La categoría de espacio como
consecuencia del ejercicio del consumismo y la distinción, y la manera como
éste se estructura a partir de su relación con los referentes de espacio
institucional y espacio público se sustentan en este artículo con una
distinción constitutiva: la pretensión de estructurar, a partir de una
eticidad, una estética del consumismo. Dicha distinción acerca los conceptos de
ética y estética con las sustancias valorativas de la producción del espacio,
por medio de la materialización de la ciudad. Se trata de mostrar que lo apto
para el mercado y el desperdicio del mercado son estructurantes del espacio, y
este a su vez es el teatro del fracaso. Además, hoy la sustancialidad del
individuo es un estructurante del espacio público, y dicha sustancialidad
alimenta la soledad del individuo que va contra la ficción espectacular en que
se convierte el espacio institucional.
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