POR LA REDACCIÓN (20 DE MARZO DE
2012)
¿Estáis fatigados por las frasecitas, por los análisis políticos y
mediáticos incapaces de proyectarse más allá del próximo sondeo? ¡Basta!,
compartiendo con Soldes, la revista
“pop e intelli”, os propone una entrevista-río con el filósofo Bernard
Stiegler. Discípulo de Derrida, dirige el
Institut de recherche et d’innovation y co-fundó la asociación ArsIndustrialis.
Frente a la dominación del marketing y a la hegemonía del capitalismo
financiero, que hacen retroceder a nuestras sociedades, es urgente, para
Stiegler, cambiar de modelo: pasar de una sociedad del consumo a una economía
de la contribución, que tuviera como pilar la revolución digital.
¿Se puede salir de la era industrial?
Tengo la profunda convicción que lo que se
llama humano es la vida tecnizada. La
forma de vida que pasa por la técnica, ya sea del silex tallado o del silicio, organizada
como hoy por un microprocesador o por otra cosa. En todos los casos, tenemos que vérnosla con
la forma técnica. La individuación
psíquica, es decir la manera de devenir lo que soy, la individuación colectiva,
la manera cómo se transforma la sociedad en la que vivo, y la individuación
técnica, la manera cómo los objetos técnicos se transforman, son
inseparables. Un hombre que vive en un
planeta donde hay un millón de individuos no es el mismo hombre que el que vive
en una sociedad de siete mil millones de individuos. Siete mil, ¡es decir: siete mil veces
más! Son factores colosales.
Cuando se aprehenden las cuestiones en su
globalidad, es inconcebible hacer frente a este empuje demográfico con medios
no industriales. No es posible. La cuestión no es salir del mundo industrial,
porque eso es pura paja. Las personas
que dicen eso ¡son irresponsables! La
cuestión es inventar otra sociedad industrial, al servicio de la humanidad y no
del capital. Mucha gente ha soñado con
eso. Se los llamaba comunistas. Marx fue el primer filósofo en decir que el
hombre es un ser técnico. Pero Marx y el
marxismo, ¡es muy diferente! Es
necesario repensar en profundidad, primero: qué es la técnica para el ser humano;
segundo: su socialización; y tercero: el proyecto económico político que debe
acompañar la industrialización. El
problema no es la industria, sino la manera como se la administra. Ella está bajo la hegemonía del capitalismo
financiero.
¿De dónde viene esa
hegemonía del capitalismo financiero?
En 1977, en el momento del movimiento punk, fue
el momento en que se armó una catástrofe anunciada. La derecha radical piensa: es preciso
reemplazar el Estado por el marketing. En 1979, llegan
Thatcher, luego Reagan, en Gran-Bretaña y en los Estados-Unidos, los
conservadores sacan las consecuencias de lo que se llama la des-industrialización. La enorme RCA (Radio Corporation of America) es
vuelta a comprar por un mendrugo, por Thomson, la electrónica se va a Japón,
Thatcher comprendió que la gran potencia de la Commonwealthllegaba a su fin.
Por tanto, para paliar el desastre de la potencia industrial, se lanzan los dos
a la especulación financiera. Todo ese
sistema que se derrumbó en 2008 fue puesto en funcionamiento en esa época, es
la escuela de Chicago. Lo desarreglaron
todo, las potencias públicas, el sistema social, y de manera sistemática. Todo
los van a golpear. La consecuencia de
todo esto es la destrucción de los saberes y una nueva proletarización generalizada.
¿Cómo se opera esta destrucción de los saberes?
Las
instituciones familiares, la educación, la escuela, los sistemas de cuidado, la
seguridad social, los partidos políticos, los cuerpos intermediarios; todas las
herramientas del saber fueron sistemáticamente destruidas, las habilidades (los
oficios, las técnicas), el saber vivir (el comportamiento social, el sentido
común), el saber pensar (la teorización de nuestras experiencias). Los lugares donde se desarrollaba eso que los
griegos y los romanos llamaban la schola. Todo eso cedió frente al gusto por la satisfacción inmediata, por la
pulsión infantil egoísta y antisocial.
