Las Rutas Patrimoniales responden
al propósito de difundir y hacer memoria de parques, plazuelas y monumentos
escultóricos de alto valor histórico cultural, mediante la creación de
recorridos transitables a pie y en bicicleta, con el fin de valorizarlos y
conservarlos, ampliando el conocimiento de sus personajes-estatuas y mejorando
las alternativas de uso del tiempo libre y de la noche en los parques públicos.
Esta ruta patrimonial permite contribuir
al desarrollo y proyección de las identidades locales al visitar con propuestas
lúdico-culturales los espacios públicos del centro. En este empeño la idea es
hacer una guía para el visitante, que en su conjunto le entrega rasgos sobre
las independencias y modernizaciones a nivel local y nacional, en un recorrido
seguro y con nuevos ojos sobre prohombres de la historia y lugares ya
transitados.
Existen varias categorías de rutas,
pero para este caso realizaremos una de las que hemos llamado “circuitos
histórico culturales del patrimonio de arte público urbano”, los cuales están
Insertos en el centro histórico de la ciudad, cuya extensión es reducida y
puede hacerse en algunas horas.
Este recorrido en bicicleta y a
pie por 5 seres humanos a quienes rememoramos en 3 parques, una plaza y una
plazuela en el corazón urbano de la metrópoli son una ventana abierta al
visitante, que da cuenta del patrimonio diverso, artístico y monumental que
representa al país que vamos historiando y reconociendo. Asimismo, representan
el desafío gubernamental para que estos bienes sean referentes de los
itinerarios culturales para las futuras generaciones como espacios que brindan
memorias y formas reales de acceso y acercamientos a la(s) historia(s), por lo
que deben ser valorizadas desde una perspectiva de conservación, restauración y
activaciones constantes, resignificando los lugares con estas acciones en
biciruta y la producción de estos acontecimientos y escenarios
[1].
“En Medellín hay 493 esculturas,
según el inventario realizado en el 2013 por la Secretaría de Cultura Ciudadana
de la Alcaldía de Medellín”. “La historia de la escultura en Medellín es
relativamente reciente, se remonta apenas a finales del siglo XIX. Tal vez la
primera que se instaló fue la estatua de Pedro Justo Berrío en el Parque que
lleva su nombre. Tomás Carrasquilla decía que era ‘la única escultura que
existía en esta villa infulosa’. Después fue elaborada la estatua del Parque
Bolívar, que luego de la muerte de su creador italiano, se le encargó a Eugenio
Maccagnani, su sucesor hacerla con los bocetos del fallecido artista
[2]”.
En esta ruta patrimonial nos basamos en las investigaciones de El Libro de los parques. Medellín y su
centro, al igual que nos apoyamos en Jorge Echavarría Carvajal y un grupo
de académicos de la maestría en Estética de la Universidad Nacional que
produjeron la investigación Arte público
en Medellín. La Ciudad de las (casi) 500 Esculturas. Glosario incompleto para
su discusión; y finalmente tomamos de páginas web de biografías y de
bibliotecas digitales académicas las lecturas de los más de 10 personas
figurantes.
Simón Bolívar y el Parque Bolívar
Caracas, Venezuela, 1783 - Santa
Marta, Colombia, 1830
[4].
Bolívar es un personaje literario que no se puede abordar fácilmente, por
la sencilla razón de que nunca se propuso hacer literatura, sin embargo nos
dejó ríos de tinta en sus cartas, artículos, ensayos, memorias, proclamas y
constituciones
[5],
que compiten con su crueldad y cobardía en sus batallas y gestas guerreristas.
José Antonio Páez, uno de los comandantes de los llanos orientales que
lideró y consolidó la independencia ante los realistas en su compañía, quien
después en 1928 se rebela por la autonomía separatista de Venezuela, describe a
Bolívar así:
Bajo de cuerpo; un metro con sesenta y siete centímetros. Hombros
angostos, piernas y brazos delgados. Rostro feo, largo y moreno. Cejas espesas
y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro
también, cortado casi al rape, con crespos menudos. Las patillas y los bigotes
se los cortó en 1825. El labio inferior, protuberante y desdeñoso. Larga la
nariz, que cuelga de una frente alta y angosta, casi sin formar ángulo. El
General es todo menudo y nervioso. Tiene la voz delgada, pero vibrante. Y se
mueve de un lado para otro, con la cabeza siempre alzada y alertas las grandes
orejas. El General es decididamente feo y detesta a los españoles.
Siendo un criollo de ascendencia
mestiza por lo que sus detractores lo apodaban “Chorizo”, amaba la vida de los
lugares apacibles y de las villas que le recordaban su infancia, mientras que
las ciudades del viejo continente le despertaban aburrimiento y fastidio por la
vida al estilo europeo.
