Ciudad Audiovisual


Manifiesto Audiovisual

  
Ojo Corazón y Pentax. Foto: Camila Florez Quintero. 2009.

El evento cinematrográfico

La imagen es  todo, la imagen siempre  te acompaña, la imagen en la sociedad de la imagen, el audio sin la imagen,  la imagen con el audio,  la imagen en movimiento, la imagen fugaz momento, monumental,  movimiento…

La imagen y las prácticas  están entrelazadas  por el icono del soporte, la herramienta,  el medio. El registro solo pertenece al instante y no al sujeto, éste también se convierte  en un crisol,  un ser mediado por la imagen que devenimos todos cuando portamos el aparato estrepitoso, que es una juguete artefacto. El ojo máquina del alma. El mirar como auto producción de lo que somos y a veces nos avergonzamos. La cámara está dispuesta a desentrañar los cuerpos imágenes, medios, herramientas para mostrar lo imperceptible en la aparente realidad, con el clic o el filme, resaltamos,  detenemos, congelamos, conocemos en la experiencia gráfica de la vida urbana. Vida, experiencia y educación visual, consumo de derechos y disolución de las fronteras, de los límites entre lo visto y no visto, lo real y el sueño.

Ensueños desde lo Alto. Cerro el Pichacho. Foto: Víctor Jiménez. 2012. 
La imagen es todo y nada, carnaval de ficción y documento en la sociedad de la telofase… metrópolis telepólita de magia y miedo, de industria y servicios, de muerte y protección. Sin embargo la imagen es re-politizada al servicio del cliente que en general no entiende nada de lo que le dicen, no observa ni interpreta las entrelíneas. Éste después paga.

La maquina mundial de las grandes corporaciones de imágenes fijas y en movimiento recomienza. No para, se auto produce como evidencias... la necesidad de transmitir, visionar, aconductar, controlar… claro, mostrar, distribuir, difundir, compartir, experimentar, tomar  la acción  dentro  de lo  producible en el comportamiento de las y los sujetos a partir de la protección  que se brinda con las apariencias, con las imágenes que devoramos como antropófagos come gráficas, publicidades, diseños, fotos, pinturas, ilustraciones y vídeos, en un circulo tipo moebius de referentes difusos, soñados y hechos de recortes, indestructible e indefinible al cual nos transbordan ideológicamente inadvertidos... y nosotros más ciegos para mirar y ver seguimos dando la cara: la imagen del gesto fabricada y reciclada en el control, la seguridad y la vigilancia.
Tu cara: Tu trasero. Foto y procesamiento digital Víctor Jiménez. 2012.

Somos recipientes propios, rotos, de hábitos. La cotidianidad de imágenes es por la exterioridad. La producción de imágenes, ciudad, cuerpos y el presente son la  empaquetada en las máquinas – massmedia. Hábito, superficie y aparatos es lo que somos y no comprendemos, armatostes, objetos y dispositivos sin lo cual no habría ningún nosotros.

Lo producido es un proceso de lo producible en el cual se define el trabajo  como  división y  apuesta  de exposición: productos objetos, enunciando unos procesos transgresivos, de-constructores y que escinden la visión de los directores, creadores,: donde los espectadores de masa acrítica, atacan y dudan de la realidad al volverse ellos  y sus vidas películas, al vivir la imagen en movimiento en su epísteme de proyectar, concebir y vivir lo real como un transcurrir de fotos en secuencia dentro del espacio tiempo. Verosimilitud más que verdad. Engranaje, posiciones, perspectivas, momentos, relatividad, azar y discontinuidades más que grandes historias y meta relatos. 

Bio-imágenes vitales, vida de imágenes, existencia de maneras, no seres y seres de intereses y conflictos; reconocimientos de estos cuerpos e imágenes como espacios abigarrados y fundados en la multiplicidad, en la visualidad. Su quehacer se encuentra en la llenura y abundancia del hambre visual; sin embargo ¿existe uno donde se hable de uno mismo, de la naturaleza y se muestren las decisiones del uno solo?

Tejidos de negro y color. Cerro el Picacho. Foto: Víctor Jiménez. 2012.

Los espacios y los productos como representaciones sociales por cierta conducta y su constante construcción ofrecen a los sujetos un fin inmediato, planeado y poco decisivo. No le permiten al cuerpo –reflexionado- pasar de la potencia al acto ya que la prohibición y lo oficial es el imperante en el estigma de lo que debiera ser dominante en la imagen apariencia: la espontaneidad, la libertad, la creación, la imaginación y el anonimato.