Mientras que el deseo es el punto de partida de una catexización social.
Hoy, 180 millones de chinos están deprimidos y por todas partes las
gentes son depresivas. Es grave, ya
nadie pilotea, el avión está volando solo.
No estamos aún en el apocalipsis, estamos en un “tono apocalíptico” que
todo el mundo percibe. En las calles de
París, en el cafecito del frente donde Ud. discute con la gente, hay de todas
las nacionalidades y todos están de acuerdo en que todo esto va mal y que nadie
ve cómo salir de esto. La organización
de la destrucción de todo esto es el marketing. Es la punta de lanza programada
desde 1979 por los economistas liberales de la escuela de Chicago.
¿El marketing que triunfa…?
Lo
que se pone en funcionamiento en los años 1950, con el desarrollo de los mass-media, es el proyecto de Edward Bernays, el sobrino de Sigmund Freud. Edward Bernays,
conceptuador del "publicrelation", estaba convencido de que para
hacer adoptar ideas o productos por parte de los individuos, era preciso
dirigirse a su inconsciente y no a su conciencia. Su idea era hacer consumir a los
norteamericanos cada vez más desviando sus deseos, cortocircuitando sus
pulsiones. Sobre la base de una teoría
freudiana, Bernays construye una estrategia de desarrollo del capitalismo que
permite captar, controlar, canalizar a cada individuo y orientarlo hacia los
objetos de la inversión económica, los objetos de consumo.
El objetivo es tomar el poder sobre el psiquismo del individuo con el
fin de llevarlo a un comportamiento pulsional.
Esta captación es evidentemente destructora. Se canaliza el deseo hacia medios
industriales y para hacerlo se está obligado a cortocircuitar la energía
libidinal y todo su dispositivo, porque la energía libidinal es producida en un
segundo rango, no es una energía primaria, las energías primarias son las
pulsiones. Esto es lo que nos acerca a
los animales. Todos estamos habitados
por pulsiones y podemos comportarnos como bestias. Somos testigos de una regresión de las masas,
que no es una regresión de las masas políticas sino una regresión de las masas
de consumidores. El marketing es una de
las grandes causes de desafección del público por el progreso. Le marketing es
responsable de la destrucción progresiva de todos los aparatos de
transformación de la pulsión en libido.
¿Cómo contener esta regresión, no permanecer en nuestras pulsiones de
consumidores?
Herbert Marcuse pronunció un discurso
importante en 1953 sobre el proceso de desublimación. En aquella época, hacía seis años que
funcionaba la televisión, y él ve ya cómo se va realizar el proceso. En 2011, se observa con una consciencia
planetaria ese proceso de desublimación predicho por Marcuse hace más de
cincuenta años. Muchos son del parecer
de que la sublimación es un caso un tanto excepcional de la libido. En un texto preciso, Freud dice: « La libido, es la sublimación. » Es decir que de cerca o de lejos no hay libido sin idealización
del objeto de ella. No hay idealización
sin sublimación. Si amo un artista o si
estoy listo a liberar mi país, se trata del mismo proceso. Tras esto está lo sagrado. Se hablaba de esto corrientemente
antaño. Marcuse lanza la hipótesis de
que no hay posibilidad de lazo social sin un proceso de ese tipo, sin
idealización.
¿Se puede reencontrar el
gusto por la sublimación, por la idealización?
Es necesario aprovechar esta toma de
consciencia para invertir el proceso, para transformar el pánico en una nueva
catexis. La nueva lucha comenzó en el
norte de África. Aprendamos a hacer la
terapéutica. Se trata de reconstruir
progresivamente los saberes y los sabores.
Es el trabajo del artista, es la creación y la técnica. El artista debe ser un técnico. Lo que hacéis es muy importante. Incluso si el arte conceptual parece haber
borrado toda la tecnicidad del arte. Lo
conceptual es también técnico. En tanto
que fabricante de conceptos, me considero un artesano. Le puedo decir que mis conceptos, yo los
fabrico (Bernard Stiegler pone sus dos manos en torno y luego las mueve
imitando la fabricación de una pieza).
