Entender el mundo en que vivimos significa comprender la
diferencia que puede existir entre la política como despotismo burocrático o,
lo político como potencia creadora. Reflexionar sobre Mayo del 68, nos permite
analizar el mundo en que vivimos: las luchas posibles, las transformaciones
heredadas y los olvidos provocados. Las manifestaciones estudiantiles, la
solidaridad obrera, la primavera de Praga, la ofensiva del Tet en la guerra de
Vietnam, la matanza de estudiantes en Ciudad de México, el nacimiento del
movimiento de liberación femenina, el asesinato de Marthin Luther King y el de
Boby Kennedy, y tantos otros acontecimientos que hacen del 68, un punto
de referencia histórico para comprender lo que somos y lo que podemos.
Hoy en
día, la situación neoliberal produce la preeminencia del homo economicus
como sujeto referencial totalizante. Frente a la adopción de políticas
neocapitalistas e individualizantes, mayo del 68 nos permite pensar que
lo político puede ser transformado por diferentes formas de ser y actuar
frente al dinero, los afectos, las políticas locales, la ciudad, el barrio, los
amigos, los otros, en beneficio de la concepción de la subjetividad como un
trabajo de producción permanente de un sujeto que resiste, que crea formas de
vida para recrear su vida y la de muchos. Resistir es encontrar el tiempo, el
impulso y la pasión por transformar las condiciones biopolíticas de una modernidad
normativa en otras condiciones biopolíticas, las de las prácticas de libertad,
las de lo eticopolítico situado y específico, las de una hermenéutica que
permite entender las condiciones de vida para vivir sin esas condiciones, es
decir, creando aquellas que permitan hacer de la vida algo que
queramos y que amemos, con la fuerza que nos cuidamos a sí mismos y a los
demás.
Con todo, mayo del 68, no es una herencia lejana sino, más bien, la
posibilidad cercana de pensar que los impases y las dificultades existenciales
de hoy, vuelven a ser un desafío para activar lo político como la
potencia creadora que nos une y nos moviliza.
Alberto Castrillón
Medellín, abril de 2018.