La casa, la escuela, la tv, el programa, la película ofrecen abertura de espacios y productos; en sí, posibilidad de no crear nada nuevo y no encontrar la media naranja… Sed de hacer su quehacer en su propio espacio imaginado y realizado (forma de participación del sujeto que trasciende el plano de lo cotidiano y lo hace mística en las massmedia, creyendo que lo cotidiano es natural, que equivale a la verdad en la pantalla).

La imagen, el audio… son vacíos, contenidos transgénicos al servicio de la burguesía transnacionalizada, imágenes pan, alimento de la ignorancia y el control. Es el capital el que llena las pantallas… a quien se le  vende esa imagen, en una sociedad con hambre, con el hambre visual de recrear y crear el entorno, el imaginario, el fantasma dentro de la maquina, ese que  da vida  a sueños y realidades, de un producto  maquinizado,  limpio, esterilizado y estilizado, que se hace para digerir rápido. Consunción.

 Como apropiarse de la pared en blanco, empuñar las maquinas y resignificar sus productos, el poner, el exponer, el poder. La imagen.

Ver Mirar Observar. Película en el Cine club Orbital. Foto: Víctor Jiménez. 2012.

Urge la polinización de las herramientas comunicativas en un mundo donde la producción de imágenes domina la relación del telepolita – que conquista sus derechos en el consumo y reivindica las luchas frente al televisor- con los medios electrónicos que nos conectan a la telepolis. Venta de un mundo que no tenemos, de un mundo siempre irrealizable, de lo light, el eidos, la apariencia, la vanidad, lo sintético. Consumo y aspiración del comercio hecho realidad por la propaganda, la publicidad,  los argumentales, el documental, la televisión, la radio y las redes sociales gracias a lo visual, a la imagen como mecanismo de aconductamiento y liberación.

La rueda nunca para. La imagen no descansa, nos produce. El capitalismo nunca duerme, la psicología de masas con la publicidad nos cautiva en la tensa tensión del audiovisual ideal, para hacernos olvidar, no percatar, no dudar.

Así se evidencia, la necesidad de transmitir, visionar… claro, mostrar, distribuir, difundir, compartir, experimentar, tomar  acción  dentro  de lo  producible. Lo producido es un proceso en el cual se define  el trabajo  como  una apuesta  de exposición, lo cual  enuncia,  que es un proceso liberador, transgresivo y  educador de los realizadores con los pobladores, las situaciones y las organizaciones.


Notas de Luces. Cerro el Pichacho. Foto: Victor Jiménez. 2012.
La imagen es todo, sin embargo la imagen sin audio es re-politizada al servicio del cliente. Este después paga. La maquina mundial de imágenes, recomienza. No para,  se autoproduce como el movimiento de la rueda.

La imagen es  todo, la imagen siempre  te acompaña, la imagen en la sociedad de la imagen, el audio sin la imagen,  la imagen con el audio,  la imagen en movimiento, al imagen momento, monumental,  movimiento….


Buscamos la imagen espontánea donde la cámara no es un fusil,  ni la chiva del noticiero,  imagen rayón, la imagen movida,  una  exposición de construcción conjunta, maquina de imágenes de observación, que objete a   productos mediáticos  que toman posición y arbitrio político.

Evadirnos de la imagen pagada y como noticia, para encontrar una producción mediática formativa,  trasmisora,  como un  proyecto colectivo de construcción  conjunta de conocimiento, experiencias colectivas  y manera de expresión de la   población a través de la cultura visual como presupuesto y basamento del edificio.
 Ante la negación  para asumir la imagen con responsabilidad,   un manifiesto político de principios comunes, que  creen  que lo primero es la sensibilidad, el sentimiento, la idea transformadora, la problemática  y la propuesta; y el proceso creador de liberación, al conocer la otredad, las realidades en que  co-habitamos en la situación.

Todo es situacional,  la imagen más que cualquier otra cosa; los objetos dominan nuestras  formas de expresión, relación y adscripción a cierto tipo de intereses. El sentido es  nuestra apuesta, en la sociedad de masas, de vallas, llena de imágenes, autoproducida por la negación de ellas,   sin  política en la imagen, negándose a lo mas prioritario de ella, la trasmisión  de un  problema y la  respectiva  trasmisión  de la  política asumida .