Tengo un banco de artesano, necesito un torno para apretarlos bien, así
pasa con la materia. Es una tecnología
material. Soy un ser manual.
¿Quiénes son esos
artesanos terapeutas de nuestras sociedades en regresión?
Yo cuento medianamente con el mundo económico
y el mundo político. Cuando digo
“debemos”, cuento más bien con los científicos, los artistas, los filósofos, y
todos en el sentido amplio: los profes, los juristas, los psicólogos, los que
cuidan las personas, todos los que se preocupan por el mundo. Todos tenemos necesidad de abrir una
discusión con la vida porque ya nada se hará sin una voluntad independiente de
los poderes. Hoy, es evidente que la
utilización de las redes digitales es fundamental porque son nuevos sistemas de
escritura y de publicación. Vivimos la
emergencia de una nueva politeia
planetaria: nuevo tiempo, nuevo espacio, que se dicen en latín res publica, la cosa pública; en griego,
politeia. Un retorno a los orígenes de la democracia.
¿Con Internet y las nuevas tecnologías de la información como
herramientas?
La web es la era industrial de la
escritura. Lo digital es escritura. Una escritura hecha con la asistencia de
autómatas, de motores de búsqueda, de servidores, de computadores, que se
propaga a la velocidad de la luz, es evidentemente técnica, y de dimensión
industrial pues supone infraestructuras de tipo Google. Tomemos tres millones de servidores, tres por
ciento del consumo eléctrico de los EE. UU.
Es una industria de dimensión mundial que permite desarrollar toda
suerte de cosas extremadamente interesantes.
La revolución digital crea una situación nueva en el plano económico y
político, y es acá donde Marx vuelve a ser interesante, pues él no piensa la
política sin la economía y recíprocamente.
Pensamos, en ArsIndustrialis[2], que esto hace posible la emergencia de un nuevo modelo industrial. La
evolución humana es indisociable de la evolución técnica.
¿Puede la técnica también provocar regresiones…?
Pensemos
una farmacología general en la que la técnica es un remedio (un factor de
progreso) si contribuye a intensificar las posibilidades de evolución de los
individuos psíquicos y sociales, y un veneno (un factor de regresión) cuando
conduce a cortocircuitar a esos mismos individuos. Luego del protocapitalismo que describe Marx,
después del capitalismo consumista que describe Marcuse, existe ahora un tercer
modelo industrial que emerge luego de la crisis de 2008. Y no sé si seguirá siendo capitalista mucho
tiempo, le diré que me importa un rábano.
Microsoft divulgó sus códigos fuentes porque terminó por comprender que
la dinámica de los programas libres es mucho más fuerte que la de los
propietarios. Un reporte de la comisión
europea prevé que en 2014 el programa libre será mayoritario. Hoy, una multitud de dominios se establecen
sobre el modelo libre (Linux, Wikipedia…).
Es lo que llamamos la economía de la contribución. Es una reconquista del saber, una
desproletarización. Grandes movimientos
fundamentales se están acomodando, y es indispensable que nosotros, terapeutas,
acompañemos, teoricemos, critiquemos con ¡alegría, coraje y modestia!
¿Qué es esta economía de
contribución?
La
economía contributiva existe ya; es ya extremadamente próspera y se impondrá
porque sólo ella es racional. Una
política industrial contributiva está a punto de romper con el modelo
consumista. Se desarrolla en el dominio
de la programación computacional, que está actualmente jalonado por el modelo
contributivo. Todas las grandes cajas
como Google reposan sobre esta cultura.
Y esto es lo que está a punto de inventar el porvenir. Pensamos que estos modelos son expansibles a
muchos sectores. Comprendido el de la
construcción del mundo energético.
El problema no es pasar del
petróleo a la nuclear, o de la nuclear a las energías renovables. La cuestión fundamental es crear redes,
“smartgrids” (redes inteligentes) contributivas. Allí hay sol, vamos a bajar las persianas,
eso va a producir calor que vamos a canalizar y poner en común en los
servidores de energía. Mucho mundo
trabaja ya sobre esto. Conozco dos
arquitectos de la escuela politécnica de Zurich, una de las mejores escuelas
científicas del mundo, que sostienen que lo fotovoltaico es suficiente por
entero para satisfacer las necesidades energéticas. Pero esto no se ha desarrollado porque es
contrario a los intereses de los especuladores.
