Tocadora de tímpano. La autómata de Maria Antonieta. |
¿De dónde
viene eso de que tenemos necesidad de pensar por oposiciones bipolares? Algunos,
a partir de Platón y Aristóteles, pretenden que eso procede de la oposición
entre la izquierda y la derecha[1]; otros dirán que es la
diferencia de los sexos la que comanda el binarismo de nuestro pensamiento. La
figura de Cyborg tiene el interés de proponer un enfoque neodialéctico de las
dicotomías. El propio término “cyborg” es una palabra-valija, compuesta de dos
partes: cibernética y orgánico, irreconciliables, imposibles de fusionar, y sin
embargo irrevocablemente asociadas la una con la otra, en una unidad coja.
Se considera a menudo a un individuo viviente con
un estimulador cardíaco o con una bomba de insulina como “Cyborg”. El
dispositivo le permite vivir acallando su dolor o paliando sus insuficiencias
del organismo. Pero al mismo tiempo, la inserción de la máquina en el cuerpo
marca una intrusión por medio de la cual el cuerpo es como anexado a un régimen
de regulación que lo rebasa; parece renunciar a una parte de su autonomía para
entrar en un régimen de dependencia de la técnica.
Repensar Cybor en Organorg, es decir que los
humanos han integrado desde hace tiempos técnicas en ellos, en sus gafas, en
sus vestidos, en sus palabras, que nunca han sido naturales, en bruto, que
nunca han estado por fuera de la técnica. En suma, que Cyborg no es un objeto
futurista; que el compuesto de organismo y de máquina, o también de humano y de
técnico existe ya.
Intergalactic Pin-Ups who fulfill Sci-Fi fantasies |
Dicho de otro modo, la maldición de Ícaro ha sido
levantada[2], la
violación infligida a RoboCop fue alejada[3],
y la angustia ligada a la intrusión del Bioport se ha desvanecido[4]. Una vez sus
contornos han sido rediseñados (o debilitados) ya Cyborg sólo es en Organorg
sólo un nuevo nombre para designar la instrumentación o el recurso a las
herramientas, teniendo como cláusula adicional un cierto tipo de inserción de
la herramienta en el organismo, no por un injerto sino por una composición
individuada.
Organorg es
el resultado de una larga tradición de instrumentos y de toda una cultura de
objetos que podemos reinterpretar como medios de mejorar sus actuaciones y de
completar sus facultades. Organorg (organismo con instrumentos exteriores
integrados) aparece ciertamente como un nuevo compuesto fuertemente
individuado, pero este individuo nuevo se encuentra provisto de un conjunto de
dispositivos (los cinco sentidos orgánicos o diferentes instrumentos
perceptivos que le proveen diversos datos de los que podría hacer uso: visión
infrarroja, percepción ultrasonido, etc.) que contribuyen todos a su
conservación como individuo. El individuo exige, para realizar su objetivo
(sobrevivir) que se opere un triaje normativo en su medio, una valorización de
su entorno.
Entonces
¿hasta dónde se puede mantener la distinción Cyborg/Organorg? Como ocurre con
toda pareja, la distinción se mantiene y al mismo tiempo se marchita. Si se los
quiere acercar, habremos de recordar que Cyborg (tal como lo concibieron
Clynes/Kline) tiene pretensiones extremadamente modestas. Si les creemos, es un
simple dispositivo que no modifica lo humano más allá de lo que lo haría leer
un libro o conducir una bicicleta. En particular, la identidad sexual de Cyborg
no está alterada: él-la sigue siendo hombre o mujer. Sin embargo, forzoso es
constatar que pasando del laboratorio experimental a la filosofía y a la
ficción, Cyborg ha escapado de alguna manera de sus creadores; necesariamente,
las creaturas se ensalvajan.
