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Cocina y comida

SonoGustoso. Episodio 2. Las azoteas y las guardianas de la tierra. ¡Podcast!

Hay espacios que desafían su propia definición. Las azoteas de Guapi además de patios traseros con huertas, son universos elevados sobre pilotes, jardines suspendidos donde florecen hierbas, frutos y saberes que sostienen la vida misma. Territorios de resistencia y organizaciones que parten del cilantro como tejido, donde cada planta cuenta una historia de autonomía, cada semilla es un acto político y cada cosecha alimenta el cuerpo y la memoria colectiva guapireña.

En el Pacífico colombiano, donde el agua gobierna los ritmos de vida, las azoteas se convierten en espacios estratégicos de soberanía alimentaria y autonomía organizativa. Son huertas que guardan historias, resistencias y soberanía alimentaria. Más que patios: son ecosistemas completos donde la tierra se cultiva en diálogo constante con el río, el mar y la selva.

No es casualidad que sean las mujeres quienes han transformado estos lugares en verdaderos laboratorios de soberanía alimentaria. Soraida Montaño, doña Teófila Betancurt y doña Marcelina Solís son apenas tres voces de un coro mucho más amplio de la Fundación Chiyangua. Ellas son las guardianas de este espacio, donde han tejido en cada semilla una herencia de comunidad y futuro.

Cuando recorres una azotea en Guapi, ves un sistema complejo de conocimientos transmitidos por generaciones: qué hierbas crecen juntas, cuáles necesitan más sombra, cómo aprovechar cada rincón según la luz del sol, qué especies medicinales deben estar siempre a mano, cuáles son las especias, ramas y aromáticas esenciales para la cocina tradicional.

Allí conviven la chiyangua para todas la preparaciones, el cimarrón para los caldos, el orégano para los guisos, el poleo para las digestiones difíciles, el limoncillo para las fiebres, la albahaca que perfuma el arroz. Pero también están los frutales: la papaya que madura al sol, el plátano que nunca falta, el chontaduro que marca las temporadas. Cada planta tiene su propósito, su momento, su lugar en el ecosistema doméstico.

Este conocimiento es resultado de años de observación, experimentación y diálogo con el territorio. Las guardianas saben leer los ciclos del río, anticipar las lluvias, entender cuándo el mar traerá brisa salada que puede afectar ciertos cultivos. Sus investigaciones en el día a día son tan valiosas como cualquier estudio académico, aunque raramente se reconozcan como tal.

Las azoteas representan algo fundamental que a menudo se invisibiliza: la autonomía económica y cultural de las mujeres. En un contexto donde los alimentos procesados llegan cada vez con más fuerza, donde las semillas transgénicas amenazan las variedades locales, donde la dependencia del mercado se impone como única opción, estas huertas elevadas que conocemos como Azoteas son espacios de libertad.

Doña Teófila lo sabe bien. Cada mañana revisa sus cultivos, cosecha lo necesario para el almuerzo, identifica qué necesita atención. No depende completamente del mercado para alimentar a su familia. Tiene control sobre lo que come, sobre lo que cocina, sobre lo que transmite. Eso es soberanía alimentaria en su expresión más pura y cotidiana.

Soraida Montaño, por su parte, ha convertido su azotea en un espacio de experimentación constante. Cuando ella abre las puertas de su mundo cotidiano, descubrimos que su trabajo diario es también investigación aplicada: prueba nuevas combinaciones, recupera semillas que estaban desapareciendo, intercambia conocimientos con otras mujeres del barrio. Sus azoteas son explotarios (laboratorios) de biodiversidad y memoria.


Hay que decirlo claramente: sembrar en las azoteas de Guapi es un acto de resistencia. Es resistir a la uniformización alimentaria, a la pérdida de conocimientos ancestrales, a la dependencia económica. Es decir "nosotras sabemos cómo alimentarnos, conocemos nuestro territorio, guardamos las semillas de nuestros ancestros y ancestras". Cada planta que crece en una azotea es un puente entre el pasado y el futuro.  La azotea es su aula, la farmacia, una despensa y su legado.