Pienso que se requiere volver a lanzar una crítica de la economía
política que reposa en la sublimación, y hace que las gentes se impliquen en
proyectos contributivos. En economía,
los hay cada vez más. Como
Wikipedia. Es inaudita. Siete personas hacen marchar Wikipedia,
noventa y tres asalariados. Asalariados
al servicio de centenares de miles de contribuyentes (entre los que me cuento)
y millones de internautas en el mundo.
Contribuyen por amor a hacer algo bien.
Y lo bien que hacen produce mucho valor económico. Wikipedia produce una utilidad social
enorme. Y se necesita encontrar los
medios de ¡valorizarla económicamente sin monetarizarla! Pues sino, se volverá un business, et los
accionistas entran…
¿Qué papel le corresponde a las nuevas generaciones?
Este es el problema más
urgente, el más fundamental; se necesita mostrarle a las jóvenes generaciones
este reciclaje posible. Con ellos, uno
puede volverse más inteligente. La
inteligencia no es una competencia mental o neurológica, es una competencia
social. Es necesario reconstruir una
inteligencia intergeneracional, y esto pasa por la técnica porque hoy, lo que
constituye a las generaciones, son las mutaciones tecnológicas. Luego del analognative,
a la que pertenezco (los hijos del cine y de la tele), tenemos los hijos de la
Net, que inventan montones de cosas. Es
urgente hacer la crítica de las generaciones sucesivas, los analognatives, también los litteratenatives, y los printnatives; Lutero era nativo de la
imprenta, Sócrates lo era de la letra.
La técnica es fundamental en la construcción de lo
intergeneracional. Dicho de otro modo:
de lo que conecta lo inconsciente con la conciencia.
Cuando hablaba hace un rato de las nuevas tecnologías, lo tomaba en el
sentido kantiano. Kant es la crítica de
la consciencia. Quiero que se haga una
crítica del inconsciente. Quiero también
dejar que se exprese una crítica que viene del inconsciente. Y este es el problema del 68. No haber sabido pensar una crítica del
inconsciente. Hacerla es urgente. Freud decía de sí mismo que él era un gran
racionalista. Repensemos la crítica de
las Luces a partir de la cuestión del inconsciente. Los únicos que la han hecho son los
capitalistas, las gentes del marketing, que soncada vez más aguerridos en estas
cuestiones. Han sacado un máximo de
ello, han hecho de ello verdaderos instrumentos de dominación.
¿Y esta economía de la contribución pasa por la educación?
En ArsIndustrialis
decimos que el modelo americano, the American
Wayoflife, está agotado. Consideramos
que una nueva industria está en vías de posicionarse, una industria de la
contribución. Pensamos que tal
industria, para que funcione, requiere desarrollar una política de
investigación. Una política educativa de
un género completamente nuevo. No
haciendo una décima reforma más de la Educación nacional, de una manera
ridícula y administrativa, no. Más bien
planteando los problemas como deben ser planteados. Reunamos filósofos, matemáticos, físicos, historiadores,
antropólogos… Esto no se hace la noche a
la mañana, sino que es preciso meterse en los trabajos que ejecutó Jules Ferry
en su época. Hay que darse el tiempo y
saber razonar en dos temporalidades diferentes.
El corto y el largo plazo. Y allá,
se requiere efectivamente desarrollar prácticas completamente nuevas, nuevos media.
¿Se acabaron las universidades?
Como
yo se lo decía, la escritura se produce hoy a la velocidad de la luz por
intermedio de una máquina. Pero siempre
es escritura. ¿Qué es una universidad? De hecho, la Universidad que apareció a
comienzos del siglo XIX en Europa, viene de la Academia en el sentido de
Platón. La Universidad, lo que llamamos
el mundo académico ¿qué es? Es lo que
transforma el carácter envenenador de la escritura en algo benéfico. «Se ha dicho que con la escritura los sofistas han destruido la vida
colectiva; pues yo –responde Platón– yo voy a hacer una escuela que llamaré la
Academia, que produzca libros, manuales, cosa que la escritura se ponga al
servicio de las matemáticas, del derecho y de la filosofía» Es lo que tenemos que hacer hoy. Se nos dice que eso lo hará el mercado, pero
el mercado, es necesario no contar con él.