Pienso pues que lo biológico y lo político
deben ser desconectados. Sostengo incluso que el sexo debe
desaparecer de nuestras cédulas de ciudadanía, o de nuestra inscripción a la
seguridad social, como marcador de identidades en los documentos
administrativos. No comprendo por qué se me pregunta que precise si
soy un hombre o una mujer en el momento de tomar un avión. Pues en
este punto pienso que la sociedad es todavía demasiado fijada en la idea de
identidades estables que hay que preservar, mientras que una sociedad democrática
debe permitir que se expresen toda suerte de identidades y de historias
individuales. Y para eso, no tiene por qué reglamentar y regimentar
los sexos de las personas, apoyándose en ninguna base natural.
El libro
de Thierry
Hoquet es una consagración a la figura socrática de Cyborg para
cuestionar las dicotomías que recorren hasta nuestros días la tradición
filosófica. La que nos interesa en la actualidad es la del femenino y del
masculino, y la manera como ella funciona como apropiación de la cultura por
parte de lo masculino.
Para conocer la traducción realizada
por Luis Alfonso Paláu C del segundo capítulo, Cyborg y organología general puedes descargarlo haciendo clic aquí.
Para conocer la traducción por Luis
Alfonso Paláu C de la entrevista que le hicieron en Cahiers
philosophiques, puedes descargarla haciendo clic aquí.
[1] T. Hoquet, op. cit., § 12.3. < 12.3 A/simetrías “¿De dónde viene el dos?” pregunta
Cyborg. “Todo el cuerpo está trabajado
por un principio de simetría”, responden los Amigos de lo Dual; de esta manera,
izquierda/derecha estaría en el origen de todas las parejas. La dicotomía nacería de la
bilateralidad. Platón observa: se divide
por dos, como existe el miembro derecho y el miembro izquierdo, y uno se deja
guiar por esta duplicidad orgánica (Fedro, 265 e – 266 a). Y Aristóteles observa: “el hombre tiene dos
partes superiores e inferiores, anteriores y posteriores, izquierdas y
derechas”; ahora bien, sólo estas últimas dan impresión de simetría. ¿Por qué pues –se pregunta Cyborg– concederle
ese privilegio a izquierda/derecha? Y
sobre todo ¿por qué el propio Aristóteles, tan pronto haber escrito: “las
derechas y las izquierdas son casi semejantes en sus partes e idénticas en
todas las cosas” viene a añadir: “pero las izquierdas son más débiles que las
derechas”? (Aristóteles, Historia de los animales, I, 15) Cyborg gruñe:
Aristóteles revela pues que la simetría es un mamarracho, porque siempre hay un
lado más grueso o más pequeño que el otro.
Los Amigos de lo Dual están en aprietos.
Pues ¿por qué diablos tachar a la izquierda de imbecilidad? ¿Por qué uno de los lados es siempre
proscrito, maldito, destinado al oprobio?
Si en todo esto sólo se trata de suponerle una simetría al cuerpo, ¿para
qué introducir la asimetría si solo se la va a degradar, a desvalorizar? Cyborg parte encolerizado. La pretendida simetría del cuerpo no explica
nada. Pero no por ello deja de ser temiblemente contagiosa. Contagio o
desbordamiento, cuando Lord Verulamio, habiéndole asignado dos manos a la
naturaleza para que ella opere, las llama lo caliente y lo frío (F. Bacon,
Sylva Sylvarum, I, 68); contagio aún en Newton, que para concluir su Tratado de
Óptica, entabla un paralelo entre la uniformidad de los movimientos del sistema
planetario, tan maravillosa que ella es necesariamente el “efecto de una
voluntad e inteligencia”, y “una uniformidad de los cuerpos de los animales,
quienes poseen generalmente un lado izquierdo y derecho semejantemente formados”
(Alfaguara, 1977, p. 347)>
[2] < “2.8. Ícaro. Cyborg sabe que su ensamblaje es
necesariamente inestable y que él parece marcado con el sello de una maldición:
la del imposible injerto de la técnica sobre el organismo, del órgano adquirido
sobre el órgano nativo. Por una parte,
lo adquirido perpetuamente se desprende de lo nacido; por otra parte, lo nativo
se degrada y se muere, aunque el final lo adquirido termine por ser inútil y
obsoleto. Es esta labilidad de
Cyborg-ensamblaje a la que a veces se le da el nombre de Ícaro. A veces se opone Ícaro a los optimistas
ensalzadores de Dédalo. Ícaro significa
entonces el castigo de la falta moral, el precio que debe pagar quien cae en el
exceso (hybris), en el orgullo que desafía a los dioses. Cyborg reconoce que Ícaro es un
despilfarrador, un calavera acróbata e imprudente, el loco del stunt , el Rémy Julienne de la filosofía. Pero Ícaro significa también la gracia, el
gesto magnífico que se autoriza de ir a ver hasta dónde puede elevar su stuff,
antes de que este se fije o se funda.