Lo más extraordinario de estas azoteas es que no existen en aislamiento. Están en diálogo permanente con el río, el mar y la selva. Las mujeres saben que el agua dulce que sube con las mareas nutre de cierta manera, que la brisa marina trae sal y minerales, que los pájaros que vienen de la selva traen semillas en sus patas y su plumaje.

Este entendimiento profundo del territorio hace que cada azotea sea única, adaptada a su microclima específico, a su relación particular con los elementos. No hay dos azoteas iguales porque cada una responde a las condiciones específicas de su ubicación, a los saberes particulares de quien la cuida, a la historia familiar que la habita.

Estos espacios sostienen la cocina tradicional de formas que apenas comenzamos a comprender. Sin las hierbas de las azoteas, muchos platos perderían su identidad. Sin el conocimiento de estas mujeres sobre ciclos, combinaciones y usos, se perdería un patrimonio inmaterial invaluable.

Este conocimiento profundo ha quedado plasmado en cartillas fundamentales para la preservación de estos saberes. "Las Azoteas un embrujo natural" documenta precisamente esa magia cotidiana: cómo estos espacios aparentemente simples contienen universos completos de biodiversidad, técnicas agrícolas adaptadas al territorio y sabiduría acumulada durante generaciones.

El título no es casual: hay algo de encantamiento en ver cómo la tierra produce en lo alto, suspendida entre el cielo y el agua, desafiando las lógicas convencionales de la agricultura. Es un embrujo natural tejido por manos de mujeres que conocen los secretos de hacer florecer la vida donde otros solo verían limitaciones.


Complementando este trabajo, "Las Azoteas: El sabor y el aroma de la cocina tradicional guapireña" establece el vínculo directo entre lo que crece en las azoteas y lo que llega a la mesa. Porque no se puede entender la cocina del Pacífico sin conocer de dónde vienen sus ingredientes, quién los cultiva y por qué ciertas hierbas son insustituibles en determinados platos.

Estas cartillas son registros, documentos y herramientas de preservación (transmisión del patrimonio cultural inmaterial) y resistencia cultural, materiales etnoeducativos que permiten que el conocimiento de las guardianas llegue a nuevas generaciones de forma organizada, sin perder su esencia oral y práctica.

Las azoteas son archivos vivos de biodiversidad, bancos genéticos comunitarios y formas alternativas de organización y resistencia, donde se preservan variedades adaptadas a las condiciones específicas del territorio. Son espacios de investigación empírica donde las mujeres, sin laboratorios ni títulos académicos, realizan trabajo científico de primer nivel todos los días.

Pero quizá lo más hermoso de las azoteas es su dimensión comunitaria. Las semillas se intercambian entre vecinas, los esquejes viajan de casa en casa, los consejos se comparten en las tardes, las cosechas se regalan cuando abundan. Las azoteas tejen redes invisibles pero sólidas de apoyo mutuo, solidaridad y cooperación.

Cuando Soraida, Teófila y  Marcelina abren las puertas de su mundo cotidiano, nos están mostrando un modelo de vida donde la autonomía es posible, donde el conocimiento ancestral tiene valor, donde las mujeres y las plantas son protagonistas fundamentales de la sostenibilidad.

Cocina y comida

SonoGustoso. Episodio 1. Guapi sabe a tradición. ¡Podcast!


Cocinar es más que mezclar ingredientes. Cada plato que sale del fogón lleva consigo memorias, bienestar y dignidad. Con este proyecto queremos entender cómo la cocina construye identidad, cómo resiste, cómo cuenta historias que ningún libro de historia oficial te va a contar. Y Guapi nos abrió sus puertas. Mejor dicho, sus fogones. Las mujeres nos enseñaron a escuchar.

