Texto basado en la investigación Del viajero al turista: de la geografía naturalista y pintoresca a los recorridos urbanos, de la Universidad Nacional de Colombia |
Los turistas la beben, tragándose
las letras de las páginas y saboreando las imágenes. Porque antes de sentirla
junto a la piel, Medellín quiere ser devorada con los ojos: esa es la magia de
las guías. Entre sus capítulos aparece lo que nuestra ciudad vanagloria y se
esconden nuestros más íntimos secretos. Con cada paso de hoja el turista
descubre nuestras vergüenzas, orgullos y proyecciones. Normalmente en los
artículos periodísticos las fuentes son personas y sus palabras se hacen voz,
en este texto los testimonios están impresos y las guías son quienes hablarán
para contarnos de esas contorsiones que hace nuestra ciudad turística para
convertirse en el objeto de mayor deseo.
Naturaleza generosa
La primera guía fue escrita por
Isidoro Silva, "distinguido caballero bogotano que vive hace algunos años,
con su familia, en esta capital antioqueña, que ha consagrado largas horas de
su tiempo de vagar, a coleccionar datos y noticias interesantes relativos a
Medellín, con paciencia de benedictino, con claro criterio y loables
propósitos, a fin de dotarnos de una Guía medellinense, a usanza de las que se
estilan en todas las ciudades de importancia", dice la introducción.
Habla de una ciudad incipiente
con todavía escasas atracciones turísticas como el Parque Bolívar, los Talleres
y la Sociedad de San Vicente de Paul, la Universidad de Antioquia, el Museo y
la Biblioteca de Zea, la estatua del Dr. Pedro Justo Berrío, el Teatro
Medellín, el Cementerio de San Pedro y la nueva Catedral, estos dos últimos
proyectos a futuro que incluso antes de ser construidos ya se consideraban
dignos de ser vistos.
Pero fundamentalmente, esta
visita guiada y directorio muestra una ciudad que se arma en conexión profunda
con la naturaleza. Las montañas vigilantes, la abundancia hidrográfica, el
verde espléndido, el clima prodigioso, la luz y la claridad rebosante son los
ingredientes perfectos de una pócima de atracción bastante efectiva frente a la
cual cualquier turista sucumbiría. "Recoja Ud. en su mente lo que en
breves palabras acabo de apuntar sobre nuestra flora, y agréguele mucho más que
dejo en el tintero, por no extender fuera de medida esta carta, y podrá creerme
cuando le diga que, al contemplar un bosquecillo de sauces á la orilla del río,
de mangales, de pomos y cipreses, de guamos y otros muchos árboles, cree el
observador que ha caído en gratísimo ensueño, porque la realidad de tanta
belleza no se alcanza con los sentidos en estado de vigilia; y crecerá su
admiración cuando desde alguna altura divise, en cuanto alcance la mirada,
desde el inofensivo color verde de los prados, con reflejos de oro, hasta el
sombrío y oscuro que imita por su concentración el de las más aquilatadas
esmeraldas de Muzo" (…) "Dirá Ud.: 'este escritor, aunque de modo
imperfecto, como que tiene tendencia a pintarnos un paraíso.' A lo cual
responderé yo, buena y simplemente, que no tengo la culpa de que sea tan
hermosa esta tierra".
Itinerarios centrales
En 1916, aparece la Guía de
Medellín y sus alrededores de Ricardo Olano (también conocido como Jean
Peyrat), un personaje fundamental en la historia de nuestra ciudad:
comerciante, industrial, periodista, miembro activo de la Sociedad de Mejoras
Públicas y director de las revistas Alpha y Progreso. Con esta guía se
intentaba "hacer un poco más agradable la permanencia entre nosotros de
las personas que nos visitan, por eso escribimos estos ligeros y sencillos
apuntes, que nos sabrán agradecer los turistas cultos, los que sepan apreciar
una obra de arte, la belleza de un paisaje, una manifestación de progreso, o el
color local de nuestras costumbres". El caballero Olano susurra entre
letras a un lector más pragmático que considera que su tiempo es oro y no hay
minuto que perder.
