En la
actualidad, algunas instituciones educativas están experimentando una especie
de aporía, que se podría metaforizar de la siguiente forma: un hombre de cromagnon intentando educar a un niño homo sapiens del siglo XXI. Así es: entre
la institución educativa y los niños, a veces, hay un abismo de distancia. Por
un lado, algunos colegios y familias teniendo la disciplina como el criterio
fundamental para gobernar a las nuevas generaciones; y por el otro, los niños y
las niñas, viviendo en un mundo configurado para el goce, para la diversión, como
único norte posible. A veces, en vez de un abismo, lo que sucede es un choque
entre dos trenes, con su consecuente explosión: o maestros incapacitados en las
clínicas de salud mental, o niños medicados con Ritalina para que dejen tanta
desobediencia, o padres de familia impotentes para transmitir algo de orden a
sus hijos, etc.
Esta
investigación es una posible puerta para salir de esta aporía, pero no en una
dirección educativa; es decir que esta investigación no se pregunta por qué hacer con los niños indomables de hoy,
sino que se pregunta por qué es lo que estamos
haciendo para que sean tan indomables, tan voraces, tan demandantes, tan
consumistas, tan individualistas, tan hedonistas, etc. Lejos de construir
ideales para que no sigan siendo así, la importancia de esta investigación
radica en que quiere comprender por qué son como son, ubicando la noción de gubernamentalidad en el centro.
Sáenz (2005), un
pedagogo e historiador de la Universidad Nacional, habla de dicha noción de
gubernamentalidad en una investigación sobre la ciudad de Bogotá como ciudad
educadora. El autor tiene claro lo siguiente en relación con los estilos más
contemporáneos de gobierno:
“El
gobierno más efectivo no es el que se ejerce de manera directa y personal, sino
el que opera a través de prácticas indirectas de disposición de los espacios,
los tiempos y cuerpos para producir aprendizajes y conductas específicas e
involuntarias (en el sentido en que operarían directamente sobre las
percepciones, actitudes y comportamientos del individuo y la población sin que
éstos se percaten, necesariamente, de ello). (p. 21)
Con esta noción,
el modo de gobernar ya no es la disciplina en la forma de los colegios y las
familias tradicionales, sino unas prácticas
indirectas que empujan a los sujetos a desear ciertas cosas en particular.
Un ejemplo claro de este asunto es la proliferación de parques de diversión en
los centros comerciales; nadie le tiene que dar la orden a los niños para que
se diviertan sin importar el espacio en el que estén. Los parques mismos los
atraen… por algo también toman ese nombre de parque de atracciones.
Pensar a los
niños desde la noción de gubernamentalidad,
en una ciudad concreta como Medellín, será un trabajo investigativo que se sume
a la larga lista de proyectos que piensan la ciudad, pero en tanto que se
agrega el elemento infancias, y desde una perspectiva foucaultiana, hace pensar
en la posibilidad de que haya algo novedoso en el asunto.
Para conocer el proyecto de investigación preliminar de Marlon Cortés, hacer clic aqui
Vea la página web de la exposición Los niños que fuimos: huellas de la infancia en Colombia