Espacialización, consumo y prácticas sociales en la ciudad contemporánea
Existen muchas formas de narrar la ciudad. La ciudad para muchos es sinónimo de progreso y de desarrollo humano, el cual se hace visible en el perfeccionamiento de las edificaciones y en el mejoramiento de vías y de servicios públicos. Para otros, al contrario, la ciudad es decadencia y deterioro permanente de la vida humana. Aglomeración, caos vehicular, atracos, prostitución e inseguridad caracterizan, según esta visión, al infierno urbano. También hay quienes piensan que cada ciudad es un eslabón de la globalización planetaria. Así, la ciudad es fragmento de un todo alcalzable a través de los medios virtuales de comunicación. La ciudad es riqueza, pobreza, contaminación, jardines y paisajismo, parques temáticos, bibliotecas, transportes, violencia, exclusión, orden, regulación, desorden, escuelas, universidades, burdeles, moteles, hoteles, bancos, eventos, casas, urbanizaciones, deportes, etc…
Centro Comercial El Tesoro. |
En lo que concierne a la ciudad de Medellín todos esos discursos mostrarían rostros posibles y verosímiles de la ciudad histórica y de la actual. Ahora bien, la ciudad que pretendemos comprender proviene de grandes transformaciones sociales. Es así como, la intensificación de la emigración de la población rural hacia la ciudad, el aumento de la actividad laboral de las mujeres en las empresas, el incremento de los ingresos familiares, la adquisición de vehículos automotores y de electrodomésticos (neveras, estufas, televisores, licuadoras, etc…) favorecen el desarrollo y el surgimiento de espacios de consumo frenético y masivo. La importancia que adquirirán estos lugares comerciales definirá las orientaciones y las prácticas de consumo urbano en la ciudad y posibilitará su inscripción en una confrontación de subjetividades.
Estas nuevas modalidades de comercialización de productos que se concretan en estos nuevos espacios de consumo que estamos evocando han venido transformando no sólo la actitud frente al consumo sino todo el imaginario urbano en Medellín ya que devienen hitos urbanos que producen espacialidades que, hoy en día, se configuran como las más intensas en producción de dinámicas sociales. Nuevas catedrales urbanas, inmensos polos de atracción simbólica donde se sintetizan los fenómenos más contemporáneos y también los más históricos de la vida citadina. Las vitrinas de los almacenes, las exhibiciones de obras de arte, de carros antiguos, de bonsais, de animales raros, curiosos o prehistóricos; la misa dominical, los aeróbicos, los espectáculos de payasos, los shows musicales, las fuentes con torres de agua, las burbujas intermedias, los inmensos parqueaderos, los sitios de encuentro, las zonas de comidas, los restaurantes de manteles, las salas de cine, los happy city y diver city, las peluquerías, las perfumerías, las zonas de venta de vehículos, de pólizas de seguros, los bancos, las agencias de viaje, las librerías, las escuelas de música, es decir, la diversidad urbana agrupada en un efecto de síntesis cargado con una fuerza simbólica nueva y avasalladora.Todos estos dispositivos están reunidos bajo el significante centro comercial que agrupa uno o varios edificios asociados, planeados y administrados como una unidad operativa destinados a lograr un mayor consumo por parte de los visitantes y una gran ganancia por parte de los dueños del lugar.
Museo de Arte Moderno de Medellín. Ciudad del Río. |
Centro Comercial Unicentro. |
Esta discontinuidad, donde el valor del trabajo y de la producción industrial -como condiciones que agrupan todos los otros valores sociales-, cede su lugar al diseño “productivo” del ocio, al hedonismo, a la cultura del flanneur y al crisol de las apariencias, es fuertemente problemática para una sociedad que ha invertido gran parte de su capital simbólico en la figura del hombre luchador y trabajador. Una cacofonía discursiva, una confusión simbólica, y, sobre todo, una confrontación tensa de subjetividades surge del entrecruzamiento contemporáneo de ethos sociales antagónicos que aparentemente conviven en armonía o simplemente yuxtapuestos pero que verdaderamente producen una guerra y una confrontación permanente de estéticas urbanas, de singularidades existenciales, de decisiones políticas, de alternativas comerciales y de ritmos sociales de vida.
Medellín no es entonces una urbe multicultural en donde se cruzan y combinan prácticas culturales disímiles sino un campo de confrontación entre subjetividades heterogéneas y antagónicas. Si bien cierto predominio de las actuaciones privadas y públicas políticamente correctas permitiría considerar la existencia local de una paz simbólica globalizada y contemporánea esto no es más que una máscara frágil que se desmorona en cualquier habitual discusión hogareña en donde los reclamos y las exigencias de normalidad paisa descalifican las diferencias existenciales sean ellas de orientación sexual, intelectual, profesional, laboral, de relación con el dinero, con la posesión material, con las preferencias políticas, etc…
La resignificación y reestructuración urbana alrededor de las nuevas catedrales comerciales y de las nuevas estéticas del flanneur se cronfronta con la reactualización permanente de la fe en los valores de una antioqueñidad fiel a las antiguas catedrales cuyas formas de ritualización de la vida social pugnan, luchan, sobreviven y buscan ocupar esos lugares con sus estéticas, sus valores y sus ritmos de vida. Paisolandia versus Disneylandia aquí, es decir, en la cuna de los valores antioqueños. No se trata de un rechazo visceral a
Centro Comercial Santa Fé. |
Con todo, nuestra hipótesis nos permite concebir que nuestro espacio simbólico medellinense no sólo no es consensual sino que es proclive al conflicto, entre una subjetividad hegemómica antioqueña que pugna por mantener su dominio simbólico sobre las subjetividades provenientes de otros lugares locales, nacionales o de los territorios extensos de las sociedades contemporáneas globalizadas. Es pertinente anotar además, que está confrontación de subjetividades locales recorre el camino planetario del conflicto entre las utopías modernas y las heterotopías, heterocronías y heteronomías contemporáneas. Así como también, las tensiones entre modernidad sólida desvanecida y posmodernidad corrosiva y plural. Sin embargo, consideramos que las resistencias y el juego de poder entre territorialización, reterritorialización y desterritorialización del sentido conlleva especificidades propias en una sociedad que como la antioqueña, en los momentos cruciales y decisivos, confía más en un pasado anclado en la memoria hereditaria y tradicional de una única verdad paisa que en los simulacros contemporáneos de la memoria y del olvido.
BIBLIOGRAFÍA
La ciudad postmoderna. Giandomenico Amendola
La condición de la postmodernidad. David Harvey
París, capital de la modernidad. David Harvey
Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones. Edward Soja
Carne y Piedra. Richard Sennet
Authority. Richard Sennet
La ville à vue d'œil. Richard Sennet
Modernidad. Peter Gay