2007.
¿Puede decirse otro tanto de Medellín, ciudad del interior de Colombia, fundada el 2 de noviembre de 1675 en dos poblados diferentes al sur y al norte de un valle interandino, que desde sus orígenes mismos ha sido tema o motivo de evocación e inspiración – y simultáneamente, de desaire y desamor – para muchos escritores colombianos entre los que se encuentran los más grandes como Tomás Carrasquilla, Fernando González, Porfirio Barba Jacob o León de Greiff?

Para quienes hemos nacido o vivido desde siempre en Medellín, resulta evidente el carácter antagónico, dualista, conflictivo, maniqueo de la ciudad, al enfrentar a cada paso situaciones extremas de la condición humana que rara vez se reconcilian en una síntesis esclarecedora o por lo menos creativa. Ciudad plutónica como la denomina uno de sus escritores actuales, donde los aspectos oscuros, tenebrosos de la realidad se vuelven asunto cotidiano (hombre vea yo le digo, vivir en Medellín es ir uno rebotando por esta vida muerto. Yo no inventé esta realidad, ella me inventó a mí – Fernando Vallejo, La Virgen de los Sicarios. Página 89) también en ella – y más que en otras ciudades iberoamericanas – se vuelve posible, por pura antítesis, tener la vivencia de la luz y la claridad paradisíacas. 

Eso parece haberle sucedido al poeta neozelandés Ron Riddell (Auckland, Nueva Zelandia. 1949) autor del libro El Milagro de Medellín y Otros Poemas (Todográficas Medellín, 2002) que reúne poemas escritos en Nueva Zelanda y en Colombia respectivamente. El poeta quien fuera invitado a participar en el XI Festival Internacional de Poesía, el año 2001; ha regresado ya dos veces a esta ciudad que, confiesa, lo ha hechizado o encantado (lo que ocurre por lo general cuando el “encanto” se personifica en la figura de una mujer amada) y de la que contrariamente a los poetas locales que sólo perciben su lado oscurantista e inquisitorial, él ha captado su aspecto luminoso o paradisíaco, corroborando quizás a Barbey de Aurevilly en eso de afirmar que el infierno es el cielo en hueco.


Río Aburrá Norte, Barranquilla y Quitasol.
Procesamiento digital. Foto: Víctor Jiménez. 2007
Al lado de hermosos poemas escritos en un lenguaje transparente, con una penetración cuasi-mística del paisaje andino y neozelandés, El Milagro de Medellín es un poema relativamente extenso, donde nos paseamos por calles laberínticas, plazoletas desiertas o abarrotadas de gente, templos e iglesias (Medellín tiene 150 iglesias “mal contadas” nos dice Fernando Vallejo) paraderos de buses, bares y cafés ruidosos. Todo ello, a lado y lado de un río olvidado, que por mucho tiempo sirviera de alcantarilla a la ciudad, pero que el poeta visionario entrevé como Un río de fiesta y fábula.

Raúl Henao. Escrito para el suplemento cultural de la agencia de prensa argentina ARGENPRESS, publicado el 5 de enero de 2012. Para ver artículo completo, clic Aquí

MEDELLÍN CIUDAD OCASIONAL

Laxa, Flexible, Cotidiana... 


Las ciudades en su proceso de transformación tanto social como física, sufren cambios los cuales se manifiestan en la configuración de espacios y territorios, estos se articulan y se desarticulan dependiendo de las situaciones  que los rodee y de cómo están configurados.  

Las  configuraciones  son  vistas, reconocidas y controladas por la  ciudad planeada, la ciudad que se articula por medio de sus instituciones y se inserta en el pensamiento racional, el cual establece diferentes normas  y parámetros para la ciudad, que por medio de los intereses y la noción de  progreso instaura diferentes alternativas para configurar el espacio según el imaginario adecuado, en el  caso de la ciudad de Medellín según la tendencia que tiene la ciudad de ser un centro de servicios, no como anteriormente se consideraba de una ciudad industrial. Debido a esto se crean soluciones de acuerdo a la ideología basada en conceptos neoliberales, los cuales se impulsan más hacia la oferta y la demanda, propuestas como: grandes centros comerciales  Santa Fe, Oviedo, Premium Plaza o grandes edificios financieros y centros de servicios como: Suramericana y Bancolombia.