Se aspira a mostrar que Simón
Bolívar fue un hombre de “carne y hueso”, y así romper con la abrumadora
tendencia que caracteriza a los muchísimos libros escritos sobre el Libertador,
en los cuales se le presenta como un héroe inalcanzable, despojado de
emociones, de sentimientos, de afectos y, sobre todo, de vida amorosa (…) La
paradoja es que, en la mitificación de los héroes, son válidas todas las
versiones: la del devoto esposo, la del Libertador glorioso, la del cobarde que
nunca fue buen jinete de caballo a decir de los llaneros, pero si amante
insaciable y violador
[6].
Francisco de Paula Santander y la Plazuela San Ignacio
El hombre[7]
Nació en la Villa del Rosario de
Cúcuta, el 2 de abril de 1792, muerto en Bogotá, el 6 de mayo de 1840.
Prócer de la Independencia,
militar, jurista, estadista y esencialmente fundador civil, varias veces
presidente de la República. Ilustre guerrero, profundo político, liberal, gran
hombre de la Nueva Granada, quien además de su amor a la ley y la libertad, se
empeñó en hacer de la educación el bastión de la vida civil y de la
independencia fundado escuelas primarias y colegios por todo el territorio,
mientras se combatían contra los realistas y después de separada la Gran
Colombia
[8].
Manuel Pombo señaló que
"Tenía buena forma de letra y la manía de escribir; por eso decían algunos
que el Libertador adolecía de intemperancia de lengua, y el general Santander
de intemperancia de pluma
[9]".
“Se le ha tildado de traidor a
Bolívar, de ladrón del primer empréstito internacional, de sanguinario en las
ejecuciones de sentencias a muerte y de haber sido un hombre avaro, rencoroso,
enemigo de los venezolanos y solo amigo de sus amigos (…) “Casandro” apoda
Bolívar a Santander, “Trabuco” le dicen los bogotanos y “Soldadito de pluma” lo
llamaron los llaneros venezolanos.
[10]”
De algunas de las más
controvertibles situaciones de su vida entresacamos algunos episodios:
- Ejecuciones
de prisioneros, militares criminales y conspiradores.
- Vida
palaciega.
- Guaquería inconclusa.
- De amores y vástagos.
- Viajero
del mundo.
José María Córdova y el Parque de Boston
El hombre[11]
Nació en Concepción (1799) y
murió en el Santuario (1829), Antioquia.
Córdova nació y murió en
Antioquia, a la edad de 30 años. Según su biógrafa Pilar Moreno de Ángel
[12],
Córdova llevó una vida donjuanesca y era tan ducho en las artes del amor como
en las de la guerra. Su educación fue autodidacta, dominaba el caballo como
cualquier llanero, un hombre tosco, ambicioso y "resentido por su falta de
educación", que dejó hijos
naturales en el sur en Sandoná y en el actual Ecuador
[13], ascendió
a general, en tanto estuvo envuelto en varios concejos de guerra por
conspiraciones y enfrentamientos entre los mandos, dadas las visiones y sed de
poder en las luchas contra la reconquista española.
De acuerdo con van Rensselaer,
José María Córdova era “el más buen mozo de todos los colombianos, de alta
estatura, bien formado, de pelo y ojos negros, expresión determinada y digna,
caballero en todas sus acciones, por sobre todo un hombre cabal, de honor
estricto y cuya palabra es siempre cumplida”. Un hombre caracterizado por una
profundidad afectiva insospechada, fue siempre afable y complaciente con los suyos,
hasta el punto de ganarse la estimación incondicional de cada miembro de su
familia, de sus amigos y de la generalidad de la población de Rionegro, ciudad
a la que consideró su patria chica.
Pedro Justo Berrío Rojas y el Parque Berrío
El Hombre[14]
Fecha de nacimiento: lun, ago
13th 1827 - Fecha de defunción: vie, ago 13th 1875.
Berrío oriundo de Santa rosa de
Osos fue comerciante, educador, abogado, militar y gobernador (dictador por 10
años) del departamento de Antioquia en su época federal (1856 -1886). Católico
y al parecer conservador acérrimo, Carrasquilla lo definió como el modelo de
hombre de padre y ciudadano, que en nuestras palabras lo definirían como todo
un paisa. Estuvo envuelto en las batallas civiles del siglo XIX libradas por
conservadores y liberales en la lucha por el control del poder y la
organización de las élites burguesas dentro del marco de la república, el
centralismo y las visiones después de 30 años de “independencia”.
En octubre de 1873 después de dos
periodos como gobernador y sin riquezas acumuladas “sólo aspiraba a la dulce
paz del hogar; y no alcanzó esto, pues a poco de regresar a la ciudad natal
murió su virtuosísima esposa, doña Estefanía Díaz, y este terrible golpe lo
afectó tan hondamente, que desde entonces se le desarrolló la enfermedad del
corazón que le causó la muerte dos años después
[15]”
La vida de Pedro Justo Berrio
Rojas y del caso antioqueño en esta época nos lleva a pensar en una perspectiva
interactiva entre tradición y modernización, donde ambas se redefinieron y
fundieron en la creación de un nuevo imaginario, el de una cultura regional
[16].
