LA CIUDAD Y SUS RELATOS
Lectores de Periodico.  Sin identificar Procedencia, Autor y Fecha.


Una de las cosas que más claras tiene Fritzsche es que la ciudad de cemento se edifica a la par de la ciudad textual, definiéndose y constituyéndose mutuamente. Entendemos por esto que las narrativas de la vida metropolitana son suscitadas por el dinamismo de las urbes modernas, pero también, que la ciudad se construye paralelamente a sus relatos e imágenes, que los necesita y le son indispensables para poder dotarse de sentido; de un sentido difuso que es al mismo tiempo contestatario y arraigado, ambiguo y preciso. Así, los relatos de la ciudad son siempre fieles al espíritu urbano y al eclecticismo característico de la vida metropolitana. Como todas las urbes contemporáneas, Medellín no puede ser aprehendida espacial, temporal y simbólicamente con toda claridad, y los relatos reforzaran una y otra vez esta opacidad. “Las ciudades son fascinantes, incluso hoy en día, precisamente porque cuestionan tanto la ilusión vana del orden como la fantasía del desorden y porque ponen de manifiesto hasta qué punto son falacias ideológicas las preferencias estéticas a favor de un estado o del otro. La ciudad es frustrante para el dictador pero también para el ropavejero”[1]. La ciudad como espacio donde se producen determinadas prácticas sociales y la ciudad como el cumulo de relatos que ayudan a producir dichas prácticas refuerzan la fascinación.
Mujer Lectora del Siglo XIX. Sin identificar
Procedencia, Autor y  Fecha.
Aunque la diversidad producida por los relatos urbanos incitan a la multiplicación de prácticas y recorridos urbanos, los relatos también se mueven entre la invitación y la contención del movimiento urbano; los ordenes narrativos de la variedad de periódicos, revistas, boletines, carteles, novelas, cuentos, fotografías, pinturas, películas que circulan en Medellín incentiva la pluralidad interpretativa propia de las urbes contemporáneas. De este modo podría decirse también que las aglomeraciones de personas y la diversidad de viejas y nuevas espacialidades en Medellín actualizan de una u otra forma tanto los discursos que se fabrican y los modos en los que la lectura se lleva a cabo, y estas formas de representación, a la vez, secundan la construcción de una ciudad cada vez más móvil y más múltiple. 
Los distintos modos de otorgar sentido a la ciudad a través de los relatos urbanos dependen de los órdenes narrativos en los que se inscriben, y los encuentros y las experiencias urbanas se moldean a partir de lecturas y miradas sobre ella. Para Amendola, los relatos de la ciudad tuvieron un retraso de emergencia respecto al crecimiento urbano barroco, sin embargo afirma que “de manera bastante tempestiva y coherente, la habilidad de relatar la ciudad ha sido siempre adecuada a la ciudad misma tal como ha sido percibida por la cultura de la época”[2]. Las aceleraciones urbanas a partir del siglo XIX se acompañaron de las aceleraciones en la comunicación; entre una y otra -ciudad y comunicación- existe una correspondencia creadora. 

En el transcurso del siglo XX los nuevos lectores se acercaban a las ciudades como si se tratasen de grandes mundos en movimiento, heterogéneos y misteriosos. Los relatos sobre la ciudad, que no sólo tenían lugar en la prensa local y nacional sino en la literatura de la época, construían una imagen sobre ésta que hacían que tantos los que no la habitaban como los que si lo hacían se fabricaran ideas de lo que era, de como se debía transitar y que era necesario tener en cuenta a la hora de acercarse a ella. Así, desde principios del siglo XX Medellín se convirtió en un campo de batalla simbólico y visual en el que cualquiera podía pasear por las calles sólo como espectador. La cantidad de notas locales, las novelas, los retratos de la ciudad y los seductores anuncios que tenían presencia en la prensa funcionaban como itinerarios escritos y visuales que invitaban a los lectores y observadores tanto a seguir cierto recorrido como a multiplicar sus itinerarios urbanos.


Voceadores (pregoneros) de Prensa.
Fotografía de Francisco Mejía, 1937. Propiedad BPP.
Podría decirse con todo que los relatos han brindado a la ciudad un espíritu más coherente para algunos y versátil y difuso para otros y que han estimulando el uso de las espacialidades urbanas como los lugares de efectuación de prácticas sociales. Por ello, lo que esta ruta propone como objetos de estudio, para entender la ciudad también como construcciones simbólicas, son esa cantidad de dispositivos que conciben la ciudad como enclave múltiple de posibilidades; la literatura, la prensa, la publicidad, la fotografía, la pintura, los programas televisivos, el cine, etc. funcionan aquí como productores de ciudad(es).


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[1]    FRITZSCHE, PETER, Belín 1900. Prensa, lectores y vida moderna. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008, pp. 17.
[2]    AMENDOLA, GIANDOMÉNICO, La ciudad postmoderna. Celeste, Madrid, 2000, pp. 169.