Aparecen entonces los primeros
itinerarios partiendo del centro de la ciudad, que durante muchos años fue el
Parque de Berrío, para desplegarse hacia lugares recomendados como iglesias y
parques. Los trayectos se podían hacer a pie, en automóvil o a caballo y las
instrucciones para no perderse y disfrutar al máximo de lo que debía ser
mirado, son elementos fundamentales de la guía: "Un paseo de tres horas en
automóvil por las calles de la ciudad, resultará muy interesante. Aconsejamos
hacerlo entre las 9 a.m. y las 12, saliendo del Parque de Berrío y recorriendo
el siguiente itinerario: PARQUE DE BERRÍO, en el centro comercial de la ciudad.
Visítese el parque, que con frecuencia está muy florecido, con variedad de
rosas. (…) El lado oriental donde está el parque presentan (sic) un aspecto
interesante, con el amplio atrio, la catedral y los edificios modernos que lo
completan. CALLE BOYACÁ. Están allí las oficinas de 'El Espectador' y 'El
Correo Liberal'. Una placa de mármol indica la casa donde vivió y murió el Dr.
Mariano Ospina Rodríguez, Presidente de Colombia. (…) PASEO DE LA PLAYA. Tómese
la avenida izquierda. Este paseo se extiende a ambos lados de la Quebrada
"Santa Helena" es el más hermoso de Medellín. (…) El paseo está
rodeado de hermosas quintas. (…) CALLE JUNÍN. Hermosa calle de buenos
edificios, algunos de ellos de estilo moderno. PARQUE BOLÍVAR. El Parque más
grande de la ciudad, en el barrio Villanueva, sembrado de palmeras, acacias,
guayacanes y otros árboles de hermoso follaje y flores abundantes. Artística
fuente central. Por la calle Caracas hasta el Circo. (…) Visite el Circo de
Toros, que es el mejor de Colombia. Ha sido adaptado últimamente para
representaciones teatrales y de cinematógrafo. (…) PLAZUELA DE LA VERACRUZ.
Iglesia de la Vera-Cruz edificada por los españoles. En una vetusta casa
situada en la esquina sudeste de la plazuela, nació Atanacio Girardot, según lo
indica una placa de mármol…"
También en 1916, Germán de Hoyos
publica la Guía Ilustrada de Medellín con más atracciones turísticas, entre
ellas balnearios, baños que replican la idea romana de la diversión pública,
recintos de entretenimiento como el Circo España, clubes y descripciones
detalladas de calles y barrios que dan a la ciudad un aspecto de ampliación
creciente. Asimismo, se incluyen consejos directos para los viajeros: tips para
cambiar monedas de diferentes latitudes y sugerencias para escoger el mejor
alojamiento: "Hotel Europa. (…) Hotel de superior clase, que cuenta con 40
piezas, para habitaciones, muestrarios y oficinas. Baños en la casa. Precios
¡$2.00 y 3.50 diario con alimentación! El servicio del comedor y la cantina es
conocido como el mejor posible. RESERVADOS LUJOSOS".
Incluso se le recomienda al
visitante los suvenires que pueden adquirirse en Medellín para llevar a casa:
"UNA MONEDA DE ORO ANTIOQUEÑA. El dibujo de los grabados fue hecho por el
maestro F.A. Cano. La moneda de cinco pesos ($5) tiene el mismo valor
intrínseco de la libra esterlina. OBJETOS DE ORO Y DE BARRO DE LOS INDIOS. D.
Ramón Cuartas en la oficina bancaria de los Sres. Miguel Vásquez & Hijos,
ha especializado en la compra y venta de estos artículos. GRANOS DE ORO DE LAS
MINAS DE ANTIOQUIA (…) ALGUNAS OBRAS DE LITERATURA: Versos de Gutiérrez
González, Epifanio Mejía. Frutos de mi tierra de Tomás Carrasquilla; (…)
Inocencia de F. De P. Rendón; Sangre Conquistadora de Botero Saldarriaga;
Cuadros de la Naturaleza, de J.A. Uribe; Kundry de Gabriel Latorre; Rara Avis
de Gaspar Chaverra, etc., etc.".