Nuestro primer episodio —"Guapi sabe a tradición. Donde la cocina es memoria y el río cuenta historias"— nace de los encuentros con las mujeres de la Fundación Chiyangua. Ellas son las guardianas de la tradición culinaria del Pacífico, sabedoras que mantienen viva la memoria entre mareas, manglares y un río que no deja de contar historias.

Nos contaron algo que nos voló la cabeza: las sabedoras de las comunidades anunciaron que esta Fundación nace en los años noventa, en una azotea llena de hierbas medicinales, aromáticas y de condimento. Y que cada comunidad tendría su réplica como símbolo de organización colectiva, identidad y patrimonio cultural.

Una azotea como acto fundacional. Plantas que curan, sazonan y conectan. Eso es Guapi: donde lo sagrado y lo cotidiano se cocinan juntos. 

Aquí nos adentramos en: 
  • Fogones que son espacios de resistencia: cada receta tradicional es un acto político, una forma de decir "aquí estamos, esto somos".
  • Saberes ancestrales transmitidos entre mujeres: de abuela a nieta, de fogón a fogón, con las manos en la masa y el corazón en el territorio.
  • La conexión profunda entre palabra, música y alimento: porque en Guapi no se cocina en silencio; se cocina con décimas, arrullos y la cadencia del Pacífico.
  • Patrimonio vivo que respira: no hablamos de folclor embalsamado, sino de tradiciones que se adaptan, evolucionan y se reinventan sin perder su esencia.

¿Para quién hicimos esto? Para ustedes, que:
  • Les apasiona la gastronomía como fenómeno cultural (y no solo como tendencia instagrameable).
  • Quieren entender cómo la comida construye identidad y comunidad.
  • Buscan voces auténticas, sin filtros del mainstream gastronómico.
  • Estudian antropología, cocina, estudios culturales, historia... o simplemente son curiosos insaciables.
  • Creen que la cocina puede ser un acto de resistencia y memoria.
Entre los testimonios que grabamos, descubrimos referencias al libro "Cantando historias. Entre versos y coplas", ese compendio donde la oralidad del Pacífico se hizo texto como proceso de memoria y duelo colectivo. Porque en Guapi, contar, cantar y cocinar son formas del mismo arte de preservar lo que nos hace humanos.

Este podcast es para escucharlo con atención, preferiblemente con los ojos cerrados, dejando que las voces de estas mujeres te transporten a ese territorio donde el mar y el río se encuentran, donde la selva abraza las casas y donde cada plato es un manifiesto, un canto a la vida.

Cocina y comida

 Saberes y sabores del Pacífico: Memorias culinarias y sonoras de Guapi

Hay proyectos que trascienden el papel y se convierten en actos de resistencia cultural. SonoGustoso, saberes, sazones y sabores de Guapi en el Pacífico colombiano es uno de ellos: una iniciativa que busca rescatar, documentar y celebrar la cocina tradicional de Guapi, Cauca, a través de las voces que realmente importan: las de las mujeres, los abuelos y las abuelas que han guardado estos conocimientos como tesoros vivos durante generaciones.

A través de las historias, las recetas y los cantos, este docupodcast es un ejercicio de memoria colectiva donde los sonidos del ambiente y el hacer cobran protagonismo: el golpe del pilón machacando el plátano, las golpes y maniobras de las manos que organizan la azotea, el chisporroteo del aceite al recibir el pescado fresco, las conversaciones en las cocinas de humo, la lluvia que suena en los tejados, el ritmo del mar que marca los tiempos de la piangua. Cada sonido cuenta una historia, cada técnica es un saber ancestral transmitiendo vivo.

La propuesta es necesaria: mapear la diversidad biocultural de Guapi desde sus fogones, reconociendo que la cocina no es solo alimentación, sino identidad, autonomía, territorio y resistencia. Es entender que cuando una abuela enseña a preparar el encocado, los aborrajados u otro plato, no solo transmite una receta: transmite una cosmovisión, una relación con el manglar, con el río, con la selva y con la comunidad.