Al plantearnos la pregunta sobre la críptica comunicación instantánea, comunicados, boletines, encuestas, estadística funcional  difundida, segundos en pantalla, dinero, desconocimiento y producción de sociedad,  su masiva imposición, buscamos captar la imagen en su flujo cotidiano y comunicativo, imagen expuesta, su materialidad , texturas sonoras y visuales que alienten  y difundan procesos sociales dinámicos y llenos de sentido.

Caída -de la Páloma- del T.V. Foto: Cristian Jiménez. 2011.
La alter-natividad—estética y política –vital. La vida afuera. La imagen afuera… La narrativa fática.

AYACUCHO


EN RECUERDO DE UNA CALLE

Darío Ruiz Gómez

En una memorable reflexión sobre la ciudad, “Todo lo sólido se desvanece en el aire”,  Marshal Berman recuerda a Moses el famoso urbanizador que hacia los años 50 estaba renovando a Nueva York con gigantescos proyectos urbanísticos utilizando la más avanzada tecnología hasta cuando Berman se da cuenta de que ese proyecto partía de arrasar lo construido y ahí caería su barrio, el Bronx, historias de niños que van al colegio, de vecinos, de jóvenes enamorados, historia personal frente a la Historia con mayúsculas que escriben los cronistas oficiales, palimpsesto de afectos frente a la inhumanidad de un zoning. ¿Qué hubiera sucedido si estos barrios hubieran desaparecido para dar paso a una ciudad sin memoria donde la vida es un vacío, una selva de símbolos?

Una gran novela como la Delillo, “Submundo” recoge bellamente la polifonía de voces y músicas de estos barrios.  ¿Dónde nació la cultura de la ciudad? Rescatar este mapa humano fue rescatar la historia de la familia, de los amigos muertos y vivos. Y demostrar que la vieja casa no ha desaparecido, ni el patio lleno de muchachitos bullosos, ni las escaleras donde los jubilados rememoran.

En la foto de una calle que ya no existe, quien rememora suele encontrar  una vida que sin haberla vivido le permite recuperar el hilo de una genealogía que le hacía falta, porque si la historia de los historiadores es una suma de archivos, una vieja foto nos permite encontrar a un amigo, a un amor que hubiéramos querido tener cuando ellos vivían. Mirarlos es preguntarnos sobre su destino. Un tranquilo hombre bien trajeado de los años 50 parece lejano al tranvía que pasa. Pensar la ciudad a través de imágenes como pedía Aldo Rossi es poderla reconstruir mentalmente en cada ocasión.

A veces, lo recuerdo, mi primo Gustavo se colaba al tranvía por la parte trasera mediante una pirueta que yo era incapaz de hacer. Al trote lo seguía por la acera, escuchando el rechinar de las ruedas y el chisporroteo de los cables eléctricos. Algún granuja desencajaba la pértiga y el tranvía se detenía. Colocaba la pértiga en su sitio el ofendido conductor y continuaba su marcha mientras mi primo sonreía acodado en la ventanilla y a mi me parecía de lo más natural seguirlo al trote a prudente distancia.

El tranvía de Ayacucho estaba enmarcado por villas de estilo italiano, arquitecturas de los años 50 y eso constituía una experiencia decisiva para un niño que descubría así la riqueza visual de la calle. Los guayacanes habían florecido y caminando sobre aquel inusitado tapiz de flores vislumbré la felicidad de pertenecer a una ciudad.  La reflexión de Berman parte del hecho de recordar ante un falso progreso, el verdadero significado de la modernidad: la calle y la vida, aquel “de qué tiempo es este lugar” de Lynch. “Es en las calles, en nuestras calles en donde debe estar la modernidad. El camino abierto debe conducir a la plaza pública”. La ceiba necesitó de casi un siglo  para referenciarnos este logro del tiempo y darle escala a la Plazuela y significado a los edificios de la Universidad. Miles de ciudades europeas han renovado sus agónicos centros históricos gracias a afortunadas intervenciones con vías y edificios modernos que al establecer el contraste han enriquecido lo antiguo con lo nuevo y nos han dado la medida de una nueva belleza, le han devuelto la ciudad a la tranquilidad, al peatón. Eso fue lo que hizo Norman Foster en Nimes. No se si habrá sensibilidad para hacerlo aquí.