El brebaje del progreso
En 1923, con Medellín República
de Colombia, vuelve Ricardo Olano a pintar su ciudad pero esta vez dirigiendo
su discurso a los empresarios e inversionistas que nos visitaban. En esta guía
la ciudad se muestra industrial, creciente, avasalladora económicamente. Hay
reseñas de la Sociedad de Mejoras Públicas, la Cámara de Comercio, varios
representantes de la industria bancaria y de las diferentes empresas de
Medellín. Incluso los edificios empiezan a venderse por su carácter moderno y
progresista más que por su conexión con la historia: "EDIFICIO OLANO. El
más grande y moderno de la Ciudad. Hermosas y amplias oficinas. Ascensor
eléctrico. Situado en el centro comercial de la ciudad, Parque Berrío",
dice esta guía en uno de sus anuncios publicitarios.
Además, en esta época Medellín se
interconecta con el mundo, expande sus tentáculos y muestra sus alternativas.
Hay muchas formas para llegar a ella: en vapor, en ferrocarril, en avión.
"Más de diez líneas marítimas internacionales de importancia unen la República
de Colombia con el mundo. Sean mencionados al servicio de Europa por la 'Línea
real Holandesa de Vapores' y el de la América del Norte, de la América Central
y de la América del Sur por la 'Grace Line'. Tocan los vapores en los puertos
de Santa Marta, Barranquilla (Puerto Colombia), Cartagena, Colón y
Buenaventura. De Colón suben los aviones de la 'Umca' dos veces por semana, en
cuatro horas hasta Medellín; desde Buenaventura se puede usar el ferrocarril
hasta Cali y los aviones de la 'Saco' que necesitan solamente una hora y media
para llegar a Medellín. Los pasajeros que bajan en Cartagena de su vapor van en
ferrocarril hasta Calamar a orillas del río Magdalena, y de Barranquilla y
Calamar es recomendable subir en los vapores de la 'Naviera Colombiana' atravesando
las llanuras inmensas del río Magdalena hasta Puerto Berrío de donde pueden
llegar los visitantes a Medellín por medio de los trenes del Ferrocarril de
Antioquia", escribe Hermann Oppenheimer en el Álbum de Propaganda de la
ciudad de Medellín de 1935.
Asimismo, se menciona con
elocuencia al Ferrocarril de Antioquia (como pasará en muchas de las guías de
décadas posteriores) como "la obra civilizadora más querida de
Antioquia". Y se enfatiza que para los primeros años del siglo XX la obra
ya ha mostrado sus primeros frutos gracias "al espíritu emprendedor e
inagotable de los antioqueños" y a las incontables obras que se adelantan
como la perforación del Túnel de La Quiebra y el Hotel Magdalena que será
construido en Puerto Berrío.
El progreso, entonces, es el hilo
conductor de todas las narraciones de las guías entre los años veinte y
cuarenta. "Quien viene por primera vez a Medellín se sorprende de
encontrar en la zona tropical una ciudad tan moderna, agradable y progresista.
Estas características se deben a su situación favorable, a su clima excelente,
a la riqueza natural de sus alrededores y a la inteligencia, tenacidad y
diligencia de sus pobladores", dice el Álbum de Propaganda de la ciudad de
Medellín.
Pero lo más importante de esta
época es que en las guías se amplía el horizonte, el centro deja de ser el
núcleo de lo turístico y la ciudad hace su sístole. Se recomienda entonces
visitar Belén, Robledo, San Cristóbal y Bello, para finalmente sugerir un paseo
a oriente. "Un paseo de gran sensación, que ningún turista debe dejar de
hacer y que pone ante sus ojos los panoramas de Suiza, es trasmontar la más
alta cordillera de las que circundan la ciudad, por el Tranvía de Oriente. Obra
de un atrevimiento único en el País, es la demostración más palmaria del poco
caso que hacen los antioqueños de los obstáculos de la naturaleza, cuando un
grande ideal pone su voluntad al servicio de su inteligencia", dice la
Guía para viajar por el departamento de Antioquia publicado por el Tranvía de
Oriente en 1927.