El mercado son los sofistas.
Los profes no están armados intelectualmente para seguir nuestra vida
tecnicizada, no tienen de ella ninguna crítica actualmente. Requerimos pues repensar en su totalidad la
Universidad. Sobre todo es preciso
comprender que lo digital está a punto de hacer explotar lo que está en la base
de la Universidad del siglo XIX. Hay que
repensar todo esto. En su
totalidad. De hecho, la informática está
absolutamente por todas partes, y esto no se lo enseña en la escuela. Ni siquiera se la ha enseñado a los
profes. Entonces ellos no están
preparados intelectualmente para hacer frente a una generación armada de
smartphones, de cámaras, de transformadores. No hay ninguna reflexión sobre
estos cambios, ni en Francia ni en Europa.
¿Y en los EE.UU.?
Debido a su historia, Norteamérica ha estado
confrontada al hecho de desarrollar una cultura de la adopción. Adopción de emigrantes, de las nuevas
tecnologías. Esta cultura de la adopción
ha puesto al desarrollo de la industria, y de las industrias culturales en el
corazón de los EE. UU., y el cine en particular. Norteamérica ha sabido acoger a los grandes
cineastas que huían de Alemania, como Fritz Lang, de Checoslovaquia, como Milos
Forman. Y Norteamérica supo también
acoger a Derrida. Es preciso saber que
él se le negó un puesto en Francia, a Jacques Derrida, y que terminó haciendo
que fuera profe en USA. También
acogieron a Foucault, Lyotard. En la actualidad, mis mejores estudiantes
están en USA, en Google.
La inteligencia ¿es lo que le falta a Europa?
Se
puede suprimir la enseñanza de la filosofía.
Al menos eso se tenía. Puedo
contarles que en los EE. UU., los franceses tienen una calificación de
infierno, gracias a Derrida, Deleuze, Barthes, Foucault… Cuando enseñé allá, yo era un nabab, por ser
un filósofo francés. En Francia quieren
volver papilla la filosofía. Están a
punto de ponerla opcional en primero, para poderla suprimir al final del
bachillerato. Es absolutamente
alucinante. También la enseñanza del
griego y del latín. Es calamitoso. Nos las tenemos que ver con unos benditos…
EE. UU. sabe atraer las
inteligencias. Europa es una calamidad. No tiene política industrial, no invierte en
la cultura y en lo que se llama “los nuevos media”,
mientras que Google se volvió hoy la más importante empresa del mundo. No lo digo porque sea la que más dinero gane,
sino porque ella detenta las claves de la nueva era. Por lo demás, quizás no por mucho tiempo,
pues todo esto va muy rápido. Durante
años Google perdió plata, han sido sostenidos.
Trate aquí de montar una empresa que de pérdidas. No puede.
Porque aquí se tiene que ver siempre con cretinos que están la lógica
del “¡toma el dinero, y corre!”. No
piensan sino en volverse ricos como unos pobres filisteos…
Lo que permitiría transformar el veneno en remedio es una política
industrial pública que no consiste simplemente en conceder reducciones de
impuestos parafiscales a las empresas.
Tener una política industrial es tener una visión de su desarrollo a
veinte años. En una época en que Francia
era un país industrial muy importante, no se emprendió el TGV reflexionando a sólo dieciocho meses; se requirieron cuarenta años
de anticipación. Todo esto fue masacrado
a partir de Giscardd’Estaing, luego por Mitterrand, Chirac y por supuesto Sarkozy.
Es el efecto del neoliberalismo que
consiste en decir “entre menos Estado y política haya, mejor van las
cosas”. Es el viejo discurso de Reagan y
de la Thatcher.
Realizada por Thomas Johnson & Marc Borgers para Soldes.
tr. Luis Alfonso Paláu C., Medellín, 15 de febrero de
2013.