Frecuentemente se toman modelos que centralizan y  delimitan  la ciudad, caracterizados en gran medida por edificios detonantes como: centros culturales, plazas, proyectos que desconocen los contextos sociales o la historia que estos lugares presentan; como lo expresa Manuel Delgado “en los espacios urbanos –edificios o plazas- parece como si no se previera la sociabilidad, como si la simplicidad del esquema producido sobre el papel o en maqueta no estuviera calculada nunca para soportar el peso de las vidas en relación que van a desplegar ahí sus iniciativas”, donde se ve una intervención desde la planificación dada en el papel, y no el espacio producido como una construcción social. 

La ciudad en su totalidad muestra dos facetas: la primera ya mencionada anteriormente, la ciudad planeada, la ciudad hipercodificada por la planeacion del pensamiento racional y por modelos que se implementan a través del estado, controlando e insertando una matriz de relaciones en el espacio. 

La segunda está conformada por la ciudad practicada, la ciudad que podríamos denominar  ciudad ocasional, donde las experiencias estéticas de lo ocasional emergen en lo urbano, concepto que lo miramos como lo define Manuel Delgado “lo urbano es una forma radical de espacio social, escenario y producto de lo colectivo haciéndose a sí mismo, en territorio desterritorializado en que no hay objetos sino relaciones diagramáticas entre objetos, bucles, nexos sometidos a un estado de excitación permanente”, este escenario está cargado de signos que se encuentran sumergidos en la piel de lo cotidiano, en las experiencias que se tiene en lo urbano, donde la cotidianidad es  espontánea, se expresa entre espacios efímeros que conforman una red de relaciones dadas por las personas y los objetos que se rodean.
  
Si bien esta ciudad se encuentra suspendida en el anonimato, se hace evidente en la piel de la cotidianidad, en las actividades diarias de las personas que se rodean, en su interacción, en su experiencia. 

La cotidianidad se expresa con mayor medida en lo urbano, donde la ciudad planeada no controla, emerge en la inconsciencia, en la carencia de lugar, en la deslocalización del territorio, son éstos espacios  donde surgen en gran medida estas pieles cotidianas que dotan de significados y definen – redefinen espacios, generando así la cotidianidad como pieles de lo urbano  y creando la piel como elemento estético. 

La ciudad cotidiana por sus características arroja espacios indefinidos, pasajeros, en ocasiones se configuran y luego se desconfiguran, son codificaciones laxas, afectaciones que se encuentran fuera del alcance del planificador, mimetizados en las ocasiones, espacios como lo menciona  Giovanni La Varra “Post – it spaces have no predominant codification: they are vacant lots, residual spaces around the communications system, kinds of dikes around urbanized zones – spaces the planner´s gaze has left untouched” , los cuales son desarticulados, intersticios que quedan de la transformación en las ciudades tanto por sus infraestructuras civiles, como por su arquitectura. Estos espacios son auto referenciados,  no tienen cualidades espaciales permanentes y casi toda su constitución está dada por la ciudad cotidiana, la ciudad practicada. 

La cotidianidad afecta tanto a la ciudad como a su arquitectura, y debido a sus características se crea una estética particular que cobra valor en cuanto se observan y se sienten, una estética basada en los hechos urbanos que se expanden y se contraen dependiendo de su actividad, hablamos entonces de una estética expandida en el espacio “Mejor dicho una estética de los intersticios por los cuales se escabulle lo social y en los cuales se consolidan los lazos efímeros de unas sociabilidad también móvil y cambiantes… esa estética expandida que a los ojos de muchas miradas “cultas” se prestan más bien como la escoria residual de un comportamiento estético que ha terminado por contaminar la “cultura artística””.

Escrito por Sebastian Muñoz.