Francisco Javier Cisneros y la Plaza Cisneros
Nació en Santiago de Cuba en
1836, y falleció en Nueva York en 1898.
Ingeniero, escritor, periodista,
empresario y patriota con nacionalidad cubana y estadounidense, lideró la
construcción de ferrocarriles en su país, Colombia, Perú y Nueva york.
Se inició en el periodismo como
colaborador del periódico reformista El Siglo. Al momento del estallido
independentista de 1868 era director del periódico habanero El País desde donde
incitaba a los jóvenes a luchar por la independencia. Se relacionó con
destacados intelectuales reformistas y revolucionarios cubanos, a la vez que,
hizo viajes por el sur de América buscando ciudadanos solidarios con la causa
cubana, una vez fue expulsado y sentenciado a muerte.
Poseía una personalidad decidida
y valerosa, a la que no arredraban ni las fieras ni los miasmas deletéreos del
trópico, pero tampoco las más feroces fieras y tormentas de la política local,
pues venía respaldado por una gran escuela ingenieril norteamericana, curtido
profesionalmente con diez años de experiencia ferroviaria y con las cicatrices
aún frescas de su participación en una revolución inconclusa
[18].
Con su imperiosa nariz de grandes
fosas y sus tabacos como buen cubano, Cisneros era una persona dominante,
organizadora e intransigente en asuntos técnicos, lo que lo llevó a ejercer
sobre sus subalternos una influencia fuera de lo común, sobre todo en momentos
de mayor desaliento.
Comunicar el Mar con los centros
poblados del interior a través del Río Magdalena, había sido el primer
imaginario que en Colombia llevó a Cisneros a buscar la manera de integrar las
regiones con caminos de hierro. Con su proyecto de la red ferroviaria a la que
llamó ‘trenes de fantasía y ferrocarriles de ilusión’ visualizó que el futuro
de Colombia estaba en poblar los terrenos baldíos y comunicar el Atlántico con
el Pacífico.
Premisas concluyentes
En cuestiones ideológicas, este
momento está marcado en Latinoamérica por la construcción de la idea de
“nación”, proceso en el que no faltarán como componentes ineludibles la fe en
el progreso y el afán de
europeización en muchos ámbitos de la vida
cotidiana y de la cultura. Este factor se expresará, en la faz artística, en la
intención de los gobiernos de crear urbes a imagen y semejanza de las más
prestigiadas del Viejo Continente. En ese derrotero, los nuevos trazados
urbanos, el desarrollo de la obra pública, la fiebre monumentalista asumida con
el fin de dotar a las ciudades americanas de las estatuas de mármol y bronce de
los próceres de la patria y otros personajes singulares, se erigieron en la
imagen palpable del mismo
[19]
Este rápido recorrido evidencia
una paradoja contundente: el Centro de Medellín, que durante años fue habitado
principalmente por las clases sociales más acomodadas, y que además constituyó
un amplio, plácido y silencioso sector, hoy es el lugar predilecto de las
clases populares, pues los estratos altos solo asoman por circunstancias
especiales, como la visita de una tía pobre o la revalidación del pasaporte. Es
un hecho: el Centro es pueblo
[20].
Los parques, plazas o plazuelas
del Centro constituyen un patrimonio solo por el hecho de estar allí,
mantenerse en el tiempo como espacios urbanos y tener continuidad histórica,
pese a los cambios de nombre, las intervenciones y los diferentes momentos de
su configuración. No es un mérito menor sobrevivir al permanente rehacer de una
ciudad como Medellín y conservar su condición de lugares referenciales. (…) Estos
espacios realmente no son muchos. Tampoco son extensos, y por eso su magnitud
no es lo más destacable. No todos fueron pensados y reservados previamente; por
eso mismo hay dos grupos, al menos entre los siete de los que hablaremos aquí:
mientras los parques Berrío, San Ignacio, Bolívar y Boston se delimitaron
previamente para luego ser enmarcados por la arquitectura que configuró sus
fachadas, las plazas Nutibara, Botero y Cisneros fueron obra de la inserción
posterior sobre la trama urbana ya definida por la demolición de lo previo y el
uso de la arquitectura que quedó, e, incluso, de la creación de una topografía
artificial
[21].
El arte público urbano es como
una memoria tridimensional, nos cuenta el pasado y el presente de la ciudad.
Gracias a él, esas memorias se conservan y, sobre todo, permiten que nos
reconozcamos como habitantes de Medellín. Muchas memorias conviven: unas se
expresan y otras están calladas. El ciudadano debe de estar atento, tanto a las
que se oyen como a las que aún no hablan, pero que con su ayuda, pueden
expresarse. ¿Cómo ayudarías tú a recuperar esas voces?
[22]
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