Después de los cuarenta, se
presenta un punto de giro que cambia la mirada del turista de la visión de
edificios y empresas a la recolección de experiencias, a la cercanía con la
vivencia. Hace su aparición el color local, las particularidades, las sensaciones
extasiadas que pueden ofrecer los eventos únicos que nacen en Medellín. Se
habla con propiedad de las fiestas populares que "…revisten gran interés
para el turista porque en ellas se exhiben costumbres, comidas, canciones: los
sentidos bambucos, instrumentos y trajes, aun cuando éstos no son vistosos, sí
raros, especialmente para llevarlos", afirma Alfonso Villegas Montoya en
la Guía Turística de Medellín publicada en 1943.
También los textos empiezan a
jugar con imágenes que evocan sabores y hacen agua la boca de los turistas a
través de la descripción de las comidas típicas: "estas, sin ser finas,
son de un sabor deliciosamente agradable y son motivo de recordación grata para
el turista. Así tenemos, por ejemplo, la 'arepa'; ésta se usa en lugar de pan,
para acompañar las comidas". Incluso, se empiezan a evidenciar los
diferentes caracteres con los que la ciudad se mostrará en adelante: una ciudad
cultural, epicentro artístico; una ciudad hospitalaria, vanguardista en la
ciencia; una ciudad deportiva, centro de eventos de este talante; y una ciudad
universitaria, locación de varias instituciones educativas de alto prestigio
nacional.
Memorias proyectadas
Por su parte, en las guías de los
60 y 70 hay una pugna: entre lo tradicional, el mundo rural, lo que nos hace
antioqueños, con inclusión del carriel, la ruana, los campesinos vestidos a la
vieja usanza, los caminos de herradura, la tradición cafetera con la chapolera,
el cafetal y la mula; y lo moderno (o modernista), las enormes carreteras, los
edificios vanguardistas, las obras de urbanismo progresista. Y entonces lo
rural se escenifica en la ciudad y lo moderno se mezcla con lo ancestral.
"El Antioqueño residente en Medellín es aficionado al campo, en los días
festivos se organizan paseos a los alrededores aprovechando la frescura y la
exuberancia de la naturaleza, vestido con el traje típico, canta y danza los
aires folclóricos", afirma Medellín guía–guide, publicado por la Oficina
de Fomento y Turismo de Medellín en 1960, al pie de una foto que retrata un
grupo mixto de bailarines folclóricos en plena acción de ritmo de cumbia o
bambuco rodeados por un paisaje muy verde; como si todos los paseantes
domingueros de Medellín pusieran en escena aquellos espectáculos dancísticos.
Adicionalmente, los eslóganes
hacen su aparición: "ciudad de la eterna primavera", "tierra de
contrastes", "ciudad de las flores", "capital nacional de
la moda", "capital de la montaña". Las guías empiezan a incluir
enormes fotografías, acompañadas de pies de página con descripciones precisas
—cargadas de adjetivaciones— o datos históricos y arquitectónicos. Las fotos
empiezan a mostrar un tono distinto para registrar la ciudad, ya no es tan
informativo como poético porque la ciudad empieza a aprender realmente a posar frente
a la cámara: ya cada rincón sabe su mejor ángulo.
Hoy, la ciudad se gana el
protagonismo por encima de escritores y fotógrafos casi invisibles. Las guías
son manuales o "fichas de supervivencia" llenos de instrucciones
fragmentadas donde los textos evocan menos que las fotografías. Las cartillas
están llenas de infografías, esquemas, cuadros sinópticos y líneas de tiempo.
Los libros de gran formato de la ciudad se han convertido en objetos de
colección. Los nombres de los genios detrás de esas visiones mágicas de ciudad
pocas veces salen a flote, asomándose detrás de la penetrante sombra de las
administraciones locales. Pero los cuerpos de los turistas se hacen cada vez
más esponjosos para captar las fantasías de los libros y vivirlas por medio de esa
geografía íntima y expandida que es su propio cuerpo cuando llega el tiempo de
viajar.
Catalina Arango es Comunicadora
Social-Periodista. Especialista en Estudios Urbanos, docente-investigador. // Alberto Castrillón es Profesor
Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.