Ciertamente Dédalo ha llegado a buen puerto; pero ¿es realmente
envidiable su suerte? La locura y la
gracia de Ícaro nos enseñarán quizás a imaginar un Cyborg feliz”. Aquí mismo, infra p. 157 >
[3] < “2.9. RoboCop o la competencia de los
stuffs. RoboCop es un acoplamiento sobre
lo que queda de un stuff humano en jirones.
RoboCop es Cyborg en la carnicería, la amputación del stuff nativo; es
Mambrú se va a la guerra en la época cibernética, un cuerpo-tronco que aún
palpita del que se apoderan una medicina carnicera y un capitalismo depredador
para transformarlo en producto y en eslogan publicitario; el “super-tombo” de
“nueva generación”. RoboCop interroga la
equivalencia mecánico/viviente, la integridad del individuo y el respeto de su
stuff. La mutilación es crucifixión; los
torturadores tiran primero de la mano derecha, le infligen los estigmas. Una vez amputados los miembros nativos, los
instrumentos de acero funcionan como un stuff de reemplazo, una prótesis; pero
el cirujano decide también amputar el segundo brazo del cuerpo-cadáver de
Murphy, que todavía funcionaba; aquí la prótesis se vuelve sustituto, con el
fin de producir un policía más resistente y más performativo. Los órganos adquiridos ¿mas que ser un
complemento de los nativos, serán su posible mejoramiento (enhancement)? Si seguimos este linaje, llegaremos a las
piernas en láminas de carbono de Oscar Pistorius, tan rápidas que todos quieren
las mismas; y a las hipótesis de Hans Moravec sobre la posibilidad de
telecargar, de programar un espíritu en una máquina, para hacerlo
inmortal”. Aquí mismo, infra, pp.
157-158 >
[4] < “2.12.
Allegra Geller o el imposible bioport.
Cyborg se detuvo mucho tiempo ante esta frontera; ¿cómo conectar lo
orgánico con lo electrónico, el carbono con el silicio? El cerebro es un medio acuoso o húmedo cuya
comunicación funciona por la circulación de iones; el chip de silicio es un
dominio regido por una circulación electrónica.
Entre los dos sistemas, no hay verdadera comunicación o cableado real
posible. En el mejor de los casos, se
podría pues meterlos en contacto separándolos por una finísima capa, para
permitirle al chip que mida la actividad eléctrica de la célula, espie lo que
pasa, sus transistores captan señales.
¿Cómo asegurar el cableado o la conexión, interfaz, pasar de una
inteligencia aislada a una inteligencia distribuida, o de una mónada a un
enjambre zumbador? En eXistenZ, los
juegos están directamente conectados en el stuff de la que juega. Para hacerlo debe pues estar provista de un
“bioport”, la toma o el canal donde se inserta un cordón de apariencia
umbilical y llamado “ombicuerda”, que liga su organismo a una consola
video-orgánica llamado “biopodo”. Aquí
mismo, infra, p. 160>.