Barrio que fuiste y serás

Novela Corta, Cuentos y Relatos
"Aquel que dijo que el barrio es la única y definitiva patria del hombre, estaba descubriendo una geografía íntima y subvirtiendo teorías sobre próceres, escudos e himnos nacionales. Aquel que señaló que además de la infancia, el otro avatar que marca al hombre es el barrio (que para algunos se puede reducir a una calle o a una encrucijada), estaba dando pasos hacia la instauración de una metafísica de patios y entejados, de esquinas y balcones. Un antídoto contra la soledad –si es que la soledad requiere de esas contras- puede hallarse junto al mostrador de una vieja tienda o en las piernas de una muchacha que monta en bicicleta. Aquel otro que dijo que para la angustia existencial lo mejor era el olor a tiza y los tacos de billar, estaba quitándole trabajo a los psicoanalistas y dándole valor terapéutico a esa sociabilidad que nace y crece en el bar que está a la vuelta[1]"

El protagonista es el barrio. No. Me equivoco, la vida en el barrio. El barrio juega un papel protagónico como delimitación territorial y existencial; ¿pero, nos hemos preguntado por el origen del barrio no sólo como palabra sino como entidad territorial en la historia urbana? 

Comunas Populares. Zona Nororiental. Camila Florez Quintero. 2010.

Señoras jugando dominó. Camila Florez Quintero. Agosto de 2010.
El barrio tiene más de doscientos años de ser una entidad territorial y una construcción cultural, pero al igual que muchos hechos sociales está amenazada en el presente. Se inició hace siglos como lugar de otredad cultural y hoy se erige, paradójicamente, casi volviendo sobre sus orígenes, y tomando las palabras del profesor John Muñoz, en lugar de resistencia cultural en tiempos de globalización.


Por eso el mismo Spitaletta dice que al hablar del barrio “es como hacerlo de alguien que está en agonía, alguien que se está yendo, despacio eso sí, pero al fin de cuentas despidiéndose; porque el barrio es un pedazo de ciudad vieja, una entidad cada vez más pequeña, menos presencia, más pretérito que presente y casi nada de futuro” (p. 9). Terrible y pesimista diagnóstico, aunque con mucho de realidad, pues la torre de apartamentos jamás podrá ser un barrio, pese a las pretensiones de los publicistas que quieren acuñar la idea de barrio en altura. No puede haber barrio alejado de la superficie de la ciudad, con sus relaciones horizontales[2].

Para conocer el escrito completo de presentación del libro Barrio que fuiste y serás, del investigador Luis Fernando González Escobar. Clic Aquí


[1] Reinaldo Spitaletta, Barrio que fuiste y serás, Bogotá, Ediciones B Colombia S. A., 2011.
[2] Palabras de presentación del libro Barrio que fuiste y serás de Luis Fernando González Escobar. Profesor Asociado adscrito a la Escuela del Hábitat. Facultad de Arquitectura Universidad Nacional de Colombia sede Medellín. Biblioteca Pública Piloto de Medellín, 8 de junio de 2011.

Ciudad Multimedia



El Parque Berrio es un tradicional pasaje del Centro de Medellín que resume varios años de historia en edificios, esculturas, personajes y hasta oficios. Haga un recorrido musical a través de diez personajes que  cantan su vida desde este lugar.

El centro de Medellín cuenta con espacios que hablan de la ciudad de ayer y de hoy.  Estos lugares, forman parte del patrimonio material e inmaterial y pueden ser referentes útiles para comprender la ciudad que hoy habitamos.
En esta multimedia encontrará 10 rutas útiles para leer la ciudad. Los recorridos, diseñados por la Gerencia de Centro durante este año, fueron retomados por Medellín Cultura en su propósito de resaltar la memoria y el patrimonio de la Medellín. 


Haga un recorrido por la historia de quince senderos de nuestra ciudad y sus nombres. Conozca Carabobo, Palacé, Junín, Sucre, El Palo, Niquitao, Girardot, Córdova, Maturin, Bomboná, Pichincha, Ayacucho, Maracaibo, Boyacá y Bolívar.


Conozca, a través de este trabajo multimedial, la influencia de la ciudad de Medellín en la obra escrita del país. Vallejo, De Greiff, Hoyos, González, Restrepo, Arango, y otros más, que han marcado con tinta la historia cultural de Medellín.