 

Los pilares del proyecto

1. Documentar para avivar y convocar

El primer objetivo es claro: rescatar los saberes culinarios que han sobrevivido gracias a la oralidad. En un mundo donde todo se escribe y se digitaliza, estas tradiciones han resistido en la memoria de las cocineras tradicionales, las piangueras y las ancianas de Guapi, lideresas de la Fundación Chiyangua.

A través de entrevistas profundas, se recopilan historias de vida, recetas de algunos platos, las técnicas que requieren años de práctica, los secretos que solo se aprenden observando. Todo esto se convertirá en los cinco capítulos en un repositorio sonoro, disponible para investigadores, cocineros, estudiantes y, sobre todo, para las futuras generaciones que merecen conocer de dónde vienen.

2. Darle valor a los oficios y saberes

Hay una intención política en este proyecto: visibilizar saberes y oficios que históricamente han sido menospreciados o poco visibilizados. Las matronas cocineras guapireñas, muchas de ellas piangueras, todas mujeres que se internan en los manglares en condiciones extremas, son expertas ecológicas, magas del cuidado y el bienestar, y conocedoras profundas de los ciclos de la naturaleza. Las cocineras tradicionales son científicas empíricas, custodias de técnicas milenarias de conservación, fermentación y transformación de alimentos.

Este proyecto les da voz, les da espacio, les reconoce su lugar fundamental en los patrimonios culturales inmateriales del Pacífico colombiano asociados como la partería, las músicas de marimba, los bailes y cantos tradicionales.

3. Promover las identidades afro desde lo local hacia el mundo

La tercera pata del proyecto es la difusión. Se crea un seriado de cinco episodios temáticos que exploran diferentes dimensiones de la cocina guapireña: ingredientes locales únicos, platos emblemáticos, la comida en la vida cotidiana y en las festividades. Cada episodio es una ventana a un universo cultural afrocolombiano.

El sueño es ambicioso: posicionar la riqueza culinaria de Guapi como parte fundamental del patrimonio cultural inmaterial del Pacífico colombiano. Porque cuando reconocemos nuestros saberes, sazones y sabores y el mundo conoce y valora estas tradiciones, se generan condiciones para su preservación, emprendimiento y continuidad.

Un legado que se escucha


SonoGustoso es, en esencia, un proyecto de memorias y justicia cultural. Es reconocer que en cada plato de papachina, en cada plato con las hierbas de la azotea, en cada viche de mariscos, hay siglos de conocimiento acumulado, de adaptación al territorio, de creatividad en contextos de escasez y de celebración comunitaria.

Es entender que la cocina del Pacífico es patrimonio inmaterial, territorio sonoro, biocultural y afectivo. Y que preservarla es una forma de decir: aquí estamos, así vivimos, esto somos y lo compartimos, se los legamos. 

Porque mientras haya una abuela enseñando a preparar un alimento y a hacer la azotea,, mientras suene el pilón en las madrugadas y las piangueras conozcan los secretos del manglar, Guapi seguirá viva en cada bocado, en cada historia, en cada sabor que suena y cuenta un territorio de selva, río y mar.

Minga de saberes y pensamiento

Cartografía cultural de organizaciones, rutas y galerías de graffiti y arte urbano en Medellín

En este artículo se explora la acción de cartografiar los colectivos, la rutas y la producción de arte visual en la ciudad de Medellín, bajo la premisa de que el territorio que recorremos y vivimos es conocimiento práctico y guarda las relaciones socio-espaciales del graffiti como acción, conquista, fenómeno, movimiento, vanguardia, manifestación, respuesta y sentimiento. Así que, al cartografiar el graffiti, se rescatan las rutas como trayectos y construcción de relatos de ciudad, desde otras visiones y narrativas a las que cuentan las oficiales o los operadores tradicionales de turismo.


Si quieres conocer toda el libro, ingresa a https://hdl.handle.net/20.500.12313/4209